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Alba Bellido Durán - 6. página

Dijiste Sí

 

Dijiste Sí

Jovencita bella,

muchacha dulce.

Judía humilde,

alma loable.

 

Preciosa tú, María,

que un día,

con tu sí,

al diablo vencerías.

 

El ángel te llamó,

los planes de Dios te contó.

Tú, atenta, escuchaste

y en su palabra, creíste.

 

Sabías por las escrituras,

que vendría el Mesías,

esperabas su venida

pero no, que tú fueses la elegida.

 

No tuviste miedo,

no pediste pensártelo,

aceptaste, de Dios el deseo,

pues tu amor es inmenso.

 

Podrías haber dudado,

podrías haberte negado.

Pero por tu fortaleza y valentía,

dijiste sí a lo que Dios te pedía.

 

Y…

 

Con tu sí, Mamá,

ser de Dios, Madre, aceptaste.

Con tu sí, Mamá,

a Satanás, te enfrentaste.

 

Con tu sí, Mamá,

permitiste se abrieran las puertas del Cielo.

Con tu sí, Mamá,

adoptaste a cada alma en tu seno.

 

Dijiste sí a sufrimientos y persecuciones.

Dijiste sí, y no pusiste condiciones.

Dijiste sí, a engendrar a Jesús,

dijiste sí, a concebir a la Luz.

 

Dijiste sí,

y te hiciste esclava del Señor.

Dijiste sí,

y tu obediencia, al diablo derrotó.

 

Tu sí, es el acto más bello,

tu sí, es el gesto más maravilloso.

Tu sí, el fruto de aquello

que había en tu corazón cariñoso.

 

Dijiste sí, Mamá,

dijiste sí, María.

Qué alegría

que ahora sea madre mía,

la Reina de la valentía.

 

Alba Bellido Durán
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Gracias alma

 

Gracias alma

Querida alma,

mi corazón desea agradecerte

de verdad y sinceramente,

que resistas firme y fielmente,

en la lucha del creyente.

 

Sí, lo sé

te caes  pero te  levantas

Sí, lo sé

tu sufrimiento aguantas

¡Eres una bendita alma!

 

Te agradezco tu bondad,

tu oración y caridad.

Te agradezco tu humildad,

y tu búsqueda de la santidad.

 

Eres alegría de Mamá María

a quien tienes de compañía.

Eres bendita por el Señor,

que agradece tanto, tus actos de amor.

 

Me alegra tu amor,

 a Dios, nuestro creador.

Me emociona el corazón,

¡que vivas con tanta ilusión!

 

Saber que existes,

me anima a persistir.

Saber que resistes,

me ayuda a no desistir.

 

Saber, alma amada,

que a Dios adoras,

 ¡que a la Iglesia amas!

complace mi alma.

 

Saber, hermano mío,

que sigues a Jesucristo

y eres de mi equipo,

¡me emociona sobremanera!

 

Gracias, sí, gracias

¡tu ejemplo es tan valioso!

Gracias, sí, gracias

tu fe es algo precioso.

 

Gracias, sí, gracias

el mundo, y  yo te necesitamos,

Gracias, sí, gracias

por cumplir con tu misión.

 

Gracias, alma,

por seguir aunque te cueste

Gracias, alma,

¡por resistir, aún el diablo te tiente!

 

Bendita seas,

alma bella,

Gracias, gracias

¡amado amigo!

Alba Bellido Durán
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En mi interior

 

En mi interior

Lo más maravilloso,

sucede.

El milagro más prodigioso,

ocurre.

 

Un acontecimiento magnífico

un regalo divino.

 

Sí, científicamente inexacto,

pero mentira es negarlo.

Sí, humanamente inconcebible,

pero Dios lo hace posible.

 

Es increíble, pero no falso,

que tras comulgar, ¡oh, Dios Santo!

dentro de mí, te poseo

por un efímero rato.

 

Mi alma unida a ti,

¡en Amor abrazados!

Mi corazón, palpitando junto al tuyo,

mi espíritu, acompañado por el tuyo.

 

La Trinidad se hace presente

dentro de mí, verdaderamente.

El Amor, acude humildemente

a mi ser insignificante.

 

Es inevitable,

que en esos bellos instantes

me sienta en el Paraíso,

e irme junto a ti, no me importase.

 

Es inexpresable

la preciosa sensación,

que inunda mi ánima,

al tener en mí, al Creador.

 

Un fuego de amor,

siento arder en mi interior,

mi corazón se acelera

¡la felicidad sincera me alberga!

 

De mis tristezas, me siento aliviada,

de mis preocupaciones, liberada.

Veo que en mí, tienes puesta tu mirada,

y mi alma, de ti embelesada.

 

Me siento tan, tan amada,

que deseo fundirme en tu amor.

Me siento tan, tan dichosa

que no deseo perderte, mi Señor

 

Nadie puede destruir mi felicidad,

y por nada lo podría cambiar.

Pues nada hay más extraordinario

que tener a Dios conmigo,

¡a Dios en mi interior!

 

¡Oh Dios, qué gran deseo!

que todo el mundo

te tenga en su interior,

para que sientan en extremo

tu paz, alegría y Amor.

 

Alba Bellido Durán
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Campeones

 

Campeones 

La vida es una batalla,

que puede ser ganada,

victoriosos son aquellos

que tras su muerte, alcanzan el Cielo.

 

Guerreros fieles

que cumplen las Leyes,

militantes perseverantes

que llevan la fe por estandarte.

 

Han dejado huella

han marcado su paso en la tierra.

Han vivido luchando,

han muerto ganando.

 

Ejemplos de humildad,

de paciencia y  generosidad.

Viviendo la caridad,

se han ganado la santidad.

 

Muchos, con alegría,

muchos, con agonía

han seguido su misión,

¡han servido con ilusión!

 

Su alma han purificado,

su corazón han limpiado,

con la sangre de su martirio,

o con una vida de sacrificio.

 

Han vivido amando,

han vivido, en Dios confiando.

Han combatido y vencido,

¡el Cielo se han merecido!

 

Campeones sois,

¡Santos de la Iglesia!

intercesores sois

¡Bendita vuestra fortaleza!

 

Con amor habéis obrado,

vuestra fe demostrado.

Nos habéis enseñado,

a rechazar el pecado.

 

Ahora estáis

en los brazos de Dios.

Ahora estáis

dentro de su Corazón.

 

Vuestras lágrimas de dolor,

María ha secado con amor.

Os agradece el cariño

que muchos habían despreciado.

 

Campeones sois,

¡Héroes del Señor!

nunca, a servir os habéis negado.

¡Nunca, de amar os habéis cansado…!

 

Y aún ahora, que estáis en el Cielo,

por vosotros ¡Oh santos amados!,

Dios nos conceda

¡muchos milagros!

 

Alba Bellido Durán
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Paz

 

Paz 

Difícil es hallarte,
fácil es perderte.
Una meta el conseguirte,
un anhelo el conservarte.

Quien te tiene,
sabe apreciarte.
Quien no te tiene
desea encontrarte.

No te puedo palpar,
no te puedo visualizar,
pero el alma que te contiene
tu reflejo desprende.

Paz, anhelada paz,
virtud bella e intangible,
simple monosílabo,
con un profundo significado.

Paz, anhelada paz,
mi alma reconfortas,
mi dicha retornas.

Regalo de Dios,
te desea mi corazón.
Mi espíritu te ansía,
trae a él la alegría.

Corazón afligido te busca,
alma desolada te clama.
Las heridas, sanas,
las conciencias, calmas.

Bendito quién alcanza
seas su compañera,
vivirá con esperanza
aunque en dolor estuviera.

¿Cómo obtenerte, preciado tesoro?

La paz verdadera
es aquella
que de una conciencia bella
se desprende.

La paz verdadera
es aquella
que de una comunión divina,
fluye.

La paz verdadera
es aquella
que de la pureza del corazón
nace.

De todos estás al alcance,
bendita paz.
Pido y suplico a Dios,
a todos los corazones llegues,
Y con tu presencia, su alma llenes.

 

Alba Bellido Durán
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