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Hay que confesarse

Hay que confesarse

Dios te ha dado un cuerpo y un alma. Para el buen funcionamiento de ambos; para vivir en paz y armonía contigo mismo, que es necesario para que lleves paz y armonía a los que te rodean, necesitas de la higiene corporal y espiritual.

De la misma forma que te duchas, debes de confesarte con frecuencia.

No es más limpio el que menos se ducha sino quien más se ducha, igualmente es más santo quien con más frecuencia se confiesa, porque está más veces en estado de gracia santificante antes de volver a pecar.

El sacramento de la confesión es el abrazo que necesita tu alma para recibir la fuerza y el amor  de Dios, el perdón de tus pecados, el consuelo. Como la buena ducha al cuerpo, este sacramento al alma la deja como nueva.

No se puede vivir sucio, hay que lavarse y brillar. Porque la belleza necesidad de la pulcritud. La pulcritud de alma te hace libre de verdad, por no ser esclavo de ningún vicio ni pecado.

¡Sé limpio de alma! Que el olor del alma sucia por el pecado se percibe y hace la vida desagradable.

Ve a lavarte y perfumarte con el aroma de Dios y sé completamente suyo. Sólo así serás feliz.

Ve a confesarte. Acude a la iglesia media hora antes de la Misa y pídele al sacerdote que te confiese, sino, tus pecados no podrán ser perdonados por Dios.

Dios te está esperando, por eso Jesús instauró este fantástico sacramento. Éste es el Sacramento de la alegría, porque sales ALEGRE después de una buena confesión.

Yo te deseo que vivas la alegría del perdón de Dios, de recibir su misericordia y amor, así que, ¡VE A CONFESARTE YA!

Montserrat Bellido Durán

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