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II. La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura – 82

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 2  LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA

II. La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura

82 De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación «no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción» (DV 9).

Meditación:

II. La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura 

La Iglesia, la Santa Esposa de Cristo, no sólo sabe de Dios, de su Esposo, por la revelación de la Sagrada Escritura, sino que además sabe de Dios, de Cristo, por la tradición, por las obras con que Dios, su Esposo, la ama y la amó todos estos siglos, por las historias de los Santos, que son los que comprendieron y aceptaron el Amor de Dios. Y los Santos no son santos por haber sido malos, sino por haber sido buenos. Quizás, algunos fueron malos por algún tiempo, pero los últimos años de su vida se esforzaron en hacerlo todo por agradar a Dios, todo, unidos a Dios, todo con Dios. Si alguien hiciera así y luego se diera al mal, no sería santo, y todo lo hecho con Dios, no le serviría para nada. ¡Hay que llegar hasta las últimas, unidos a Cristo! ¡Entérate bien! y si ya has cumplido los 50, mejor que te esmeres en hacer actos perfectos, uno tras otro, todos los días de tu vida terrena que te faltan para vivir, porque, si lo vas dejando, ¡ay!, ¡no te cuento las penas que tendrás que pasar para llegar a la altura del Amor con que Dios te Ama!, porque Amor con amor se paga. Ya te me estás espabilando, porque, sí o sí, vas a morir, y otra cosa más, sí o sí, vas a sufrir, ¿más de lo que ya sufres? Eso lo sabe Dios, pero hay sufrimiento en el mundo, así qué, ¡espabila!, que vas a pasar a mejor vida, y que sea realmente para mejor vida, porque hay quien pasa a peor vida. De esos no hablaré hoy, sino de ti, que estás destinado a vivir en la mejor vida posible. Así que, nada de pecados, nada de venganzas, rencores, odios, ¡ni con tu esposa!, ¡a quererla se ha dicho!, como Cristo Ama a la Iglesia. A mimarla, consentirla, y desear que tenga el corazón alegre y feliz de dejar que tú la poseas, y ella acepte todo lo que tú quieras darle, y, ¿no vas a darle algo que Cristo no dió? ¿Captado? Sí, sé que sí. Haz feliz a tu esposa, y tú a tu esposo, y en eso podrás saber si te estás ganando el cielo; si los de tu casa están decepcionados de ti, y la bondad no decepciona nunca, y el amor siempre alegra el corazón, pues, por ello puedes saber dónde irás a vivir después de morir, si a mejor vida, en el Amor, o… o a peor vida, la del odio, el rencor…

Tú, para santo. Tú para santa. ¡Que sí!

P. Jesús

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