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«ENSEÑAR AL QUE NO SABE», aumenta su libertad

«ENSEÑAR AL QUE NO SABE», aumenta su libertad

Hace poco vi, con tristeza, durante la santa misa, a una niña que se arrodilló en el momento de la consagración, y cómo su abuela le obligaba a levantarse.

Rogué a Dios por este angelito, y por la endiablada abuela, que no sabe lo que hace, para que Dios no le reserve una rueda de molino…

Acabó el “Año de la Misericordia”, pero la misericordia hay que vivirla durante todo el año y todos los días de nuestra vida.

Se ha predicado muy poco, durante este año, sobre las obras de misericordia espirituales, concretamente sobre la primera: “ENSEÑAR AL QUE NO SABE”.

Uniendo ésta, al hecho de la escasa asistencia de jóvenes, niños y viejos, a la misa dominical, deduzco que falla la catequesis de adultos. No me refiero a los adultos que se preparan para recibir el Bautismo, sino a los adultos que han adulterado su fe y sus buenas costumbres.

Por supuesto que hay que catequizar a los niños, pero si los descatequizan los padres, estamos cargando agua en un cesto. Por eso dejan de asistir a Misa, después de la primera Comunión y tras la Confirmación.

Catequizar es algo más, bastante más, que enseñar las principales verdades de fe, y aprender unas oraciones; es —tendría que ser— educar en la fe; y se educa mejor, con lo que se es, que con lo que se dice (Fray ejemplo es el mejor predicador). Aquí tendríamos que empezar por catequizar a los-las catequistas.

En cuanto a los adultos, será labor del sacerdote, durante las homilías, reeducar en la fe a los mayores, para que lleven a la iglesia a sus hijos, y así sucesivamente, hasta llenarla de gente, para educar “en caliente”, eficazmente y santamente (que una santa mente, es asignatura pendiente).

QUÉ TE PARECE, si das buen ejemplo y no escandalizas a los pequeños.