– PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE III. Las características de la fe La fe, comienzo de la vida eterna 165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18); la Virgen María que, en «la peregrinación de la fe» (LG 58), llegó hasta la «noche de la fe» (Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 17) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: «También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe» (Hb 12,1-2). |
Meditación:
III. Las características de la fe La fe, comienzo de la vida eterna Es fácil hablar de los testigos de la fe, de Abraham, de la Virgen María, pero tú, tú, tú también tienes que ser un testigo de tu fe, de la fe cristiana católica. Eso es más complicado, ¿verdad?, porque no eres como Abraham ni como la Virgen María; ¿dónde guardas tu fe?, ¿para tener ganas de ir a Misa los domingos?; la fe de Abraham, la fe de la Virgen María, se plasmó en palabras y obras, y eso es lo que tú, tú, tú tienes que hacer también. Dios espera esto de ti, y tienes todo lo que necesitas, en la Iglesia Católica, para conseguir ser un testigo de la fe. P. Jesús © copyright |