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Poesías - 11. página

Al rescate de tu alma

 

Al rescate de tu alma

Tu vida va en decadencia.

Tu alma se desmorona y se precipita;

se acerca al acantilado, para arrojarse a las tinieblas perpetuas.

 

Estás prisionero de las vanidades de la vida.

Estás encarcelado en los placeres mundanos.

Te cautivaron con vicios que prometían deleitarte,

 y te han llevado a lo profundo del calabozo.

 

Corre, corre, corre,

debes rescatar tu alma.

 

Suena un alarido, ¡estalla la batalla!

Satanás quiere destruir tu alma,

quiere que arda eternamente.

Son sagaces sus secuaces,

tentativos, sigilosos y embusteros.

 

Enmascarados en una felicidad falsa e inútil,

intentan arrojarte al fuego ardiente.

Buscan tu desdicha,

buscan tu perdición en el infierno.

 

Corre, corre, corre,

debes rescatar tu alma.

 

Si decides hacerlo, rescatar tu alma,

si le dices que sí a Dios,

sus guerreros te ayudarán,

miles de querubines te levantarán,

 la Virgen María, tu Madre, te consolará,

te secará las lágrimas y te aliviará.

 

Si decides hacerlo, si rescatas tu alma

El Amor de Dios te invadirá,

en perfume de rosas te bañará.

¡Notarás el amor verdadero!

La mayor alegría sentirás.

 

Corre, corre, corre,

¡al rescate de tu alma!

 

No te lo pienses más,

¡Dios te está esperando!;

ve, vete a confesar,

bautízate, si no eres católico.

 

Une tu alma a Dios en la comunión,

pide y recibirás el perdón.

Y así, ya no habrá más miseria,

no más guerras, ya no te atormentará tu mente.

El Amor te invadirá,

y la Paz, tu alma gobernará.

 

Alba Bellido Durán
© copyright

 

Aliento de Dios

 

Aliento de Dios

Aliento de Dios, fuego ardiente de Amor;

aliento de Vida, flama inextinguible.

Fuerza para los vivientes,

consuelo para los creyentes.

 

Soplo veloz de Dios;

luz cegadora y brillante.

Cual paloma blanca representada;

llevas velozmente las peticiones a Dios Padre.

 

Formas parte de la Santísimina Trinidad.

Eres Dios, tercera persona Divina;

insepararable de las demás,

y unión para las tres.

 

Inspiraste las Sagradas Escrituras.

Obraste en los profetas.

A Jesús ungiste;

Él curaba a través del poder que Tú le dabas,

y proclamaba la Salvación que Tú le indicabas.

 

Tú repartes el Amor por el mundo.

Iluminas nuestras mentes y nos das sabiduría,

nos ayudas a ir rectos

hasta la gran meta, la Vida Eterna;

de la cual Tú nos permites ser partícipes

a través del sacramento bautismal.

 

Espíritu de Verdad

que los misterios divinos nos haces revelar.

Aliento de Vida

que das vida a las almas.

Tú traes paz a los corazones donde habitas

y enciendes en ellos el amor de Dios.

 

Tú amado Dios, Espíritu Santo;

Tú despiertas en las almas la Fe;

Tú nos comunicas con Dios Padre,

nos acercas a Él, y nos haces recuperar

la semejanza divina perdida;

tras el pecado original.

 

Aliento de Dios, Espíritu Santo,

tenerte en mi interior; tener a Dios en mi ser,

¡qué consuelo, qué gran anhelo!

Haz arder en mi alma el amor de Dios,

proclamar sus maravillas,

¡y, amarte a ti, a ti, y a la Santísima Trinidad con locura!   

 

Alba Bellido Durán
© copyright

Te quiero, Alma

 

Te quiero, alma

Sí, a ti te quiero,

estés donde estés,

seas quien seas.

Sí, a ti te quiero,

tengas la edad que tengas

vivas donde vivas.

 

Tú, querida Alma,

eres hija de Dios Padre,

heredera del Reino Celestial.

Tú no eres un cualquiera, tú ¡no tienes igual!

 

A ti te quiero, hermano en Cristo;

te quiero y me complazco en decírtelo;

a ti te quiero, aunque la distancia nos separe.

Te quiero, y no dejaré de hacerlo.

 

Te quiero, Alma,

aunque no te conozca.

Te quiero, Alma,

aunque nunca sepa tu nombre.

Te quiero, Alma,

y me emociona decírtelo.

 

Quiero que lo sepas,

que sepas que te quiero,

que rezo por ti,

para que vayas al cielo.

 

Quiero que lo sepas,

que sepas que pienso en ti,

que le pido a Dios que te guarde de la perversión,

y te ayude a salir de cualquier situación.

 

Mi amor es muy pequeñito,

comparado con el inmenso y precioso Amor,

que Dios siente por ti;

Él te ama mucho, muchíiiisimo más que yo,

pero yo también te quiero; te quiero tanto, Alma.

 

Yo te quiero,

al igual que te quiere Jesús, Dios,

al igual que te quiere la Virgen María,

como te quiere tu angelito de la guarda,

como te quieren todos los santos…

¡Tanta gente te quiere!, ¡Tantos te queremos!

 

¿Te preguntas por qué te quiero?;

simplemente, te quiero por ser hijo de Dios;

te quiero, por petición del Todopoderoso.

Él quiere, pide, nos pidió que amásemos a los demás, a ti.

 

Te quiero a través del amor que Dios me da.

Al notar su inmenso amor, me dan ganas de querer, de quererte,

porque uno de los más bellos regalos de Dios es el amor;

Él me regala amor, y este amor lo comparto con todos,

sí, también contigo.

 

Te quiero, Alma,

de verdad, con toda sinceridad.

No llores, ¡alégrate!

Te quiero, Alma,

Simplemente, te quiero,

te quiero junto al Amor de Dios.

¡Ánimo, Alma, te quiero!, ¡te queremos!

 

Alba Bellido Durán
© copyright

Mi campeona

 

Mi campeona

Mujer inigualable hay en el cielo,

con corazón bondadoso y alma de hierro.

Una madre que se entregó,

completamente y con amor,

al servicio del Señor.

 

Con su mirada dulce me enternecía el corazón,

con sus bellas palabras me llenaba de emoción.

Todo ella desprendía ternura, paz y amor,

pues amaba con locura al Creador.

 

Una madre amable, sincera, graciosa y cariñosa;

la mejor mamá del mundo.

Hermosa flor de primavera,

que traía a todos la esperanza,

con su dulce fragancia.

 

Su temple era firme,

pues tenía por pilar su fe.

Avanzaba por la vida superando los obstáculos,

ganándose la santidad y la admiración de todos.

 

Nunca le faltaba una tierna sonrisa,

un buen consejo, una risa;

preciosa ánima la tuya,

tan dulce y tan humilde…

 

Tenías alma de niña, pura e inocente,

y te dedicaste fielmente,

junto a tu amado esposo,

al bienestar de los hijos.

 

Te agradezco tanto, mamá…

te quiero muchísimo;

y espero el gran día en que nos reencontremos,

en la casa de Dios.

 

Tú ya te has ganado el Cielo,

no hay duda de ello;

pues toda tu vida fue una batalla continua,

de la que tú saliste vencedora,

por eso querida mamá, ¡eres mi campeona!

 

Alba Bellido Durán
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Bendita Tú, María

 

Bendita Tú, María

El alma más pura,

el corazón más inocente,

la humildad más grande,

la fe más inmensa;

todo ello pertenece

a la Criatura excelsa,

a la Reina de Cielos y Tierra.

 

El alma más bella;

el corazón más bondadoso,

la alegría más grande,

la ternura más inmensa;

todo ello pertenece

a la Virgen inmaculada

a María, la Madre Santa.

 

Ella, tesoro preciado de Dios,

Ella, instrumento del Señor,

gracias a su fe y templanza,

gracias a su bondad y pureza,

venció a Satanás.

 

Tuvo a Dios en sus entrañas,

demostró el significado de la humildad,

rechazó toda maldad,

y vivió siempre en plena santidad.

 

El alma sin mancha,

el corazón más ardiente de Amor,

la belleza más perfecta,

la sonrisa más tierna;

todo ello te pertenece,

 Madre querida, amiga mía.

 

María, María;

mamá, mamá;

te quiero, te quiero.

 

Los Ángeles se rinden ante ti,

las naciones veneran tu nombre,

los hombres te bendicen;

y Dios te corona Reina de Cielos y Tierra.

 

Bendita Tú, mamá,

el Todopoderoso te bendiga toda la eternidad.

Gracias a Ti tenemos la Salvación,

pues Dios hecho hombre en Ti se encarnó.

 

Bendita Tú, María,

por cumplir con lo que Dios te pedía.

Bendita Tú, María,

por guardarte siempre limpia del pecado.

Bendita Tú, mamá,

por amarnos tanto, cada día.

 

Bendita seas hoy y siempre, María.

¡Bendita seas por toda la humanidad!

Bendita seas, Reina querida.

Salve, Salve, María.

 

Alba Bellido Durán
© copyright