La Biblia Capítulo 11 1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras. |
Meditación:
La Torre de Babel Una sóla lengua, una sóla manera de expresarse; eso une, y separa de Dios. Por eso los esposos tienen que ser ambos de la misma religión y desear la santidad, porque se unen en una misma expresión de amor, que es el bello acto matrimonial en la relación sexual, para dejar que Dios, si quiere, les dé hijos de los dos, en este amor consagrado a la vocación matrimonial. Los países se unen en un mismo idioma para ser todos un mismo pueblo, fuerte y capaz de sobrevivir en la paz y el servicio social; y cuando vienen extranjeros, o hablan el idioma propio del país, o es fuente de problemas y divisiones. Divide más la cultura que la religión, porque, quien tiene verdadero amor a su religión, no piensa en las demás, sino que vive y actúa para agradar a Dios; cuando la persona no es sincera, busca pleitos con los demás; y hoy en día, todos podrían ser sinceros si quisieran, porque hay la libertad de expresión, y la democracia dice y asegura que esa libertad es respetada. Ocurrió que hicieron la torre de Babel para unirse contra los designios de Dios, sin confiar en su Palabra de que jamás volvería a enviarles un diluvio universal, y por lo cual, se unieron en su trabajo y trabajaron juntos contra la Palabra de Dios, dudando de Dios; y por entenderse todos en el mismo leguaje, se convencían unos a otros de que debían de actuar juntos contra Dios. Y Dios, legítimamente, luchó a favor de Si mismo para el bien de la fe y la unidad con sus amados hijos, que por eso creó al hombre, por amarlo, por amor. Y los dividió y, así hablando distintas lenguas, se dispersaron por el mundo para poblar todo el mundo y para que los hijos de Dios pudieran seguir amando a Dios que los amó y los ama, que por eso los creó, y los quiere santos a todos y llenos de confianza en Él y en su Palabra, que es Palabra de Dios. Babel, recuerdo de unidad del hombre para ir contra Dios; Babel es como el cuerpo y el alma del hombre que no van unidos, muchas veces, para alabar, honrar y dar gloria a Dios. Destruyamos nuestra torre de Babel y hablemos “una sóla lengua”, la de amar y confiar en Aquel que tanto nos ama, que por amor nos creó, que por amor destruyó la torre de Babel, haciendo que hablasen los hombres distintos idiomas; pero nosotros, con nosotros mismos, después de la venida de Cristo, podemos, cuerpo y alma, entendernos, porque Dios, Jesús, nos une en su Cuerpo y Alma, que se une al nuestro en la fusión del Amor Eucarístico. Pueblo elegido: ¡Tú! P. Jesús © copyright |