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89 Biblia y meditación

La Biblia
José llevado a Egipto
Génesis 37, 25-36

De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre?
27 En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne». Y sus hermanos estuvieron de acuerdo.
28 Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto.
29 Cuando Rubén volvió a la cisterna y se dio cuenta de que José había desaparecido, desgarró su ropa,
30 y regresando a donde estaban sus hermanos, dijo: «El muchacho ha desaparecido. ¿Dónde iré yo ahora?».
31 Entonces tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, y empaparon la túnica con sangre.
32 Después enviaron a su padre la túnica de mangas largas, junto con este mensaje: «Hemos encontrado esto. Fíjate bien si es la túnica de tu hijo, o no».
33 Este, al reconocerla, exclamó: «¡Es la túnica de mi hijo! Un animal salvaje lo ha devorado. ¡José ha sido presa de las fieras!».
34 Jacob desgarró sus vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo.
35 Sus hijos y sus hijas venían a consolarlo, pero él rehusaba todo consuelo, diciendo: «No. Voy a bajar enlutado a donde está mi hijo, a la morada de los muertos». Y continuaba lamentándose.
36 Pero entretanto, en Egipto, los madianitas lo habían vendido a Putifar, un funcionario del Faraón, capitán de guardias.

Meditación:

José llevado a Egipto

Los planes de los malos, siempre son frustrados por la Divina Providencia, porque sus elegidos, y José lo era, no pasan por este mundo sin cumplir su sapientísima voluntad, la de Dios, que aprovecha la maldad de los malos para llevar a cabo sus planes: un bien.

Algunos sufren por maldad, y esos que hacen sufrir, sufrirán siempre. Ni uno de los malos se queda sin sufrir su maldad, porque es la ley natural que rige la vida, la vida del hombre sobre la tierra.

P. Jesús

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