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La alianza con Noé – 57

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS 

II. Las etapas de la revelación

La alianza con Noé 

57 Este orden a la vez cósmico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch 17,26-27), está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída que, unánime en su perversidad (cf. Sb 10,5), quisiera hacer por sí misma su unidad a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado (cf. Rom 1,18-25), el politeísmo así como la idolatría de la nación y de su jefe son una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta economía aún no definitiva.

Meditación:

La alianza con Noé 

Busca el hombre su propio bien en lo que cree que es su bien: su satisfacción personal, pisando y manipulando a los demás para conseguirlo. Así en el corazón del hombre sin Dios, acompañado por el pecado original, crea lazos con su propio destino: la desigualdad entre él y su semejante, cuando Dios nos hizo a todos iguales, a su misma semejanza e imagen.

Busca el hombre pecador su atrio para proclamarse dios y tener a los demás por esclavos y ser él, disfrazadas sus intenciones, en un dictador a su causa, a tener todos los bienes y placeres del mundo a sus pies. Eso no dura, no puede durar, porque el hombre está en el mundo para servir al hombre, como Cristo sirvió a su Iglesia, a los que aman a Dios sobre todas las cosas; los que no quieren amar y servir, estos son de otro “país”, viven en otra “galaxia”, la de su propia imaginación irrealista, porque la historia enseña que los dictadores siempre son traicionados y acaban vencidos por la ley común de una vida sana y santa para todos. El bien jamás pierde, pueden esconderlo, pero como en primavera salen las flores, así florece siempre el bien en los santos que habitan en la tierra, en el mundo, en todos los siglos.

Dios hace alianza con el hombre, con la persona que le ama, y lo santifica, y hay luz en el mundo, y las tinieblas son iluminadas por la bondad de las almas que viven en armonía con todo lo salido de Dios, en la consonancia de glorificar a su Creador, a su Hacedor.

Puede el mundo vivir la tristeza del paganismo, pero siempre habrá santos para iluminar la senda de los extraviados. Este es el pacto, la alianza de Dios con el hombre: su ayuda al que quiera servir por caridad.

P. Jesús

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