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P. Jesús - 56. página

III. Las características de la fe – 165

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

III. Las características de la fe

La fe, comienzo de la vida eterna

165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18); la Virgen María que, en «la peregrinación de la fe» (LG 58), llegó hasta la «noche de la fe» (Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 17) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: «También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe» (Hb 12,1-2).

Meditación:

III. Las características de la fe

La fe, comienzo de la vida eterna

Es fácil hablar de los testigos de la fe, de Abraham, de la Virgen María, pero tú, tú, tú también tienes que ser un testigo de tu fe, de la fe cristiana católica. Eso es más complicado, ¿verdad?, porque no eres como Abraham ni como la Virgen María; ¿dónde guardas tu fe?, ¿para tener ganas de ir a Misa los domingos?; la fe de Abraham, la fe de la Virgen María, se plasmó en palabras y obras, y eso es lo que tú, tú, tú tienes que hacer también. Dios espera esto de ti, y tienes todo lo que necesitas, en la Iglesia Católica, para conseguir ser un testigo de la fe.

P. Jesús

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Artículo 2: «Creemos» – 166

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

Artículo 2: «Creemos»

166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Meditación:

Artículo 2: «Creemos»

Mucha gente no cree, no tiene fe, porque ¿quién la sostiene?, ¿quién tiene la suficiente fe para sostener a otro? La fe no puede ser en algunas cosas católicas y en otras no, la fe es estar de acuerdo con toda la doctrina católica; ¿y quién la vive de verdad en sus obras? Como he estado diciendo estos días, estas semanas, hay muchos que van de dios, perdonando pecados: “Eres adúltero pero me caes bien; no, no eres pecador, sigue fornicando”. “Mira de disfrutar de tu cuerpo, eres joven, y en la juventud, disfruta, eso sí, no te quedes embarazada, o no embaraces a nadie” Y luego éstos, algunos, van a misa y comulgan. No son testigos de fe, ¡son discípulos de Satanás!, van de dios y perdonan pecados como si fueran Dios, y son demonios.

P. Jesús

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Artículo 2: «Creemos» – 167

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

Artículo 2: «Creemos»

167 «Creo» (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. «Creemos» (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. «Creo», es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: «creo», «creemos».

Meditación:

Artículo 2: «Creemos»

¿Tú crees?, eso es lo importante para ti, y para ti, y para ti, y así ese “Creo” será un “Creemos”, tiene que serlo; la Iglesia Católica tiene a María como Madre, Reina y Señora, tiene que seguir así toda la vida, hay que propagar la fe con María, nunca olvidarla, ¡jamás despreciarla!, ¡¡siempre amarla!!

P. Jesús

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I. «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia» – 168

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

Artículo 2: «Creemos» 

I. «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia»

168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor (Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, —A Ti te confiesa la Santa Iglesia por toda la tierra— cantamos en el himno Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también : «creo», «creemos». Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: «¿Qué pides a la Iglesia de Dios?» Y la respuesta es: «La fe». «¿Qué te da la fe?» «La vida eterna».

Meditación:

Artículo 2: «Creemos» 

I. «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia»

Responsabilidad de todos los bautizados, los que forman la Iglesia Católica, repito, responsabilidad de todos, confesar al Señor en todas partes, porque la fe se quedó en los discípulos de Cristo, aunque muchos al verle resucitar, su fe fue comprobada; y podemos decir que fue una fe completa, que tuvieron una fe completa, como la tendrán, como la tienen, todos los que llegan al Cielo, al ver este Cielo, el Reino de Dios que anunció Cristo; verlo con sus propios ojos, culmina su fe.

Ese “Creo” tiene que ser un “Creemos”, porque Dios, aunque por uno hubiera muerto, la Iglesia sabe que es más que uno el que tiene fe. ¡Cuántos santos hay en la Iglesia!; con todos ellos, este “Creo”, es un “Creo”, sea un “Creemos”.

P. Jesús

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I. «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia» – 169

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO TERCERO, LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS 

Artículo 2: «Creemos» 

I. «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia»

169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: «Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación» (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: CSEL 21, 104). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.

Meditación:

Artículo 2: «Creemos» 

I. «Mira, Señor, la fe de tu Iglesia»

Una madre educa, la Iglesia Católica educa porque es madre, porque cada uno de los creyentes educa a los demás con su conducta, con sus palabras. Salva Dios, Cristo, Jesús, el cual nos dio el mejor ejemplo, más que cualquiera de los santos, más que cualquiera de los fieles; Jesús es Dios.

P. Jesús

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