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El descaro de la fe

El descaro de la fe

Cuando tu corazón está enamorado de Dios, rebosa tanta felicidad y confianza en Él, en Dios, que en ti nace el descaro de propagar tu fe, tu amor a Dios. Es tan fuerte este amor que nace de la unión de tu corazón limpio y puro (por estar al día con los sacramentos) con Dios, que no escondes tu fe, es tan natural y espontánea la relación que tienes con Dios, que la vives a flor de piel, a cada segundo; SIEMPRE tu fe está contigo, de día y de noche, hasta cuando duermes. Y vas por la vida, vives, y las personas que te rodean ven que hay algo en ti, en tu forma de hablar y obrar… y cuando se presenta la ocasión, si debes decir algo, lo dices, no te quedas callado, porque vives la fe de verdad, es como tu segunda piel; allí donde vas tú, tu fe va contigo, por eso eres distinto de quien no tiene fe, porque es la FE, lo que hace la diferencia. Cuando se tiene fe católica, se vive según unos principios, unos valores, que son tu estandarte, tu guía, porque eres católico; un católico de fe viva, de fe plena y verdadera, de ir a por todas para ser santo, es decir, que te coges en serio lo de ser santo, no es sólo un deseo efímero que nace un momento y minutos después estás actuando como si no fueras católico. Tu fe va siempre contigo, forma parte de ti, porque tú te has entregado a Dios con y por amor, gracias a que antes Dios, Jesús, se entregó por amor en la Cruz, por ti, para salvarte. Ahora a ti te toca poner de tu parte y hacer, vivir, obras de fe. Estas obras que demuestran que amas de verdad a Dios y que Él vive en tu corazón.

Montserrat Bellido Durán

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