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La verdadera libertad

    LA VERDADERA LIBERTAD

En el Cielo seremos más libres que nunca porque la verdadera libertad es hacer siempre, y en todo, la voluntad de Dios, amándole.

La verdadera libertad es hacer lo que Dios quiere, y no hacer lo que Dios no quiere. Entonces, ¿no somos libres cuando hacemos el mal? No, somos esclavos y no libres, y es la Verdad la que nos hace libres1; y es Jesús “el Camino, la Verdad y la Vida”2, mientras que el Demonio es el padre de la mentira; ¿cómo puede alguien ser libre haciendo el mal, sucumbiendo a la mentira? Ese alguien usa mal de su libertad, ejerciendo así el libertinaje.

Gracias a la libertad, nuestra voluntad puede unirse a la voluntad de Dios.

Y es por su Santa Voluntad que somos libres, que podemos elegir en qué poner nuestra voluntad, o incluso consentir que otros elijan por nosotros.

Dice la Iglesia Católica en su número 1743 del catecismo: “Dios […] ha querido “dejar al hombre […]en manos de su propia decisión” (Si 15,14), para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventurada perfección (cf GS 17, 1).”

Dios es libre y todo lo ha hecho bien, Dios no hace el mal por no obligar a ser bueno a aquel que quiere ser malo. Y aunque no es voluntad de Dios el mal que ejecutan las personas, sí que es su voluntad el permitir que todas las personas sean libres, para que por sus obras demuestren qué desean, y reciban recompensa o castigo, Cielo o Infierno.

Sí, tiene explicación el mal en este mundo, empezando por el mal que introdujo la muerte y el dolor en este mundo, me refiero al mal del pecado primero, el de Adán y Eva, perpetrado por su libre voluntad individual.

Dios te prueba, sí, la vida es una prueba de amor continua, y Dios te prueba permitiéndote ser libre, no por un día o dos, sino por todos los días de tu vida.

¡Esta libre voluntad individual es nuestro gran tesoro!, porque a Dios le basta un sincero “sí” de corazón, para hacer en ti maravillas con su Gracia y Amor. No necesitas más que pronunciar tu voluntad con un honesto: “Jesús mío y Dios mío, te necesito, ayúdame, yo solo no puedo”, para que el dedo todopoderoso de Dios empiece a obrar milagros en tu vida. No estás solo en medio de una jungla de libertades individuales, muchas mal usadas, no, Dios te cuida y te protege, y es real la Divina Providencia.

Tú une tu voluntad a la de Dios, y mientras otros hacen el mal debido a ser libres, y ese mal te perjudica a ti, tú… tú permanece fiel al Señor, porque va a llegar para ti su auxilio divino y reconfortante. No puedes pedir a Dios que quite la libre voluntad individual a los malos, pero sí puedes pedirle que, con su libertad de Dios, obre prodigios.

Somos verdaderamente libres al cumplir la voluntad de Dios, y Dios tiene puesta su voluntad en el bien, en el amor, en lo correcto, en cada uno de los Diez Mandamientos.

Decide tu libertad, tú decides.

Patricia Bellido Durán

© copyright

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1 Cf. Jn 8, 32 (Sagrada Biblia)

2 Cf. Jn 14, 6 (Sagrada Biblia)