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111 Biblia y meditación

La Biblia
Otro relato del establecimiento de los hebreos en Egipto
Génesis 47, 5b-12

5b Jacob y sus hijos llegaron a Egipto, donde estaba José; y cuando el Faraón, rey de Egipto, se enteró de la noticia, dijo a José: «Tu padre y tus hermanos vinieron a reunirse contigo.
6b El territorio de Egipto está a tu disposición: instala a tu padre y a tus hermanos en las mejores tierras».
7 José hizo venir a su padre Jacob y se lo presentó al Faraón. Jacob saludó respetuosamente al Faraón,
8 y este le preguntó: «¿Cuántos años tienes?».
9 Jacob respondió al Faraón: «Los años que se me han concedido suman ya ciento treinta. Pocos y desdichados han sido estos años de mi vida, y ni siquiera se acercan a los que fueron concedidos a mis padres».
10 Luego Jacob volvió a saludar al Faraón y salió de allí.
11 José instaló a su padre y a sus hermanos, dándoles una propiedad en Egipto, en las mejores tierras –en la región de Ramsés– como el Faraón lo había dispuesto.
12 Y también proveyó al sostenimiento de su padre, de sus hermanos, y de toda la familia de su padre, según las necesidades de cada uno.

Meditación:

Otro relato del establecimiento de los hebreos en Egipto

Según las necesidades de cada uno, esto es hacer justicia, es la justicia que agrada a Dios y la bendice, la de ayudar a cada uno según sus necesidades. Nadie es igual, nadie tiene lo mismo, nadie necesita las mismas cosas, pero todos tienen necesidad de Dios, de tener fe; por esto, el corazón humano está descontento hasta que encuentra a Dios, hasta que le permite, permite a Dios, regir su vida, obedeciendo en todo su voluntad; y su voluntad se ve en la realidad, como la vio Jacob, la de trasladarse a Egipto, por pasar hambre donde estaba, y su hijo José le hizo saber que deseaba que fueran a Egipto, que él los ayudaría en todo, y así fue. José perdonó a sus hermanos su maldad, y les ayudó, y a cada uno proveyó según sus necesidades.

A veces, Dios no permite cosas porque sabe que no las necesitas, aunque tú crees que sí, pero Dios sabe todo de ti y de todos, por esto te pido, por favor, que te fíes de Dios, que confíes en Él y en tu oración. Tú pide y deja que Dios te dé, espera en Él, y reconforta tu alma teniéndolo, teniendo a Dios en tu corazón; y las cosas te irán bien y mejor. Te lo digo, amigo, confía en Dios que tanto te ama y te amó y te amará. Él, Dios, nunca cambia, aunque tú cambies de trabajo, de residencia, de amistad.

P. Jesús

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