Pequeña flor Tú, alma pequeña e indefensa, flor apagada, triste, marchita tras el gélido invierno de la vida.
Te ocultas bajo tus pequeñas hojas buscando refugio de las maldades ajenas. Intentas encubrir tu perfume, pasar desapercibida.
Tapas tu belleza, para que no te destruyan. No intentas llegar alto sino que te escondes entre la maleza.
Tú, bendita alma, con corazón bello y noble, no te ocultes, deja que los rayos del sol divino te iluminen. Vive para él, deja que te guie.
Sé que te han atormentado, y por eso ahora desconfías de todo y de todos. Sé que la gente te ha rechazado, pero Dios nunca lo ha hecho.
Por eso tú, tú debes ser luz en la oscuridad, enfrentarte a la realidad, mostrar tus virtudes, reflejar el amor de Dios
No te sientas desprotegida ni abandonada, sé feliz en los brazos del Señor; agárrate a Él y como flor hermosa que nace en un ocaso, serás feliz para siempre.
Alba Bellido Durán |