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20 Biblia y meditación

La Biblia
La Torre de Babel
Génesis 11, 1-32

Capítulo 11

1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras.
2 Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí.
3 Entonces se dijeron unos a otros: «¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego». Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla.
4 Después dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra».
5 Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo,
6 y dijo: «Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua.
7 Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros».
8 Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad.
9 Por eso se llamó Babel allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.
Los descendientes de Sem
10 Esta es la descendencia de Sem; Sem tenía cien años cuando fue padre de Arpaxad, dos años después del Diluvio.
11 Después que nació Arpaxad, Sem, vivió quinientos años, y tuvo hijos e hijas.
12 A los treinta y cinco años, Arpaxad fue padre de Sélaj.
13 Después que nació Sélaj, Arpaxad vivió cuatrocientos tres años, y tuvo hijos e hijas.
14 A los treinta y cuatro años, Eber fue padre de Péleg.
15 Después que nació Eber, Sélaj vivió cuatrocientos tres años, y tuvo hijos e hijas.
16 A los treinta y cuatro años, Eber fue padre de Péleg.
17 Después que nació Péleg, Eber vivió cuatrocientos treinta años, y tuvo hijos e hijas.
18 A los treinta años, Péleg fue padre de Reú.
19 Después que nació Reú, Péleg vivió doscientos nueve años, y tuvo hijos e hijas.
20 A los treinta y dos años, Reú fue padre de Serug.
21 Después que nació Serug, Reú vivió doscientos siete años y tuvo hijos e hijas.
22 A los treinta años, Serug fue padre de Najor.
23 Después que nació Najor, Serug vivió doscientos años, y tuvo hijos e hijas.
24 A los veintinueve años, Najor fue padre de Téraj.
25 Después que nació Téraj, Najor vivió ciento diecinueve años, y tuvo hijos e hijas.
26 A los setenta años, Téraj fue padre de Abram, Najor y Harán.
Los descendientes de Téraj
27 Esta es la descendencia de Téraj: Téraj fue padre de Abram, Najor y Harán. Harán fue padre de Lot,
28 y murió en Ur de los caldeos, su país natal, mientras Téraj, su padre, aún vivía.
29 Abram y Najor se casaron. La esposa de Abram se llamaba Sarai, y la de Najor, Milcá. Esta era hija de Harán, el padre de Milcá y de Iscá.
30 Sarai era estéril y no tenía hijos.
31 Téraj reunió a su hijo Abram, a su nieto Lot, el hijo de Harán, y a su nuera Sarai, la esposa de su hijo Abram, y salieron todos juntos de Ur de los caldeos para dirigirse a Canaán. Pero cuando llegaron a Jarán, se establecieron allí.
32 Téraj vivió doscientos años, y murió en Jarán.

Meditación:

La Torre de Babel

Una sóla lengua, una sóla manera de expresarse; eso une, y separa de Dios.

Por eso los esposos tienen que ser ambos de la misma religión y desear la santidad, porque se unen en una misma expresión de amor, que es el bello acto matrimonial en la relación sexual, para dejar que Dios, si quiere, les dé hijos de los dos, en este amor consagrado a la vocación matrimonial.

Los países se unen en un mismo idioma para ser todos un mismo pueblo, fuerte y capaz de sobrevivir en la paz y el servicio social; y cuando vienen extranjeros, o hablan el idioma propio del país, o es fuente de problemas y divisiones. Divide más la cultura que la religión, porque, quien tiene verdadero amor a su religión, no piensa en las demás, sino que vive y actúa para agradar a Dios; cuando la persona no es sincera, busca pleitos con los demás; y hoy en día, todos podrían ser sinceros si quisieran, porque hay la libertad de expresión, y la democracia dice y asegura que esa libertad es respetada.

Ocurrió que hicieron la torre de Babel para unirse contra los designios de Dios, sin confiar en su Palabra de que jamás volvería a enviarles un diluvio universal, y por lo cual, se unieron en su trabajo y trabajaron juntos contra la Palabra de Dios, dudando de Dios; y por entenderse todos en el mismo leguaje, se convencían unos a otros de que debían de actuar juntos contra Dios. Y Dios, legítimamente, luchó a favor de Si mismo para el bien de la fe y la unidad con sus amados hijos, que por eso creó al hombre, por amarlo, por amor. Y los dividió y, así hablando distintas lenguas, se dispersaron por el mundo para poblar todo el mundo y para que los hijos de Dios pudieran seguir amando a Dios que los amó y los ama, que por eso los creó, y los quiere santos a todos y llenos de confianza en Él y en su Palabra, que es Palabra de Dios.

Babel, recuerdo de unidad del hombre para ir contra Dios; Babel es como el cuerpo y el alma del hombre que no van unidos, muchas veces, para alabar, honrar y dar gloria a Dios. Destruyamos nuestra torre de Babel y hablemos “una sóla lengua”, la de amar y confiar en Aquel que tanto nos ama, que por amor nos creó, que por amor destruyó la torre de Babel, haciendo que hablasen los hombres distintos idiomas; pero nosotros, con nosotros mismos, después de la venida de Cristo, podemos, cuerpo y alma, entendernos, porque Dios, Jesús, nos une en su Cuerpo y Alma, que se une al nuestro en la fusión del Amor Eucarístico.

Pueblo elegido: ¡Tú!

P. Jesús

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