Saltar al contenido

I. Desde el origen, Dios se da a conocer – 54

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS 

II. Las etapas de la revelación

I. Desde el origen, Dios se da a conocer 

54 «Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio» (DV 3). Los invitó a una comunión íntima con él revistiéndolos de una gracia y de una justicia resplandecientes.

Meditación:

I. Desde el origen, Dios se da a conocer

Dios siempre te invita, jamás te obliga a aceptar su amor; mas una vez amándolo por creer en Él, en el Dios Creador que es y el Dios Salvador y Redentor que es, siendo también Dios de Amor, el hombre obedece a Dios, porque creer en Dios es amarlo, y el amor lleva al deseo de unión siempre, unión espiritual y unión física. El hombre se une a Dios por la Eucaristía, físicamente y espiritualmente, y por los demás sacramentos, espiritualmente; vemos entonces que el amor une, y se celebra el sentimiento con esa unión libre y voluntaria de las dos partes. Cuando uno peca, no es el castigo de quedarse sin Dios, es otra cosa, es que ambas naturalezas, la de Dios y la del hombre pecador, no pueden unirse, no viven en la misma esencia; por eso el pecado  separa al hombre de Dios, y Dios, aunque sigue amando al hombre pecador con toda su esencia de ser Amor Verdadero y Eterno, por más que Él quiere, no puede unirse al hombre pecador hasta que el hombre pecador no va en busca de Dios, mediante la oración, el arrepentimiento y el uso del sacramento del perdón, de la penitencia, el de la confesión ante un sacerdote católico.

Dios invita y está en los sacramentos, allí donde se pueden unir realmente Dios y el hombre por los sacramentos, por la oración también, que prepara al hombre, por el diálogo con Dios, a la Gracia que Dios concede a los que le buscan con sinceridad.

Dios está, está vivo y vive, y vivió siempre; y el Verbo, Jesús, vivió siempre, aún cuando lo mataron; mataron al Hijo de Dios, al Verbo encarnado, el Viernes Santo del año 33 de nuestra era.

Está escrito en los libros de historia, que Jesús de Nazaret fue crucificado a la petición de muerte por los judíos a los romanos, en tiempos de Nerón y de Poncio Pilato y de Pedro, el primer Papa de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana; cuando soltaron a Barrabás, mataron a Jesús de Nazaret, poniendo la inscripción de la causa de su muerte: Rey de los Judíos. Lee la historia de los hombres y verás que Dios hace historia, es historia, vive y sin morir, porque resucitó al tercer día; sigue vivo y vive en la Santa Eucaristía, porque Dios invita al hombre a conocerlo a tratarlo a amarlo. Esa es la vocación de Dios, porque sí: amar al hombre, a ti.

P. Jesús

© copyright