Saltar al contenido

Poesía - 2. página

Tú joven de hoy

¿QUÉ FUE DE AQUEL AMOR?

¿QUÉ FUE DE AQUEL AMOR?

¿Qué fue de aquel amor?
Creí que me amabas,
como yo te amaba…

Necesité del tiempo,
pero al fin, como siempre,
la verdad salió venciendo…

Lloré y no dormí.
Soñé y sufrí.
Y todo por ti.

Sí, por ti,
por tu amor engañoso,
por tus palabras vacías…

Ahora vuelvo a ser libre.
Me abrigo con mi fe…
y espero igual que antes.

Ya nunca más me engañaré,
ni me engañarán…

Ya aprendí gracias a ti.

Montserrat Bellido Durán

© copyright

SILENCIO

SILENCIO

¿Por qué hay quien teme al silencio?
¿Acaso no saben que es otra forma de hablar?
Otra manera de amar.

Cuantas veces no nos hubiéramos arrepentido
si hubiéramos guardado silencio…

Me gusta el silencio; 
porque libera el pensamiento,
ayuda a guardar esperanzas,
cuidar un sentimiento…

Este silencio que me une más a Dios y a María,
este silencio que deja oír a la conciencia…

Escuchar el silencio,
hablar con la mirada;
que es el reflejo del alma.

Sueño con el silencio.

Montserrat Bellido Durán

© copyright

LA PEQUEÑA LUMBRE

LA PEQUEÑA LUMBRE

Entre las cenizas,
una pequeña lumbre quiere dar vida.
Dejadla elevarse…
que quiere vivir.

Hace fuerza y fuerza para no apagarse,
mientras el frío intenta aplastarla.

No te apagues pequeña llama.
No…
no lo hagas, 
lucha, sigue, resiste,
resiste por mí, amiga mía.

No te mueras por favor.
Vuelve…
vuelve a dar luz.
Te necesito para calentarme en este frío invierno…

Si tú te mueres…
¿Quién me abrigará?

La pequeña lucecita aguarda tranquila
a que una ráfaga de viento la avive
y la haga mayor… 

Pero nadie le hace caso.
No puedo dejarte morir…

Entonces empiezo a soplar…
soplo más y más,
y la diminuta luciérnaga
se levanta de entre las cenizas,
y me sonríe.

Ya no tengo frío, 
porque ella me ha sonreído.

Montserrat Bellido Durán

© copyright

BESO TU VIENTRE

BESO TU VIENTRE

Beso tu vientre María,
Madre de Dios.

Pues tu sí ha dado fruto,
Fruto Bendito de Dios.

Dios Espíritu Santo ha entrado a Ti,
y  te ha hecho Madre de mi Señor,
de mi Salvador,
de mi Creador.

Sé que no soy digno,
quiero besar tu vientre,
quiero venerarte y amarte.

Por  ser  tú,
la Madre de Dios.

Beso tu vientre una y otra vez,
pues en él,
nueve meses,
 Jesús,
Dios Mismo,
ha estado Contigo.

Nueve meses de esperanza.

Madre que amaste y amas,
Madre que diste tu sí,
beso tu vientre,
y me arrodillo ante ti,
pues eres Madre de Dios,
la Madre que más quiero y admiro.

Montserrat Bellido Durán

© copyright

DIOS SE APIADE DE TI

DIOS SE APIADE DE TI

Sí, Dios se apiade de ti.

Buscas destruir a los buenos de corazón,
Tienes envidia de su felicidad,
deseas robarles la libertad.

Eres malvado,
eres cruel,
eres desgraciado.

Dios se apiade de ti.

Porque perderás la batalla,
ganará el bien
y tú te hundirás por siempre, por siempre…

Entonces te acordarás de mis palabras,
mientras llores sangre,
por pago de tu gran maldad
de tu negro corazón.
Este corazón corrompido que tienes.

No te tengo miedo,
porqué sé que te voy a ganar,
ya que Dios siempre tiene la última palabra

y…
Siempre gana el Bien.

Me compadezco de ti,
malvado.

Sí,
me compadezco de ti,
que me envidias,
que me odias,
que me persigues.
eres digno de compasión,
porque vas por mal camino,
y si no rectificas
y dejas de dañarme
llorarás sangre…

Mientras,
las espinas que clavaste en mi alma…
estas espinas que me hacen sangrar y llorar el alma,
por tu maldad,
por tu odio,
por tu envidia,
me harán crecer de nuevo, como el ave fénix…

Y ya nunca más vas a poder conmigo,
pues…
he aprendido…
te he conocido.

Sé cuáles son tus artimañas,
tus engaños,
y sé…
cuáles son tus puntos débiles…

Escogiste un mal bando poniéndote en el mal
y por tal, hacerte mi enemigo.

Yo nunca te tendré miedo.

Pero tú,
vas a empezar a temblar cada vez que oigas mi nombre.
Pues ahora tú me vas a tener miedo.

Porque verás que no pudiste acabar conmigo,
pues estoy con Dios…
y como Israel,
que era temido por todos los malvados,
por ser el pueblo de Dios
y ganar todas las batallas;

Yo como él: Israel,
me agarro a Dios,
y ya no vas a poder dañarme más.

Pues, ya pasé los años en los que Dios me estuvo preparando
ahora vas a conocer el hierro del bien…
y tu podrido corazón gritará de dolor,
porque el mal no puede aguantar el bien.

Te perdono,
y pido a Dios que te perdone y se apiade de ti.

Pues ya nunca más me vas a dañar.

Montserrat Bellido Durán

© copyright