Saltar al contenido

Dar la vida

Dar la vida

Dar la vida por lo que uno cree. Vivir por lo que uno cree en conciencia y libremente, atravesando las barreras de lo que muchos llaman «imposible», pero cuando un corazón está locamente enamorado de Dios, en su vocabulario no existe la palabra «imposible», porque sabe que cuando Dios ama y tú le amas; existe un vínculo con una fuerza y una potencia que puede conseguir todo aquello que es bueno y necesario para la salvación del alma.

Busca primero enamorarte de Dios, amarle.

Conoce a Dios leyendo el Evangelio, rezando ante el Santísimo, contándole tus inquietudes, tus cosas cotidianas, compartiéndole tus alegrías, tus tristezas, tus miedos, tus ilusiones -eres alma, puedes conectar con Dios a cualquier hora del día y hablarle-… entonces… será inevitable que nazca en ti el deseo de entregarle a Dios, por amor incondicional, tu corazón, tu alma, tu cuerpo, tu mente, tu vida, tu ser: todo tú. Siendo quien seas, siendo quien hayas sido, dedicándote a lo que te dediques, mientras sea algo honrado y bueno no importa. Ser completamente de Dios no es algo que sólo esté reservado para los sacerdotes, religiosos o monjas… TÚ mismo, siendo casado, soltero, trabajador, estudiante… puedes y debes ser de Dios si quieres que tu vida tenga sentido y quieres cumplir con tu misión.

Una vez decidas darle a Dios TODO lo que eres; tus palabras, tus acciones, tu trabajo… debes HACERLO. Que no quede tu deseo de entrega a Dios en tu mente como una gran idea que no llega a convertirse en hecho real, no, no… nada de sentimentalismos fugaces… los sentimientos verdaderos convertidos en obras son los que hacen girar el mundo. El amor de verdad actúa, se ve, se palpa, habla por sí solo con las obras de quien ama.

Así que… amar a Dios y ¡manos a la obra!

Venga, que tienes mucho por hacer.

Montserrat Bellido Durán

© copyright