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MARÍA IMPORTA, Y MUCHO

MARÍA IMPORTA, Y MUCHO

Quien no ama a María, no sabe lo que hace y no sabe lo que se pierde.

No sabe lo que hace, porque ofende a Dios, al menospreciar a su Madre.

No sabe lo que se pierde, porque renuncia a su amor de Madre, a sus caricias y a su poderosa intercesión, tan necesaria para la salvación… y adivino que se pierde la gran fiesta y el buen vino:

El vino de la alegría, no el de la orgía.

El vino de la fe verdadera, no el de la borrachera.

El vino de la Gracia, no el de la desgracia.

El vino de salvación, no de botellón.

María le dice a Dios, “no tienen vino”, y nos consigue todo bien divino.

Si María no hubiese intercedido, los invitados se habrían ido.

Si María no hubiera suplicado, la fiesta se habría acabado.

La Virgen no quiere “figurar”, Ella sólo quiere ayudar. Ella se adelanta, sabe lo que tu corazón necesita… pero tú, no metas tanto la patita. Ella nos quiere ayudar, Ella nos quiere salvar; dejemos de rebuznar y empecemos a rezar (el rosario) y a trabajar (“Haced lo que Él os diga”). Ayúdate, y Dios te ayudará.

Si tienes el corazón semiseco, por falta de alegría, acude a tu Madre, María. Ella te llevará a Dios, del que te has apartado, a que le pidas perdón, siempre y en toda ocasión, con sincera confesión.

Recuerda que no serás bienaventurado, mientras vivas en pecado.

Medita, de la mano de María, el Evangelio de la alegría; Ella, como muy bien dice la letanía, es “Causa de nuestra alegría”, porque trajo la Alegría al mundo, nos trajo a Jesús, Dios.

Pídele del buen vino, para seguir tu camino.

QUÉ TE PARECE: ¡VIVA TU MADRE!