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La bondad no tiene límites

La bondad no tiene límites

La bondad te lleva a ser mejor, a crecer. Cuando uno es bueno y hace el bien, es una fuente que no se seca, sale de su corazón y a través de sus obras; bondad a chorro y no se para, al contrario, va a más, porque la bondad no tiene límites, y el mundo está tan sediento de bondad que cuando otros notan tu bondad, te la piden, la necesitan para ser felices; porque les demuestras que se puede ser bueno de verdad hoy en día; pero necesitan de tu ejemplo, de tu apoyo, aunque tu apoyo consista sólo en mantenerte tú firme en la fe y fiel al Magisterio. Sólo viéndote, sabiendo cómo eres y que unido a Dios vas siguiendo tu camino, se apoyan en ti, porque saben qué piensas, qué crees y se dicen a sí mismos «si él puede, yo también puedo» y realmente es así; si tú con Dios PUEDES, ellos con Dios también PUEDEN, pero pocos lo saben o pocos se lo creen… y los que no lo saben pierden un tiempo precioso en la ignorancia, porque nadie se lo ha contado ni nadie se lo ha demostrado con su propia vida, por eso, ya es hora de que tú lo demuestres, por tu bien y por el bien de los que te rodean, los que te conocen. El que libremente no quiere creer se coge un billete directo hacia el infierno, reza por su conversión.

Empieza ya a ser bueno, y sigue, no pares, sigue. Porque la bondad no tienes límites, y cuando haces el bien a otro, éste que es bendecido con tu bien, hace el bien a un tercero, por tu ejemplo, por la bondad que tú le has dado libremente y gratuitamente, que la bondad es gratis, así que, ¡no tienes excusa para no darla!, regala tu bondad a TODO el mundo. La bondad que se da, no se para, sigue, y pasa de una persona a otra, generación tras generación, día tras día, gracias al ejemplo del que primero es bueno. Porque la bondad es vida, y la vida da más vida.

Montserrat Bellido Durán

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