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63 Biblia y meditación

La Biblia
La persecución de Labán a Jacob
Génesis 31, 22-42

Capítulo 31

22 Al tercer día notificaron a Labán que Jacob había huido.
23 Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que al fin lo alcanzó en la montaña de Galaad.
24 Pero esa misma noche, Dios se apareció en sueños a Labán, el arameo, y le dijo: «Cuidado con entrometerse para nada en los asuntos de Jacob».
25 Cuando Labán alcanzó a Jacob, este había instalado su campamento en la montaña. Labán, por su parte, acampó en la montaña de Galaad.
26 Labán dijo entonces a Jacob: «¿Qué has hecho? ¡Me has engañado y te has llevado a mis hijas como prisioneras de guerra!
27 ¿Por qué has huido ocultamente y me has engañado? Si me hubieras avisado, yo te habría despedido con una fiesta, con cantos y con música de tambores y liras.
28 Pero tú ni siquiera me has permitido saludar con un beso a mis nietos y a mis hijas. Realmente te has comportado como un insensato.
29 Yo tengo poder suficiente para hacerles una mala jugada a todos ustedes. Sin embargo, ayer por la noche, el Dios de tu padre me dijo: «Cuidado con entrometerte para nada en los asuntos de Jacob».
30 De todas maneras, está bien: tú te has ido porque añorabas tu casa paterna. Pero ¿por qué robaste mis dioses?».
31 «Yo estaba atemorizado, respondió Jacob a Labán, pensando que podías quitarme a tus hijas.
32 Y en lo que respecta a tus dioses, si llegas a encontrarlos en poder de alguno de nosotros, ese no quedará con vida. Revisa bien, en presencia de nuestros hermanos, a ver si hay aquí algo que te pertenece, y llévatelo». Por supuesto, Jacob ignoraba que Raquel los había robado.
33 Labán entró en la carpa de Jacob, en la de Lía, y en la de las dos esclavas, y no encontró nada. Al salir de la carpa de Lía, entró en la de Raquel.
34 Pero Raquel había tomado los ídolos, los había guardado en la montura del camello y se había sentado encima de ellos. Después que Labán registró toda la carpa sin obtener ningún resultado,
35 Raquel dijo a su padre: «Que mi señor no lo tome a mal; pero no puedo ponerme de pie ante él, porque me sucede lo que es habitual en las mujeres». Y por más que buscó, no logró encontrar los ídolos.
36 Jacob se llenó de indignación, y reprochó a Labán diciéndole: «¿Qué delito o falta he cometido para que me acoses de esa manera?
37 Acabas de registrar todas mis cosas y no has encontrado un solo objeto que te pertenezca. Si lo has encontrado, colócalo aquí, delante de tu gente y de la mía, y que ellos decidan quién de nosotros tiene razón.
38 En los veinte años que estuve contigo, tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, y jamás me comí los carneros de tu rebaño.
39 Nunca te llevé un animal despedazado por las fieras: yo mismo debía reparar la pérdida, porque tú me reclamabas lo que había sido robado tanto de día como de noche.
40 De día me consumía el calor, y de noche, la helada; y el sueño huía de mis ojos.
41 De los veinte años que pasé en tu casa, catorce trabajé por tus dos hijas, y seis por tu rebaño, y tú me cambiaste el salario diez veces.
42 Y si el Dios de mi padre –el Dios de Abraham y el Terror de Isaac– no hubiera estado de mi parte, me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios ha visto mi opresión y mi fatiga, y ayer por la noche pronunció su fallo».

Meditación:

La persecución de Labán a Jacob

A los justos, Dios no los abandona, aunque, como Jacob, pueden estar 20 años oprimidos. ¡Dios es la salvación! ¡Dios ayuda al que es bueno y dócil, y acepta las circunstancias que la vida le impone. Pero llega el día, la hora, en que los opresores aprietan tanto, traman tantos males contra el justo, que Dios “habla”, y se pone de parte del que siempre, en todas, le ha sido fiel y su bondad no se ha perdido, sino que por ella, por su bondad, las fatigas y pesares fueron causa de sufrimientos.

Espera en Dios, tú que eres justo. ¡Espera en Dios!, porque todo lo que hace el justo, lo hace para agradar a Dios. No mires para ti mismo, vive una vida de piedad y dialoga con tu Ángel de la guarda, para que presente ante Dios tus penas y Dios ponga fin a las mismas y te llene de paz, ante la persecución del opresor. ¡Confía en Dios!

¡Dios te Ama!

P. Jesús

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