Saltar al contenido

Consulta 3

i. , 43 años , de colombia. 7/20/2008

Tengo una hija es adoptada ya cumplio 17 años pero algunas personas de mala fe le han querido envenenar su corazon y su alma poniendola a dudar de todo el amor y la entrega que nosotros como padres le hemos dado como puedo orientarla para fortalezer mas nuestros lazos sufro mucho al pensar que esas personas de mala fe me le dañen su corazoncito , para nosotros ella es el regalo mas grande que dios nos ha dado. gracias.

Respuesta de: María Durán de Bellido. 12/1/2008

Alma que de bendiciones está llena. Háblale a tu hija así mismo como te diré:

“Hija mía, madres son aquellas que tienen hijos en su vientre y también son madres las que aceptan las hijas de otras madres que les han cedido a voluntad al ser que engendraron. Esas madres últimas, de las que te hablo; una de ellas, soy yo, y tu padre también es conmigo el portador de los genes del amor; del amor con que te amamos, que no esperamos nueve meses, sino MUCHOS MÁS, para tenerte, meses llenos de angustias porque no venías al mundo como queríamos, como es lo que más abunda: salida de la unión de nuestros cuerpos. Tú viniste de otros padres biológicos, pero aunque ellos fueron los portadores de tu cuerpo, si no hubiera sido por Dios, el Divino Maestro del Universo entero; tú, hijita de nuestros sueños; no habrías nacido. Dios permitió que nacieras porque tu padre y yo queríamos a una nena buena como tú para amarte y educarte. Ya te digo, madre es la que da vida y es la que ama, como yo te amo, y como eres amada por tu bendito padre, mi esposo amado, que esperó conmigo el que Dios te pusiera en nuestro camino. Viniste por la vía de la adopción, pero te trajo Dios mismo en nuestro camino; camino que con nuestras oraciones te engendramos, con la bendición de Dios, en las circunstancias de otros cuerpos de padre y madre; pero siempre fuiste destinada a nosotros, porque te queríamos, y no sólo por ser tus padres sino también por y para educarte; para hacer de ti, una persona maravillosa. Y según nuestras capacidades y junto a nuestros fallos y errores y quizás pecados que posiblemente hemos cometido, como todo el que nació después de Adán y Eva, así le acontece; o sea, todos: Tu padre, yo y tú misma, junto con todas las demás personas, incluso las que comentan que no hacemos bien las cosas, pero quien te amó y te adoptó fuimos nosotros y no ellos. Es fácil hablar y juzgar cuando ya el trabajo está hecho. Tú, amada mía, hija de mi corazón, quizás no somos los mejores padres, pero somos tus padres por Amor de Dios. Danos la oportunidad de demostrarte que el amor no es solo ser madre biológica o padre biológico, sino educar a los hijos en el verdadero amor y en la disciplina de encauzarte para que seas una digna hija de María. ¿Qué eso es a veces negarte algo que incluso puede ser licito? Sí, puede que sea así, pero lo que nos interesa de Dios es que nos diga: “Habéis hecho una buena labor con ella, con la hija que creé para vosotros, para que vuestra fe y vuestra inteligencia me ayudará a hacer de ella una mujer entera, recia, segura de sí misma, y esto se consigue con la disciplina”. No digas, hija mía, que no te amamos, porque estamos en tiempos de educarte y es hora de la disciplina y no de quejas continuas. Medita, piensa y ya que eres nuestra amada hija; danos un voto de confianza, la confianza de que no sólo queremos ser tus padres sino educarte para que des lo mejor de ti misma, y para eso es necesario, sí, el amor, pero también la disciplina. Tu padre y yo, tenemos un don muy grande, el de ser tus padres ante Dios y los hombres. Apóyate en nosotros y seamos felices los tres, que es muy fácil ir de juez, como hacen algunas personas que te hablan mal de nuestras intenciones. Danos un voto de confianza, a los que te esperamos, no por nueve meses, sino por mucho tiempo unidos a Dios por la oración. Te amamos.”

Veo que se ha alargado, por eso, si no tienes mucha memoria o crees que puedes olvidarte de algo. Lo escribes de tu puño y letra y se lo dejas encima de su cama, con una linda estampa de Santa María, Madre de Dios.

Sé que esta misma carta para tu amada hija, te ha aclarado algunas ideas y que ahora ves claramente y ya no te sientes distinta a la madre biológica, sino que sabiendo la verdad sabes que todos los hijos salen de la Voluntad de Dios, lo que unos llegan por una vía; la del cuerpo y el corazón y otras por la del amor en dos corazones con ganas de amar; siempre, siempre llegan por la voluntad de Dios.

Enhorabuena mamá educadora.

Queda en paz.

 

Sección: Adopción