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49 Biblia y meditación

La Biblia
La bendición de Isaac a Jacob
Génesis 27, 1-45

Capítulo 27

1 Cuando Isaac envejeció, sus ojos se debilitaron tanto que ya no veía nada. Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: «¡Hijo mío!». «Aquí estoy», respondió él.
2 «Como ves, continuó diciendo Isaac, yo estoy viejo y puedo morir en cualquier momento.
3 Por eso, toma tus armas –tu aljaba y tu arco– ve al campo, y cázame algún animal silvestre.
4 Después prepárame una buena comida, de esas que a mí me gustan, y tráemela para que la coma. Así podré darte mi bendición antes de morir».
5 Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre,
6 Rebeca dijo a Jacob: «Acabo de oír que tu padre le decía a tu hermano Esaú:
7 «Tráeme un animal silvestre y prepárame una buena comida. Yo la comeré, y te bendeciré en la presencia del Señor antes de morir».
8 Ahora, hijo mío, escucha bien lo que voy a ordenar.
9 Ve al corral y tráeme de allí dos cabritos bien cebados. Yo prepararé con ellos una buena comida para tu padre, de esas que le agradan a él,
10 y tú se la llevarás para que la coma. Así él te bendecirá antes de morir».
11 Pero Jacob respondió a su madre Rebeca: «Mira que mi hermano Esaú es velludo y yo soy lampiño.
12 Si mi padre me llega a tocar, pensará que me estoy burlando de él, y entonces atraeré sobre mí una maldición, y no una bendición».
13 Que esa maldición caiga sobre mí, hijo mío», le respondió su madre. «Tú obedéceme, y tráeme los cabritos».
14 Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó una buena comida, como le agradaba a su padre.
15 Después Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor;
16 y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello.
17 Luego le entregó la comida y el pan que había preparado.
18 Jacob se presentó ante su padre y le dijo: «¡Padre!». Este respondió: «Sí, ¿quién eres, hijo mío?».
19 «Soy Esaú, tu hijo primogénito, respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me mandaste. Por favor, siéntate y come lo que cacé, para que puedas bendecirme».
20 Entonces Isaac le dijo: «¡Qué rápido lo has logrado, hijo mío!». Jacob respondió: «El Señor, tu Dios, hizo que las cosas me salieran bien».
21 Pero Isaac añadió: «Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres realmente mi hijo Esaú o no».
22 El se acercó a su padre; este lo palpó y dijo: «La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú».
23 Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo,
24 le preguntó otra vez: «¿Tú eres mi hijo Esaú?». «Por supuesto», respondió él.
25 «Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda darte mi bendición». Jacob le acercó la comida, y su padre la comió; también le sirvió vino, y lo bebió.
26 Luego su padre Isaac le dijo: «Acércate, hijo mío, y dame un beso».
27 Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo bendijo diciendo: «Sí, la fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido.
28 Que el Señor te dé el rocío del cielo, y la fertilidad de la tierra, trigo y vino en abundancia.
29 Que los pueblos te sirvan y las naciones te rindan homenaje. Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga».
30 Apenas Isaac había terminado de bendecir a Jacob, en el preciso momento que este se apartaba de su padre, su hermano Esaú volvió de cazar.
31 El también preparó una comida apetitosa y la presentó a su padre, diciendo: «Levántate, padre, y come la presa que tu hijo ha cazado. Así podrás bendecirme».
32 Isaac, su padre, le preguntó: «Y tú, ¿quién eres?». «Soy Esaú, tu hijo primogénito», le respondió él.
33 Isaac quedó profundamente turbado y exclamó: «¿Quién ha sido entonces el que cazó una presa y me la trajo? Yo la comí antes que tú llegaras, lo bendije, y quedará bendecido».
34 Al oír las palabras de su padre, Esaú lanzó un fuerte grito lleno de amargura. Luego dijo: «¡Padre, bendíceme también a mí!».
35 Pero Isaac respondió a Esaú: «Ha venido tu hermano y, valiéndose de un engaño, se llevó tu bendición».
36 Esaú dijo entonces: «Sí, con razón se llama Jacob. Ya van dos veces que me desplaza: primero arrebató mi condición de hijo primogénito, y ahora se ha llevado mi bendición». Y agregó: «¿No has reservado una bendición para mí?».
37 Isaac respondió a Esaú: «Lo he constituido tu señor y le he dado como servidores a todos sus hermanos; lo he provisto de trigo y de vino: ¿Qué más puedo hacer por ti, hijo mío?».
38 Esaú dijo a su padre: «¿Acaso tienes sólo una bendición?». Isaac permaneció en silencio. Esaú lanzó un grito y se puso a llorar.
39 Isaac le respondió, diciéndole: «Tu morada estará lejos de los campos fértiles y del rocío que cae del cielo.
40 Vivirás de tu espada y servirás a tu hermano. Pero cuando te rebeles, lograrás sacudir su yugo de tu cuello».
41 Esaú sintió hacia su hermano un profundo rencor, por la bendición que le había dado su padre. Y pensó: «Pronto estaremos de duelo por mi padre. Entonces mataré a mi hermano Jacob».
42 Cuando contaron a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor, ella mandó llamar a Jacob, su hijo menor y le dijo: «Tu hermano te quiere matar para vengarse de ti.
43 Ahora, hijo mío, obedéceme. Huye inmediatamente a Jarán, a casa de mi hermano Labán,
44 y quédate con él algún tiempo, hasta que tu hermano se tranquilice,
45 hasta que se calme su ira contra ti y olvide lo que le has hecho. Después yo te mandaré a buscar. ¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?».

Meditación:

La bendición de Isaac a Jacob

Dios le había hablado a Rebeca en el tiempo de su embarazo, cuando sus dos hijos dentro de ella se “peleaban”, y Dios le dijo que el menor sería el mayor, y ella, recordando esta profecía, pidió a Jacob que engañara a su padre para así recibir la bendición y se cumpliera la profecía.

¿Fué injusto Dios? Dios sabía lo que era mejor para su pueblo y, conociendo las leyes que amparaban al primogénito, y sabiendo que Esaú no era como Él, Dios, quería para los suyos, le dijo a la madre quién sería el elegido, para que sabiéndolo la madre, Rebeca, pudiera ayudar a Dios. Dios no le pidió que mintiera, le dijo que sería su hijo menor quien recibiría la bendición.

Está mal mentir, y más engañar al padre, y está mal que haya leyes injustas y que, para cumplirlas, se hagan injusticias. Pero antes, en un principio, Dios tenía las cosas establecidas de una manera distinta a las de ahora; ahora una persona, sea hombre o mujer, son iguales ante la ley; antes, el mundo era distinto, no había los adelantos de ahora y se necesitaba más de la fuerza que de la bondad; pero Dios, Jesús, cambió las cosas, porque la Suma Bondad habitó en la tierra y pasó haciendo el bien, y el Mesías, Jesús de Nazaret, que es Dios Hijo, el primogénito y unigénito Hijo de Dios, vino al mundo a enseñarnos cómo hay que hacer las cosas, para que en todo cumplamos la voluntad de Dios, y su Madre, María, mujer buena, la del “sí” de la obediencia a Dios, para que todos puedan salvarse. Tú te salvas por la fe en Jesús y gracias al “sí” de María, hasta sus últimas consecuencias.

Dios sabe lo que quiere y lo da a conocer siempre. Y ahora quiere que tú, seas el primogénito o no, seas hombre o mujer, tengas un lugar en el Cielo, allí, con Él y la Virgen María; el cómo lo consigas, esto lo deja en tus manos y en las manos de tus padres, y también en ti. ¡Sálvate!

P. Jesús

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