La Biblia 1 Después de estos acontecimientos, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor. |
Meditación:
Los sueños de los funcionarios del Faraón Seguimos en la historia, la triste historia de José, en la cárcel, sin motivo ni causa, allí, pasando el tiempo, haciendo el bien, ayudando a los demás en sus sufrimientos, como debes de hacer tú, y ya haces, que no te cansas de hacer el bien a todos, simplemente porque eres bueno, porque tu pureza te ennoblece y te guarda de todo mal. Hay que decirle a la juventud que tiene que ser pura, que debe de vivir lo natural, que es la pureza, la virginidad, la castidad. Verás en la historia de José, ya te lo adelanto, el que se enamorará y se casará y tendrá hijos, pero ahora él vive en equilibrio con su cuerpo, el de ser puro y casto, y tú puedes también vivir esto si quieres acabar ganando, si quieres que tu historia tenga un final feliz, porque eras feliz y te maldijeron los de tu casa, ahora sufres por esa maldición, y aun cuando Dios te bendice, debe pasar el tiempo para que tus cosas cambien, y no hay nada mejor que vivir en Gracia de Dios, siempre limpio de pecado, siempre arrepentido de tus caídas, yendo a confesarte rápidamente, tantas veces como te haga falta. José no tenía el regalo de Dios del sacramento de la Confesión, porque eran otros tiempos; aún Cristo era el Verbo, pero ya ha pasado el tiempo y ahora las maldiciones pueden acortarse, finiquitarse, viviendo siempre en Gracia de Dios y Comulgando habitualmente, porque allí está presente verdaderamente en cuerpo y alma, ¡Dios mismo!, ¡Cristo!, el que salva. Ahora los tiempos han cambiado, por eso la humanidad avanza en “digamos” prodigios humanos, descubrimientos fantásticos, pero es que Jesús ya vivió y murió y resucitó Dios. Pero no quiero avanzarme tanto en la historia, volvamos a José, leamos su vida, y comprende así la tuya. Acabaré, pero, diciendo, que bendigas a la gente, que ames a tus enemigos y pidas por el bien de ellos; eso no te perjudica, ¡al contrario!, acortará tu agonía en la tierra y pasarás directo al Cielo sin tener que pagar nada en el Pugatorio, porque el aceptar los sufrimientos que la vida trae a cada uno, esto, hecho y aceptado con caridad, por la fe y la esperanza, paga tus cuentas con Dios, la de tus pecados. ¡Vamos, hombre de Dios, que el Señor lo tiene todo controlado para darte ánimos para que vivas esa Buena Nueva del Evangelio y la propagues; dilo alto y claro: Dios vino al mundo y te salvó!. ¡Aleluya! ¡Bendiciones para todos, hermanos! P. Jesús © copyright |