Saltar al contenido

11 Biblia y meditación

La Biblia
La inundación
Génesis 7, 17-24.

Capítulo 7

17 El Diluvio se precipitó sobre la tierra durante cuarenta días. A medida que las aguas iban creciendo, llevaban el arca hacia arriba, y esta se elevó por encima de la tierra.
18 Las aguas subían de nivel y crecían desmesuradamente sobre la tierra, mientras el arca flotaba en la superficie.
19 Así continuaron subiendo cada vez más, hasta que en todas partes quedaron sumergidas las montañas, incluso las más elevadas.
20 El nivel de las aguas subió más de siete metros por encima de las montañas.
21 Entonces perecieron todos los seres que se movían sobre la tierra: los pájaros, el ganado, las fieras, todos los animales que se arrastran por el suelo, y también los hombres.
22 Murió todo lo que tenía un aliento de vida en sus narices, todo lo que estaba sobre el suelo firme.
23 Así fueron eliminados todos los seres que había en la tierra, desde el hombre hasta el ganado. los reptiles y los pájaros del cielo. Sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca.
24 Y las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.

Meditación:

La inundación – Génesis 7, 17-24. 

Siete metros por encima de la más alta montaña; así se llenó la tierra de agua, del agua del Diluvio Universal; y todos los hombres perecieron, y bestias y reses y pájaros.

¿Por qué se enfadó tanto Dios? ¿Por qué ahora no hay Diluvio Universal? ¿Es que nos portamos mejor?

Dios prometió no volver a destruir al hombre, y Dios cumple sus promesas. Como cumplió el que llovería y todos los hombres morirían a excepción de Noé y los que estaban en el Arca. ¿¡Por qué!?

¿Por qué la historia nos relata semejante destrucción? ¿Fue todo un símbolo? ¿Por qué ocurrió? 

De lo que sí estamos seguros es de que es real la historia de Noé.

Y de lo que estamos seguros es que todo aquel que no entre en el Arca de la Nueva Alianza: Jesús, el Mesías, el Salvador; este morirá en el fin del mundo.

La Nave de Dios es María, y María tiene la Gracia de Dios de interceder por nosotros, sus hijos, y darnos cobijo en su amor maternal que guarda y contiene a las aguas de ese diluvio individual de los sentimentalismos, que nos apartan de creer en Dios y entrar en el Arca de nuestra salvación: la fe en la Madre de Dios, la fe en Cristo y dejar de seguir a los sin Dios.

P. Jesús

© copyright