Saltar al contenido

«TIRAR A PUERTA» ES UN DEPORTE NOVÍSIMO

«TIRAR A PUERTA» ES UN DEPORTE NOVÍSIMO

La olimpiada de nuestra vida, que es como los Juegos Olímpicos de Brasil, multiplicados por mil, tiene por meta, meterse en la Gloria, por la puerta estrecha.

Gloria es el último de los novísimos (las cuatro postrimerías del hombre: muerte, juicio, infierno y gloria).

Hay que trabajar la salvación, como un deportista la competición. No hay otra receta, hasta la fecha, que entrar por la puerta estrecha.

Pero, como no es oro todo lo que brilla, aquí, ancha es Castilla; queremos ensanchar la puerta, para nuestra comodidad. ¡Vaya imbecilidad; que nos jugamos la eternidad!

Así como los fariseos ensanchaban sus filacterias, los hipócritas actuales ensanchan las puertas (¡qué corriente de aire!), rebajando las exigencias del Evangelio y franqueando el paso al diablo. Por la puerta ancha, que lleva a la perdición, echan al contenedor, reclinatorios y confesonarios, ante la impasibilidad de los Ordinarios.

Algunos, tratan de angelicales a sus feligreses, para que se confiesen, como mucho, al año, dos veces. Eso sí, los que comulgan, son legión, con o sin absolución. Y, como es muy cansado repartir el Cuerpo de Cristo, siempre hay el cura listo, que pide ayuda al primero que encuentra, como si se tratara de repartir golosinas.

De Dios, sólo predican su Bondad y Misericordia, pero no tienen misericordia del pecador (somos todos) que necesita un confesor.

Juicio, Infierno, Purgatorio, Pecado, Indulgencias, Demonio, Agua bendita, Comunión de los Santos, Confesión…

¿Qué es eso? Muchos católicos, que van a Misa semanalmente, no saben lo que es, porque no se nombran en las homilías, para no asustar al personal. El susto vendrá al final, un susto colosal, gordísimo; nos vendrá de nuevo, el novísimo, para el fiel y para el reverendísimo.

Ah, ya, nadie predica lo que no practica. Si a alguien le duele, es que le conviene. Me he desahogado y voy a terminar, no sin antes recordar, que para esto enderezar, todos debemos rezar.

QUÉ TE PARECE si te confiesas, siempre que lo necesites, para recibir dignamente al Señor.