Saltar al contenido

II. Las vías de acceso al conocimiento de Dios – 33

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS

II. Las vías de acceso al conocimiento de Dios

33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. La «semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia» (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen más que en Dios.

Meditación:

II. Las vías de acceso al conocimiento de Dios 

Ese deseo del hombre de no morir, de vivir y tener y poseer, y dominar la tierra, de adquirir para sí la belleza misma de la naturaleza, y deleitarse los sentidos en la plenitud gozosa de su corazón intrépido, y deseoso de lo que percibe, aunque sus ojos no ven, pero sabe, siente y presiente el amor en lo creado, en todo lo creado por la delicadeza de un Dios de bien y bondad, de justicia y equidad, porque la equidad es mejor que el bien, es lo justo por su propio ser.

Busca el hombre en sí mismo la alegría de la unidad con el todo, el saber que pertenece al Todo que es Dios, y, aunque no le pone nombre, lo siente suyo y se siente parte de Él, por presentir esa unidad tal, que todo es de todos, y lo cubre el amor de lo perfecto, de ser lo que se es, siendo lo que se es, en ser lo que cada uno es, por la misma gracia de Dios.

Busca el hombre y busca la conciencia del hombre; no son sus manos las que buscan, ni es su corazón el que siente que por querer que, sea lo que desea que sea, sino que la conciencia es lo que es, por ser lo que existe en lo que se ve y en lo que es, y es la conciencia la exactitud en la verdad, y no la verdad que cada uno puede ver según su corazón, sino la verdadera verdad, y la verdad proclama a Dios, y la verdad quiere que cada uno exista en el siempre que es Dios, que ha creado lo que le deleita los sentidos, todos los sentidos, los humanos y los espirituales; y se da cuenta de que hay algo más que lo que ve o lo que siente por deseos de sus percepciones, sino que hay la vida espiritual en el hombre, que es parte de todo lo creado y que pertenece al Creador, porque le atrae como un imán la belleza de la bondad sin mancha, la belleza del beso de amor con que Dios creó al hombre.

P. Jesús

© copyright