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88 Biblia y meditación

La Biblia
José atacado por sus hermanos
Génesis 37, 12-25

12 Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquem para apacentar el rebaño de su padre.
13 Entonces Israel dijo a José: «Tus hermanos están con el rebaño de Siquem. Quiero que vayas a verlos». «Está bien», respondió él.
14 Su padre añadió: «Ve a ver cómo les va a tus hermanos y al rebaño, y tráeme noticias». Y lo envió desde el valle de Hebrón. Cuando José llegó a Siquem,
15 un hombre lo encontró dando vueltas por el campo y le preguntó: «¿Qué estás buscando?».
16 El le respondió: «Busco a mis hermanos. ¿Puedes decirme dónde están apacentando el rebaño?».
17 «Se han ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: «Vamos a Dotán». José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
18 Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte.
19 «Ahí viene ese soñador», se dijeron unos a otros.
20 «¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!».
21 Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: «No atentemos contra su vida».
22 Y agregó: «No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él». En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
23 Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica –la túnica de mangas largas que llevaba puesta–,
24 lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
25 Luego se sentaron a comer.

Meditación:

José atacado por sus hermanos

Algunos se sientan a comer después de haber planeado y hecho maldades, sellan con el banquete sus maldades.

La envidia, acaba muchas veces en odio, y el odio se complace en la desgracia ajena. Las personas, algunas, en vez de fijarse en Dios e imitarlo, se fijan en el hermano, y buscan cosas en él, en su manera de ser, para justificar su odio.

A José le odiaban porque era muy amado de su padre, Israel, y por envidia, le odiaban y llegaron a planear su asesinato.

Lo buenos deben de convivir con los malos, y aceptan este reto. En cambio los malos no soportan ver a los buenos, a los que envidian, y planean asesinarlo, planean hacerle daño, mucho daño, porque los malos no saben ni quieren, ni aguantan vivir con el bueno, les molesta de tal modo su bondad, que se unen todos para quererlo matar, para apartarlo de sus ojos, y luego celebran, siempre demasiado pronto, el éxito de lo que realmente es su fracaso, porque jamás un mal puede ser un bien para los malos de corazón atormentado. ¡JAMÁS!

P. Jesús

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