Saltar al contenido

Ensayos de fe

Tú joven de hoy

La fe sin obras es una fe muerta

La fe sin obras es una fe muerta

Este ensayo se titula “La fe sin obras es una fe muerta”. Soy Montserrat Bellido Durán, la cuarta de 16 hermanos, y doy gracias a Dios porque tengo un padre y una madre que son dos personas maravillosas que desde nuestra infancia nos enseñaron la fe católica a mis hermanos y a mí. Yo no puedo hablar de ninguna conversión, pues desde siempre he practicado y vivido la fe, considero que no hay en el mundo nada mejor que ser católico de corazón y vivir la fe con convicción.

¿Qué son las obras de la fe? Las obras de la fe son la prueba viviente de la fe que se siente, quien no actúa según su fe no hace obras de fe.

La fe es un don natural y lógico que viene de Dios, sólo Dios puede dar la fe, y ¿por qué necesitamos la fe? Necesitamos la fe para poder estar unidos a Dios.

Dios nos da a cada uno un alma, y por el hecho de darnos alma, venimos de Dios. De la misma forma que nuestros padres nos dan un cuerpo y por este hecho venimos de nuestros padres.

Como Dios es Amor y nuestra alma viene de Dios, nuestra alma siempre tiene la necesidad del amor de Dios, por el hecho de partir de Dios. Es esta necesidad de amor lo que durante nuestra vida terrena nos ayuda a acercarnos a Dios y tener fe en Él.

La capacidad de amar está dentro de cada persona, el amor es una necesidad que en algunas personas ejerce el efecto de acercarlas y unirlas a Dios, y en otras personas, esta necesidad de amor, mal interpretada, las une al dinero, al poder, al sexo u a otras cosas.

La fe, como todo don, quien no lo cuida y valora como tal puede perderlo a falta de ejercerlo y vivirlo.

El amor y la fe van unidos, porque para tener fe en Dios necesitamos amarle. La fe es creer en Dios aunque no le veamos físicamente, es confiar en Él y obedecerle. Se puede decir que la fe de un alma es el romance que vive esta alma con Dios.

Imaginemos que hay un chico, llamémosle Roberto, que está muy enamorado de una chica que se llama Lucía. Roberto está todo el día hablando de Lucía a sus amigos, les dice que es muy afortunado porque está locamente enamorado de Lucía, que es fantástica, que es el sueño de su vida y tal… habla tanto de ella, que todo el mundo sabe que este chico quiere a la Lucía excepto la misma chica, porque Roberto nunca se lo ha dicho a ella, ni se lo ha demostrado con hechos ¿por qué? Porque él no se atreve hacerlo. Las personas que tienen fe pero no la viven día a día, son como este Roberto, que “ama” a la Lucía pero no se atreve a confesarle su amor… ¿Cuánto tiempo tiene que esperar Dios para que una persona le demuestre su fe verdadera?

Si Roberto que sólo ha dicho en voz a sus amigos que ama a Lucía no se arma de valor y se decide a conquistar a Lucía, ¿cómo lo hará si sólo va diciendo por ahí que la ama? Deberá demostrárselo a ella con obras, sino ella no podrá saber de su amor. Si él la ama de verdad sus obras serán de amor verdadero.

En el caso de que Roberto confiese su amor a Lucía, la  llame por teléfono y le diga “te amo, vida mía, me muero por ti…” pero por otro lado nunca va a verla, este chico dice mucho pero no la ama, Roberto sólo es feliz al sentir una sensación en él mismo por la chica, pero no va a verla, no quiere compartir su vida con ella y contarle sus cosas, y saber de las cosas de ella. Si la amara de verdad querría estar a su lado. Más que amor siente pasión o atracción por Lucía y eso le basta, no avanza a sentir algo más profundo y duradero, que es lo que lleva a fomentar un amor verdadero.

Con Dios pasa lo mismo, cuando se le ama de verdad, se quiere estar con él, por ello se quiere vivir en su gracia, para estar todo el tiempo posible con él. Quien diga “Sí, Dios te amo” pero no vive en gracia de Dios por no estar al día con los sacramentos, realmente no ama a Dios y su fe no está unida a sus obras.

¿Cómo puede una persona decir que tiene fe y no hacer actos de esta fe? No se puede decir “sí, yo creo en Dios” pero los diez mandamientos me los salto a la torera, no uso de los sacramentos, rezo y hablo con Dios casi nunca, no intento ayudar a mi familia y amigos a vivir la fe… ¿Eso es tener fe? No.

Cuando una persona tiene fe de verdad, es porque ama a Dios. Y por amar a Dios hace lo posible por vivir en gracia de Dios, porque quiere estar en contacto directo con Dios, quiere estar con Dios porque le ama, porque le es fiel, porque le tiene confianza. Cuando dos personas se aman de verdad, quieren estar juntos. Y sólo estamos en contacto directo con Dios cuando vivimos en su gracia.

Quien no está en gracia de Dios es desgraciado: porque no está en Gracia de Dios, no deja que Dios le ame. Y la plenitud de la fe es vivir el amor de Dios 100% unido a Él.

Es más; las obras de fe, sólo tienen valor si las hacemos por Dios, y si estas obras de fe las hacemos por Dios estando en su Gracia, aún son de más valor, porque estas obras las hace Dios en nosotros. Ya que al estar en gracia de Dios, es Dios quien actúa dentro de nosotros. Todas las buenas obras que hacemos, las hace Dios a través nuestro. Esto es muy bueno también a la hora de hacer penitencia por nuestros pecados cometidos y confesados, porque el estar en gracia de Dios y dejar que Dios haga cosas buenas a través nuestro, es una forma de hacer penitencia y reparar el mal cometido.

Nosotros, a raíz del pecado original, tenemos tendencia a pecar y hacer el mal. Necesitamos a Dios en nosotros para que nos ayude a hacer el bien, y Dios no puede estar donde hay el mal; por eso hay que vivir siempre en gracia de Dios.

La fe hay que demostrarla con obras. Sin las obras de la fe uno no puede salvarse. El demonio tiene fe, cree en Dios y no hace obras buenas de fe, al contrario, el demonio conoce a Dios y le odia y hace maldades, el demonio no va a salvarse por su sola fe de saber que Dios existe, porque sus obras son malas, no ama a Dios, es un ángel caído que no sirve a Dios, y por no servirle no hace obras de fe por amor a Dios.

Comparando con el caso de Roberto, que dice estar enamorado de Lucía, todos lo saben porque lo dice de boquilla, pero a la chica no se lo ha demostrado ni se lo ha hecho saber. Si tú tienes fe y no la vives, no tienes fe, porque la fe está para vivirla unido a Dios, es más; tampoco amas a Dios.

Si Roberto siente un amor que no es correspondido por Lucía, porque él no se lo ha dicho y tampoco sabe si ella le ama, no puede vivir un romance. Si sólo él siente que la ama, pero no hay entre él y Lucía una serie de muestras de amor correspondido, entonces lo que vive Roberto, es una sensación que puede ser principio de un amor cuando se atreva a confesarle a Lucía que siente algo por ella, que con el tiempo, al irla conociendo más y mejor podría llegar a ser amor de verdad por parte de los dos, PORQUE PARA AMAR HAY QUE CONOCER.

Pero Roberto de momento sólo siente la chispa de lo que podría llegar a ser amor, no vive un amor demostrado.

Cuando amas de verdad das y compartes. Si Roberto siente pero no da muestras de su amor a Lucía, no ama de verdad, siente el principio de un amor, pero si no hace muestras de amor no ama, y eso que siente y empieza a ser un amor, al no avanzar y convertirse en muestra verídica de su amor por Lucía, esto que siente Roberto por Lucía y que sólo sabe decirlo de boquilla a sus amigos y no a ella, no pasa de ser sólo una sensación que no deja huella de amor en la tierra. Por otro lado, Lucía no puede dar muestras de amor a Roberto, porque él no le ha dicho a ella que la ama, no se lo ha demostrado y Lucía no puede hacer nada para corresponder un amor que no le es demostrado.

Con Dios tenemos la ventaja de que sabemos con certeza que nos ama con locura, más de lo que nadie nos amará, nuestro amor por Él será correspondido siempre. Pero para amarle cada día más necesitamos conocerle más, tratarle y hablarle, hacer oración…

Cuando por tener fe y amar a Dios te vas a confesar de tus pecados y después vas a comulgar; vives en gracia de Dios, y Dios, que sólo vive en el bien, puede estar contigo y corresponder a tu amor, por tu tener el alma limpia. Pero si tú no vives en su Gracia, Dios no puede estar dentro de ti, y no puedes sentir de pleno su amor, ya que Dios no puede estar en las almas en pecado, porque es la Suma Bondad, y la bondad y la maldad no se avienen, no pueden convivir juntas. El blanco es blanco y el negro es negro, si se une el blanco al negro, desaparece el blanco, y viene el gris, por eso hay que confesarse siempre que se peque.

La muestra de fe y amor verdadero para con Dios es vivir en su Gracia, por estar limpio de pecado y tenerlo a Él dentro de nosotros, así se demuestra que se ama a Dios.

Por no estar en pecado tu alma, dejas que Dios entre en ti y pueda corresponder a tu amor, sólo Dios puede entrar en ti cuando tú vives en su Gracia. Sinó, no le dejas a Dios que te ame en plenitud y esté dentro de ti, por tu libertad de querer vivir en pecado le atas las manos a Dios y Dios no puede vivir en ti.

Cuando uno vive en gracia de Dios, todo le va bien y mejor que si no viviera en gracia de Dios, porque Dios es el mejor de los enamorados y el más generoso a la hora de dar.

La palabra fe viene del latín “fides”, significa confianza, crédito, palabra dada, en sí, como he dicho antes, la fe es un romance vivido entre un alma y Dios, es el vínculo de confianza que hay entre la persona y Dios. Y cuando uno está enamorado y vive un amor correspondido, es tan feliz que desea y necesita compartir su amor y alegría, porque su corazón está a rebosar de felicidad. Por ello, cuando se tiene fe, uno no se queda la fe para sí mismo, sino que la da a conocer, no se avergüenza de ella, sino que la vive con alegría en Dios.

Si tú quieres ser feliz y tener una vida sana y estable, debes cuidar tu cuerpo y tu alma. Vive en gracia de Dios.

Tu alma necesita de la fe y del amor de Dios, Dios es tu mayor fuente de energía, porque has venido de Dios y al morir vas a la presencia de Dios. Cuando una persona se muere, el cuerpo queda inerte ¿Qué ha pasado? El alma ha abandonado al cuerpo ¿significa eso que aquí termina todo? No, al contrario, aquí todo continúa y para siempre… ¿Cómo que aún hay vida después de la muerte si el alma ha dejado el cuerpo? Porque el alma de las personas es  inmortal, y la fe que esta alma ha vivido la conduce o al Cielo, o al Purgatorio o al Infierno, porque el alma necesita creer en Dios y amar a Dios, como el coche necesita del combustible, pero si a un coche le llenas muy poco el depósito, no podrá ir muy lejos, y cuando se queda sin combustible se para a tantos kilómetros equivalentes a la cantidad de combustible que tenía en su depósito. El alma por su capacidad de fe y amor a Dios, al morir el cuerpo, ella se para hasta donde llega por sus actos de fe y amor a Dios realizados en la tierra. Quien llega al Cielo es porque tiene una fe y un amor a Dios que siempre han estado en acción, y su alma se ha saciado en su amor a Dios y con Dios, quien va al purgatorio no ha sabido vivir bien su fe, no ha sabido vivir la necesidad que tiene su alma de conectar con Dios, es decir no ha sabido amar a Dios, y quien va al infierno no ha querido conectar con Dios, no ha querido amarle, por ello se va al Infierno, y allí seguirá sin Dios por siempre jamás.

¿Qué nos pide y qué necesita nuestra fe? Lo mismo que la gasolina, la fe necesita movimiento, rodaje, para poder hacer efecto, si nos quedamos aparcados en la vida y no hacemos obras de fe unidas al amor a Dios; la fe que tenemos por amar a Dios, está quieta, aburrida, sin hacer nada. Esta fe que tenemos y que necesita de nuestras acciones para fortalecerse en el amor a Dios, por no hacer obras de esta fe unida al amor de Dios, no crece, y puede perderse nuestra alma sino rectificamos nuestra conducta aquí en la tierra.

Las obras de la fe, deben ir unidas siempre al amor de Dios y cumpliendo con su Ley, sólo así son verdaderas obras de fe, sino no lo son.

En la Biblia, en Gn 1, 27 dice “ Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra;” 
Al ser tú a imagen de Dios, si no dejas crecer tu fe y tu amor a Dios, sino haces lo posible para hacerlos crecer, no se unirá tu alma a Dios, y vivirás infeliz en la tierra, porque faltará algo en ti, este algo es que tu cuerpo que también tiene alma, no está completo, porque no tiene a Dios, por no vivir en su gracia y no poder deleitarse en el amor de Dios. Tu necesidad del amor de Dios no está saciada, y tu alma tiene la carencia del amor de Dios, porque como no dejas crecer tu fe, ni tu amor a Dios, porque ambos van unidos, no sabes amar a Dios. Y tu alma tiene sed de este Amor Verdadero y Pleno que conoció en el momento de tu fecundación, en ese instante en que hubo la unión de las células reproductoras sexuales de tu padre y de tu madre. Dios a esta unión de células que dieron forma a tu cuerpo físico unió su soplo de vida: dándote un alma. Y en ese tiempo en que Dios te creó de su Amor, tu alma ha conocido a Dios, porque ha salido de Él, ha salido de Dios que es Amor, por eso, durante toda tu vida terrena, tu alma tiene la necesidad del amor de Dios. Es esta necesidad lo que nos ayuda a llegar a Dios, conocerle, amarle y servirle. Es natural, como es natural que una persona tenga la necesidad de un padre y una madre, porque su cuerpo físico es resultado de la unión de las células reproductoras sexuales masculina y femenina, o sea, tiene un padre y una madre, ellos le dan el cuerpo físico con su unión, y Dios, automáticamente, siempre que hay esta unión de células él pone un alma, y de este trabajo en equipo entre Dios, tu padre y tu madre nace una vida en el instante en que hay fecundación, porque Dios ha creado así la naturaleza, de manera que siempre que hay unión de una célula reproductora sexual  femenina con una masculina, ipso facto Dios pone un alma. Dios, desde el principio de todos los tiempos ya sabía cuántas personas existirían por esta unión, y nos ama a todos sin discriminación, seamos hijos de unos padres que se aman, de una violación, de un acto sexual hecho sin amor no importa Dios te ama a ti y sólo a ti tal como eres.

Hay un refrán que dice “Si no vives tal como piensas acabarás pensando tal como vives”, así que si una persona dice amar a Dios pero no vive en su Gracia, no tiene a Dios en Él. Hay que usar la confesión y la comunión con frecuencia para estar siempre en Gracia de Dios. El hecho de vivir en Gracia de Dios es vivir en amistad con Dios, quien muere viviendo en Gracia de Dios va al Cielo.

Los protestantes dicen que uno puede salvarse por el sólo hecho de tener fe, pero esto no es así, porque de ser así, también uno podría saciarse sin comer, y esto no es lógico ni natural. Cuando una persona no vive su fe y amor a Dios, cuando no vive en Gracia de Dios, daña su alma, porque el alma sufre en el pecado, ya que el alma ha conocido a Dios antes de nacer y desea volver a Él, el alma sufre porque no tiene a Dios con ella. Nuestro cuerpo está creado de tal manera que; cuando no lavamos nuestra alma con la confesión y  la alimentamos con la Eucaristía, que en ella está Jesús en persona, Dios Mismo, nuestra alma padece, y cuando el alma está mal, el cuerpo tiene mal estar, porque ambos están unidos.

Muchas enfermedades vienen a raíz de cometer malos actos, por ejemplo, quien tiene rencor, y no se confiesa, no pide ayuda a Dios para no tenerlo y no intenta no tener rencor, puede llegar a tener cáncer o alguna otra enfermedad. Está comprobado que una persona que vive unida a Dios por estar en su Gracia tiene muchos éxitos en la vida y le van mejor las cosas que a las personas que no viven en Gracia de Dios. Y tiene lógica, porque Dios es el dueño del mundo y de la vida, Él puede hacer lo que le dé la gana, y cuida y hace regalos a quienes le aman e intentan ser santos.

¿Ser santos? Sí, eso he dicho, ser santos. Los santos son las personas que al morir van directamente al Cielo sin pasar por el purgatorio, porque en la tierra han vivido en Gracia de Dios, y sus obras de fe han dado gloria a Dios, porque han sabido amar a Dios y demostrarlo con obras de caridad. Todos estamos llamados a ser santo, así que tú para santo, para santa.

Alguno dirá “entonces si Dios sólo ayuda a los que viven en Su Gracia es injusto”, pero no tiene nada de injusto, cuando dos son amigos es natural que el amigo te ayude, sabe de ti, sabe lo que te pasa y como es tu amigo forma parte de tu vida puede ayudarte. Dios ama a todo el mundo, pero si uno no vive en Su Gracia, no deja que Dios entre en su vida como un buen amigo. Si quieres que Dios te ayuda vive en su gracia, es de lógica. Un mal hijo no puede enfadarse si su padre ayuda a su hermano que sí le ama y vive en su casa, el mal hijo no vive en casa, no ama a su padre y no va a verlo ¿Cómo va ayudarlo su padre si el hijo no va a buscarlo a su casa y no le ama?, ve a la casa de Dios, a la Iglesia Católica Apostólica y Romana, allí encontrarás a Dios, ámale y déjate amar por Él.

¿Cómo sabemos que debemos confesar nuestros pecados delante de un sacerdote católico para ser perdonados? Porque en el Evangelio Jn 20, 22-23 Jesús les dice a los apóstoles “ Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos.”

Dios nos ama a todos, pero si hacemos como Pedro y no le decimos a Dios que le amamos y no hacemos actos de fe, es decir; que sino cumplimos con los 10 Mandamientos de la Ley de Dios, con los 5 Mandamientos de la Iglesia Católica, no rezamos, no amamos a Dios y no servimos a Dios, decimos mucho pero no hacemos obras de fe, y realmente no amamos a Dios.

Dios no puede responder a nuestro amor, cuando le atamos las manos al no vivir en su Gracia, por no confesar y comulgar, y nuestra alma sufre, porque su necesidad del Amor de Dios no está satisfecha. Dios Mismo está en los sacramentos de la Iglesia Católica y lo recibimos a Él en Persona cuando comulgamos la Sagrada Hostia que ha consagrado el sacerdote durante la Misa. Así lo instituyó Jesús en la última cena, lo podemos leer en Mt 26,26 “Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo.”

San Pablo, en su carta a los Hebreos 11,1 dice:
“1 Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven.” 
San Pablo nos define la fe como la certeza de lo que se espera (en el futuro), la convicción de lo que no se ve (en el presente) la fe es la certeza y convicción que tenemos de que Dios existe y nos ama.

La naturaleza del hombre por sí sola tiene tendencia a pensar creer en la existencia de un Ser Superior, porque nuestra alma en el fondo conoce a Dios, porque ha vivido su Amor en el momento de la fecundación, cuando Dios ha puesto nuestra alma en la unión de las células reproductoras sexuales de nuestro padre y nuestra madre. Por ello San Pablo nos habla de una realidad que no se ve, es una realidad el hecho de que Dios existe porque ya hemos visto y estado plenamente en Dios cuando Él ha creado nuestra alma, hemos conocido su amor, nos hemos amado completamente, plenamente, hemos vivido un romance Dios con nosotros y nosotros en Él, y esta realidad no se ve con los ojos del cuerpo porque es una realidad espiritual.

El hecho de que Dios nos da el alma cuando hay la unión de las células reproductoras sexuales masculina y femenina en el momento de la fecundación; es parecido a cuando dos enamorados se despiden porque uno de ellos debe irse por un tiempo, pero como se aman, dicen que se volverán a encontrar y que mientras no vuelvan a verse, se escribirán. Así que Dios nos da un alma, y nosotros, tú yo, nos hemos amado con Dios, cada uno en el momento en que Dios creó nuestra alma, porque hemos salido de Él que es Amor, pero Dios nos hace libres, y como un amor de verdad es libre y no es obligado, nos deja que en vida le busquemos y aprendamos a amarle, pero para ello tenemos que conocerle, por eso nos deja en el alma la semilla de la necesidad de su amor, digamos que viene a ser su dirección de correo, donde podemos escribirle las cartas y estar en contacto hasta que nos volvamos a encontrar cuando nuestra alma abandone nuestro cuerpo y vaya a Dios.

Si se piensa ¿Porqué si Dios nos deja libres nos ha dejado amarle antes de nacer?, la respuesta es porque Dios creó al hombre, y toda la vida del género humano viene de Dios, por ello sí o sí Dios debe darnos un alma para poder existir. Dios nos ha creado, es nuestro padre le amemos o no. Venimos de Dios y vamos a Dios. Es como un escritor que hace una novela, esa novela para existir ha necesitado ser creada por su autor, y la obra depende de su autor, porque ha salido de él.

Dios nos hace libres, para que libremente le amemos, nos deja a cada uno la semilla de Su Amor, cosa natural como una novela tiene en sí parte de quien la ha escrito y no de quien la lee, por eso nuestra alma es de Dios y no nuestra, es Dios quien la ha creado, nosotros no la hemos creado. Esta semilla del Amor de Dios que todos llevamos dentro nos ayuda a llegar a la fe, conocer a Dios y poder amarle.

Cada uno podemos amarle o no. Para amarle hay que conocerle, y para conocerle. Cuánto más se ama a Dios más fe se tiene, más confianza se le tiene.

Por ejemplo: Jaime y María se aman con locura, pero la María tiene un accidente, y pierde la memoria, como ha perdido la memoria, todo el amor que sintió por Jaime, ha existido y está allí en su corazón. Pero, como para amar hay que conocer, y María ha perdido la memoria, no tiene recuerdos de quién es Jaime, no sabe quién es, pero como en un principio le amó, porque de su natural al conocerle le gustó y se avenían, cuando vuelva a conocerle volverá a enamorarse de él. Jaime, como la ama, no quiere forzarla ni asustarla, piensa “Si a María que acaba de perder la memoria le digo María tú me amas y no te acuerdas de mí se asustará, ¿qué voy hacer?, yo no quiero que me ame por obligación a que antes me amó, yo quiero que vuelva amarme libre y bien como antes de perder la memoria, ya sé, tendré que conquistarla de nuevo, volver a empezar de cero, y así ella no va a sufrir y podrá volver a amarme con el tiempo”. Jaime tiene razón, no puede obligar a María que le ame, la naturaleza humana necesita de su tiempo, si la obliga a que le ame no le amará bien o no le amará por el hecho de obligarla a que le ame, por amarle antes del accidente.

Dios hace igual con nosotros, al venir al mundo, al nacer, es como si cada uno de nosotros perdiera la memoria, y Dios intenta conquistarnos de nuevo, para que podamos volver a vivir ese amor tan y tan grande que vivimos en Él cuando creó nuestra alma y nos puso en el vientre de nuestra madre.

Como Dios no tiene cuerpo físico, y no le vemos, en nuestra alma deja la semilla de Su Amor para que podamos conocerle y dejarnos conquistar por su amor Él, así se aprende a amar a Dios y a tener fe en Él, porque la fe y el amor van unidos.

Cuanto más amemos Dios, más obras de fe haremos y más fe tendremos en Dios. A quien más amas, más confianza tienes, más conoces, es con quien compartes más cosas y es con quien estás más unido.

Mt 22, 37 Jesús nos enseña que el mandamiento más grande de la Ley es “El le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.”

Una persona, por ser hijo de Dios, tiene el deber de conocer a Dios, que es quien le ha dado la vida, conociéndole aprenderá a amarle sobre todas las cosas y personas, tendrá fe y hará obras de esta fe.

“Bueno ¿qué tengo que hacer para conocer a Dios?” Leer el Evangelio, en él Jesús nos dice “El que me ha visto a Mí ha visto al Padre” Jn 14,9 Es a través de Jesús cómo llegarás a Dios, porque Jesús es la segunda persona de la Santísima Trinidad, es Dios hecho hombre, concebido por obra del Espíritu Santo en la Santísima Virgen María. A través de Jesús sabrás como es Dios y la Virgen María te ayudará, pídele ayuda.

Si a ti te dicen “Ah, la fe es cosa de críos y viejas”, les contestas que no es así, porque tener fe es aceptar la realidad de que Dios en tu Padre, y por aceptarlo y amarlo, tienes fe y haces obras de fe. Bien el hijo de una mujer que se quedó viuda antes de que él naciera, se creerá que tuvo un padre, sino su madre no hubiera podido concebirle, y aunque nunca el hijo haya visto a su padre, sabe que tiene lógica el hecho de que tuvo padre, es una realidad natural, y cree a su madre cuando le cuenta cómo era su padre y que quería a su hijo cuando el hijo estaba en el vientre de su madre y aún no había nacido.

El hombre no ha venido sólo al mundo por azar, todas las cosas tienen un principio y un fin, y el principio del hombre es que Dios lo creó a imagen y semejanza suya, por eso existe la necesidad del amor de Dios dentro de cada uno, aunque hay quien encauza mal esta necesidad del amor de Dios, y en vez de buscar a Dios pone todo su amor en una persona a la que idolatra como si fuera un dios, o pone su amor en el demonio, o el dinero, o el poder o busca el amor en el sexo, es decir su necesidad de amor de Dios por venir de Él e ir hacia Él intenta saciarla buscando en donde no la encontrará, porque la necesidad del amor de Dios sólo se calmara amando a Dios Mismo.

Quien no tiene fe en Dios porque no quiere, es como el hijo de una madre viuda que no se cree quien fue su padre, no le importa saber si tuvo padre ni quien fue, e intenta buscarse otro padre, es natural la tendencia de necesitar la imagen de un padre, ya que las personas tienen una familia y está constituida de un padre y una madre, unos hermanos, etc.… pero lo primordial es tener un padre y una madre, sino no se puede tener hermanos, ni tíos, ni abuelos, ni primos, porque todos ellos uno los tiene a raíz de tener padres.
Quien no conoce a Dios y no le ama ni tiene fe, por ignorancia, porque nadie le ha hablado de Dios, es como si fuera hijo de una viuda que nunca le ha hablado de su padre, tiene un padre, porque es de lógica que ha nacido por la unión de su madre con su padre, pero nunca nadie le ha hablado de él.

Nuestra Madre la Iglesia Católica Apostólica y Romana, la esposa de Jesús, que es Dios hecho hombre en el inmaculado vientre de la Virgen María, nos cuenta cómo era Jesús, que vivió en este mundo para enseñarnos que Dios existe y nos ama a todos, Dios nos envío a su Hijo Dios para que con su muerte en la Cruz nos redimiera de nuestros pecados, para que así, por NUESTRAS OBRAS DE FE y no sólo por nuestra fe, repito: para que por nuestras obras de fe, podamos reunirnos de nuevo con Dios en el Cielo Eterno.

La Iglesia Católica Apostólica y Romana nos educa en la fe que Dios Mismo dispuso para nuestra salvación y felicidad Eterna a través de Jesús, esta fe es el Catolicismo. Hagamos caso a nuestra Madre, la Iglesia Católica Apostólica y Romana, que es como si fuera viuda, porque su Esposo Jesús subió al Cielo y allí nos espera a todos sus hijos. Pero como Dios lo puede todo, Jesús (que es Dios hecho hombre) está en el Cielo y a la vez está presente aquí en la tierra, en la Eucaristía para ti, para que puedas comulgar y tenerle dentro tuyo, y así puedas saborear un poco del gran amor que vivirás por Siempre en el Cielo si eres santo-a.

Seamos como la Virgen María y digámosle “sí” a Dios, dejemos que Dios haga su voluntad en nosotros, y hagamos obras de fe, como hizo nuestra Bendita Madre del Cielo Santa María; Ella dijo “Sí” y se hizo madre, actuó siempre como una Madre. Digámosle “sí” a Dios, y actuemos como buenos hijos suyos, que eso es lo que somos, tú y yo somos hijos de Dios.

Si te falta fe, aprende más de Dios, lee el Evangelio, y reza para que Dios haga crecer en ti el amor a Él y la fe.

Las semillas si no se cuidan cuesta que germinen. Si desde la infancia no se cultiva la fe, muchos de adultos necesitan de más oración para que el amor a Dios y la fe germinen y crezcan, fuertes, fieles y perseverantes.  Animo a todos los padres y madres a que eduquéis a vuestros hijos en la fe verdadera para mayor felicidad de vuestros hijos y vuestra, si queréis ser una familia feliz amad a Dios sobre todas las cosas y personas, y haced obras de vuestra fe católica.

Que Dios te bendiga.

Eres libre amigo mío.

Montserrat Bellido Durán

© copyright

Fecha de publicación: 22 de diciembre de 2010