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EL MATRIMONIO ES PRO-VIDA Y DE POR VIDA

EL MATRIMONIO ES PRO-VIDA Y DE POR VIDA

Una cuña cultural; significado de PRÓVIDO-DA: “Persona prudente, previsora, reflexiva, propicia, favorable, benévola, y quien es prevenido y diligente para acudir con lo necesario al logro de un fin”.

Como el fin primordial del matrimonio es la procreación y educación de la prole, seguida del amor mutuo, los esposos deben ser decididamente próvidos.

¿Sabes que la diligencia surge del amor? Pues, ¡para apoyar tu descendencia, súbete a la diligencia!

La falta de “providez”, empieza siendo “cutrez” y acaba en la pudridez.

Ejercer la paternidad es ejercer la libertad.

Ser pro-vida es ser pro-matrimonio.

Ser pro-vida es darle vidas a la vida.

“Ser o no ser, esa es la cuestión”, del santo, del campeón.

El mejor pro-vida es quién da más vida, y no quien la vive alegre y divertida.

ADVERTENCIA: Cada cual con su conciencia, porque muchos no pueden ni tener un sólo hijo. A éstos: ¿no sería mejor esperar a casarse hasta prosperar, para bien poder procrear? Hay quien tomando a San Pablo al pie de la letra, aconseja una boda precipitada (“ES MEJOR CASARSE QUE ABRASARSE”. S. Pablo), pero resulta que, en aquellos tiempos, los casados no “planificaban” las familias, porque no había planeadores (para irse por las nubes) ni monoplanos, ni “monoplanes” (de los que actúan como si viniesen del mono).

Para más abundar, la sociedad en que nos toca estar, no para de abrasar al personal, mediante la mediatización ambiental sexual (medio ambiente caliente), que paga el capital, y promueve el Autor del Mal, que incoa la gran BARBACOA.

Hemos pasado del “Homo sapiens” al “Homo ignorans”, p0rque muchos, bastantes, demasiados, incluso eclesiásticos, parecen ignorar el fin último del santo matrimonio sacramental. Afirmar que el Planeta está superpoblado —por eso están en la luna— o que lo ideal es tener un hijo y medio —hay mucho tonto sin remedio— para proteger el “0,5 ambiente”, es de un cómico que raya lo esperpéntico. Ignoran, o parecen ignorar, ignominiosamente, que la paternidad integral (natural y sobrenatural) es la única paternidad responsable y la única santificable.

Otros muchos, la mayoría, no saben que se casan para tener hijos…, se han casado y no se han enterado, porque NADIE les ha informado.

¿Cómo se afanan tanto en enseñar a evitar la descendencia? ¡Qué imprudencia, qué indecencia!

¿Por qué no enseñan a prosperar en la vida laboral para evitar esos “motivos graves” que castran la natalidad?

¿Por qué no enseñan los “métodos sobrenaturales” —siempre actuales— para santificarse en el matrimonio, viviendo la paternidad integral, que es ultra-orgánic-bio-eco-sostenible?

Te aconsejo que para mayor seguridad, y guardarte de los que falsifican la realidad, con total impunidad y aquiescencia de la autoridad, consigas un sencillo Catecismo, que aquellos han olvidado, y aprenderás la verdad del matrimonio y los “métodos” sobrenaturales para vivirlo feliz y santamente: tienes una gracia sacramental, que es fenomenal, sólo por estar bien casado (por la Iglesia); están las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), los Mandamientos y los otros Sacramentos, especialmente, la confesión frecuente, el Padrenuestro, la oración, el santo abandono en la amorosa providencia de tu Padre, Dios, y la devoción a María y a San José, que sacaron adelante la sagrada Familia de Nazaret. Acude a San José, pidiéndole vivienda y trabajo (NO FALLA NUNCA), y a tu Madre buena, Santa María, que te conseguirá de Dios, el pan y el buen vino de la alegría. ¡VIVA DIOS, VIVA LA VIDA!

Los ignorantes que cité antes, creen haber dado con la piedra filosofal del amor conyugal, cuando realmente han tropezado con la rueda asnal, porque la piedra angular —conviene recordar— es aceptar procrear por amor, sí señor.

No es igual la esterilidad conyugal (cuando es estéril un cónyuge) que la esterilidad matrimonial, de cónyuges que se niegan a dar frutos de su amor. Estos se presentarán ante Dios con las manos vacías, porque enterraron su talento (y, realmente, poco amor y poco talento tienen).

Han puesto de moda, los listillos de antes (solemnes ignorantes), el bodrio y la sandez de la “Planificación familiar”, una jugada sucia a la vida, una moral “cuántica”, de logística rastrera, que “pasa” de la lógica divina: “Creced y multiplicaos, y henchid la Tierra…”

Planificar la familia es como entrar en un búnker de resistencia ante los planes de Dios.

Los cónyuges, cuando abren vida a los rostros que Dios ama y desea, sirven a Dios y a la humanidad.

Los planes de Dios son su voluntad, que cumplimos cuando obramos con naturalidad: amándole sobre todo y todos, y amando a nuestros hijos como a nosotros mismos.

La voluntad de Dios, cuyo cumplimiento pedimos en el Padrenuestro, se nos comunica vía divina Providencia.

En el matrimonio, santidad y paternidad van de la mano, ya que ésta es deber de estado para todo casado.

Burlar la paternidad es, como mínimo, una falta de lealtad, y como no es lo natural, siempre acaba mal. La misma naturaleza, de manera burda, nos va a devolver la burla.

Burlar la paternidad es una mezquindad, una perversidad, aunque te lo aconseje un teólogo de Facultad. Cuando te venga algún Herodes disfrazado de director responsable, dile que no eres animal domesticable, y pon tierra de por medio; si fuere necesario, le regalas un breviario y un rosario.

Recuerda que siempre tienes “a mano” al mejor Director, es Jesucristo, el Señor.

Quien juega a esquivar su descendencia, bordea los límites de la moral y la decencia, y está en “la luna de Valencia”.

Quien sofoca abiertamente la natalidad, presenta “índices de criminalidad”.

El talento de la paternidad, lo tenemos “a precario” (“que sólo se posee como préstamo y a voluntad de su Dueño”, Dios).

No conviene “cocinar” el fin del matrimonio, porque estas decisiones cocinadas, dejan conciencias acochinadas.

No trafiques con el amor y sus consecuencias, escuchando a quien vive del tráfico de ocurrencias; con ése, ni a cobrar herencias.

El binomio “familia sostenible”, es una parida del mismo inventor de la memez sostenida, que desprende un inconfundible aroma satánico. O sea, si quieres estar bien informado, y no digamos formado, puedes esperar sentado (leyéndome, por ejemplo).

No olvides que quien más sabe de matrimonio, es el demonio, que en forma de serpiente, vendía manzanas “al dente”… Aconsejó a Eva, y espera que tú seas la próxima breva.

Quien no tiene hijos, por “hacer dinero”, pone su corazón en el estercolero, y convierte la moral matrimonial en moral patrimonial.

Pidamos al Cielo por la restauración de las familias católicas, que ya sabemos que, entre otras cosas, no acostumbran a ir “de restaurante”, especialmente las familias numerosas. Hay que recuperar la familia tradicional, la normal, no esta familia “de carnaval”.

Los hijos son el patrimonio (el tesoro) del matrimonio.

El mejor sí a la vida, el más afirmativo, es el sí procreativo.

Se respira amor de Dios en el ambiente de una familia numerosa, con naturalidad, como si tal cosa. Nadie puede dudar que Dios reina en aquel hogar.

Sé de una familia numerosa que, cuando algún hijo celebra su “cumple”, cumpliendo exquisitamente el Cuarto Mandamiento, muestra a sus padres agradecimiento por su nacimiento, por haber recibido la vida.

No basta con tener la mentalidad de padres de familia numerosa, hay que tener la fecundidad de padres de familia numerosa.

Si debemos imitar a Cristo, bien podemos “jugarnos la vida” por cumplir la voluntad del Padre —familia extensa, para los casados— algo que no representa ningún riesgo añadido, habida cuenta que todos los vivos pertenecemos a un “grupo de riesgo”, de muerte; ahí quiere Dios verte.

Vive responsablemente la paternidad, no por heroicidad sino por afán de santidad.

Si el trabajo, ofrecido a Dios, es oración, la mejor oración para el casado es cumplir con su sagrado deber de estado, la procreación, que tiene de Dios la bendición, y, hablando claro y fino, es un trabajo divino, porque cada hijo nuestro y de Dios, es una obra maestra de fe y amor. Está mal, muy mal, la huelga “laboral” matrimonial.

Los problemas que tenemos, siempre nos los merecemos, o sea, no nos quejemos; si falta natalidad, es por falta de santidad, por mal uso de nuestra libertad.

Si, como se dice, “cada hijo trae un pan bajo el brazo”, una familia numerosa, de las que escasean hoy en día, no gasta en panadería.

Dios dijo a nuestros primeros “megaretatarabuelos”, Adán y Eva, “Creced y multiplicaos, y henchid la Tierra…”. Para henchir la Tierra, hay que multiplicarse incesantemente, no “responsablemente”, como algunos tienen en mente.

Ahora te vuelvo a hablar de la “Planificación familiar”… Es Dios quien decide y planifica su familia, la familia de los hijos de Dios.

“No quieras para los demás, lo que no quieras para ti”, eso dicen, y lo oí. Pues, tú, que no decidiste tener vida, venir al mundo de los vivos, ¿cómo te atreves a decidir sobre la vida de tus hijos?

Los hijos hay que “encargarlos”, aunque sean una “carga”, hay que desearlos, “rezarlos” y amarlos, sin retrasar bautizarlos; también debes educarlos, aunque no se llamen Carlos ni Eduardo.

Lo mejor de lo mejor: Tener hijos por amor.

Canción: “Dicen que del amor, nació la vida…”, ¡Sí, nace la vida, si se ama a los demás (los hijos) como a uno mismo!

Quien no sabe amar, no quiere procrear.

Difícilmente pueden bien amarse, los cónyuges que no quieren multiplicarse.

La fecundidad aumenta la fidelidad entre los esposos, así como la fidelidad aumenta la fecundidad. Digo: “Fidel con Fidela, aumentan la parentela”.

Ejemplaricemos un rotundo sí a la vida, con todas sus consecuencias, y que, más allá de las apariencias, renueva las conciencias.

Sólo el catolicismo, puede ser el seísmo que sacuda el egoísmo, el hedonismo y el antinatalismo. ¡Empieza a moverte, ya mismo!

Dice Jesús, Dios: “El que recibe a este niño en mi nombre, a mí me recibe…”. Y el comentario del Padre Jesús a esta cita evangélica, dice: “¿Cuántos no reciben a Dios porque no reciben a sus hijos, no les dan vida? Sí, sé que hay crisis económica mundial, sé que no hay trabajo para muchos y tampoco dinero, pero ¿no ocurría eso mismo en otros tiempos, y nacían hijos de las familias católicas? Sin hijos, sin dinero, ¿cuántos matrimonios católicos se mantendrán unidos por la fe?…, y siempre hemos leído y leemos y leeremos en la Sagrada Biblia, que cuando Dios bendecía, lo hacía dándole muchos hijos.”

¿Por qué rehúyes la bendición de Dios?

“Si quieres tener el amor de Dios y su bendición, da vida”. (P. Jesús).

Si has sido un “buen ladrón” de hijos de Dios, pídele perdón en confesión, contrito de corazón, y pon en marcha la restitución, fomentando la procreación.

QUÉ TE PARECE: (SOBRE PATERNIDAD RESPONSABLE Y PROBIDAD)

Una paternidad realmente responsable, exige mucha PROBIDAD (“Bondad, Rectitud, Integridad”), y excluye toda IMPROBIDAD (Perversidad, Iniquidad”).

NO es una paternidad “DE PRUEBA”, para probar nuestra resistencia a la voluntad de Dios, sin aportar pruebas (motivos graves).

La probidad no consiste en convertir el lecho conyugal (que “ES COMO UN ALTAR”; San Josemaría) en un banco “DE PRUEBAS”.

Los hijos son la “PRUEBA” de fuego del amor a Dios.

Un santo matrimonio ha de ser “A PRUEBA” de hedonismos, mundanismos y frivolidades, que apruebe el Examen Final, para obtener la divina aprobación en la PRUEBA DEFINITIVA.

Hablando de pruebas, los llamados “métodos naturales” son, naturalmente, burdas maniobras para manipular el amor conyugal, que no resisten “LA PRUEBA DEL NUEVE” y, frecuentemente, van seguidos de NUEVE meses de embarazo. (¡Qué situación tan embarazosa!, dicen los malos católicos que, gracias a Dios, no deciden desembarazarse de la criatura).

RESUMIENDO: No se trata de PROBAR sino de APROBAR la voluntad de Dios.

Pondrás a prueba tu probidad, según vivas la paternidad.

La probidad te llevará a ser un próvido pro-vida.

Aún estamos en Octubre, el día 2, celebramos la bendita Fiesta de los Santos Ángeles Custodios; recuerda que cada hijo tiene su ángel, que lucha contra los diablos. ¡Ángeles y bendiciones, necesitan las naciones!