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¿Cuánto valoras a Dios?

¿CUÁNTO VALORAS A DIOS?

Jesús, Dios encarnado, fue vendido a los príncipes de los sacerdotes y los magistrados, que enviaron a los romanos a que lo apresasen para matarle.

Quieren matar a Dios Hombre, ¿por qué? Para acabar con todo lo bueno que Jesús hacía y decía, para tapar la verdadera doctrina y disolver a sus prosélitos y seguidores.

La vida de Dios Hombre fue “valorada” en el dinero que convinieron. ¿A Dios Hijo van a vender? Al creador del universo, de lo visible y lo invisible, al que sostiene con su voluntad toda vida, al que existía desde siempre en la Santísima Trinidad, al que tomó carne de Santa María en sus entrañas virginales, al que todo le está sometido por ser Él su dueño.

Y sí, siendo dueño omnipresente de todo cuanto existe, siendo conocedor de todo pensamiento y deseo humano, siendo Alfa y Omega, decidió aceptar su muerte cruel, para salvarte a ti, para que por los méritos de sus torturas, de su muerte -porque fue asesinado-, puedan tus pecados ser perdonados en la confesión. “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a la penitencia”. (Lc 5, 32)

Recuerda, Cristo murió. Recuerda: una vez muerto, resucitó. Y está viviendo inmortal en el Cielo y aparece vivo en cuerpo, alma, sangre y divinidad en la Sagrada Hostia cuando en la Misa se consagra.

Dios, Jesús, es el Ganador, es el Rey de la Gloria, el que todo lo hace bien y para bien. Confiemos mucho en Él: nuestro Padre que tanto y tanto nos ama.

“Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: “¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: <<Tus pecados te son perdonados>>, o decir: <<Levántate, y anda>>? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados –se dirigió al paralítico-, a ti te digo: levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa”. Y al instante se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa glorificando a Dios”. (Lc 5, 22-25)

Patricia Bellido Durán

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