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Génesis - 23. página

LA BIBLIA MEDITADA por el P. Jesús

111 Biblia y meditación

La Biblia
Otro relato del establecimiento de los hebreos en Egipto
Génesis 47, 5b-12

5b Jacob y sus hijos llegaron a Egipto, donde estaba José; y cuando el Faraón, rey de Egipto, se enteró de la noticia, dijo a José: «Tu padre y tus hermanos vinieron a reunirse contigo.
6b El territorio de Egipto está a tu disposición: instala a tu padre y a tus hermanos en las mejores tierras».
7 José hizo venir a su padre Jacob y se lo presentó al Faraón. Jacob saludó respetuosamente al Faraón,
8 y este le preguntó: «¿Cuántos años tienes?».
9 Jacob respondió al Faraón: «Los años que se me han concedido suman ya ciento treinta. Pocos y desdichados han sido estos años de mi vida, y ni siquiera se acercan a los que fueron concedidos a mis padres».
10 Luego Jacob volvió a saludar al Faraón y salió de allí.
11 José instaló a su padre y a sus hermanos, dándoles una propiedad en Egipto, en las mejores tierras –en la región de Ramsés– como el Faraón lo había dispuesto.
12 Y también proveyó al sostenimiento de su padre, de sus hermanos, y de toda la familia de su padre, según las necesidades de cada uno.

Meditación:

Otro relato del establecimiento de los hebreos en Egipto

Según las necesidades de cada uno, esto es hacer justicia, es la justicia que agrada a Dios y la bendice, la de ayudar a cada uno según sus necesidades. Nadie es igual, nadie tiene lo mismo, nadie necesita las mismas cosas, pero todos tienen necesidad de Dios, de tener fe; por esto, el corazón humano está descontento hasta que encuentra a Dios, hasta que le permite, permite a Dios, regir su vida, obedeciendo en todo su voluntad; y su voluntad se ve en la realidad, como la vio Jacob, la de trasladarse a Egipto, por pasar hambre donde estaba, y su hijo José le hizo saber que deseaba que fueran a Egipto, que él los ayudaría en todo, y así fue. José perdonó a sus hermanos su maldad, y les ayudó, y a cada uno proveyó según sus necesidades.

A veces, Dios no permite cosas porque sabe que no las necesitas, aunque tú crees que sí, pero Dios sabe todo de ti y de todos, por esto te pido, por favor, que te fíes de Dios, que confíes en Él y en tu oración. Tú pide y deja que Dios te dé, espera en Él, y reconforta tu alma teniéndolo, teniendo a Dios en tu corazón; y las cosas te irán bien y mejor. Te lo digo, amigo, confía en Dios que tanto te ama y te amó y te amará. Él, Dios, nunca cambia, aunque tú cambies de trabajo, de residencia, de amistad.

P. Jesús

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112 Biblia y meditación

La Biblia
La habilidad administrativa de José
Génesis 47, 13-26

13 Como la escasez era muy grande, en ningún país había alimentos, y tanto Egipto como Canaán estaban exhaustos por el hambre.
14 Así José pudo recaudar todo el dinero que circulaba en Egipto y en Canaán, como pago por los víveres que compraban, y guardó ese dinero en el palacio del Faraón.
15 Y cuando ya no hubo más dinero ni en Egipto ni en Canaán, los egipcios acudieron en masa a José para decirle: «Danos de comer. ¿Por qué tendremos que morir ante tus propios ojos, por falta de dinero?».
16 José respondió: «Si ya no hay más dinero, entreguen su ganado y yo les daré pan a cambio de él».
17 Ellos trajeron sus animales a José, y él les dio pan a cambio de caballos, ovejas, vacas y asnos. Y durante aquel año los abasteció de víveres a cambio de todos sus animales.
18 Pero pasó ese año, y al año siguiente vinieron otra vez y dijeron a José: «Ya se ha terminado todo el dinero y los animales te pertenecen. No podemos ocultarte que no queda nada a tu disposición, fuera de nuestras personas y nuestras tierras.
19 Pero ¿por qué tendremos que morir ante tus propios ojos, nosotros y nuestras tierras: Aduéñate de nosotros y de nuestras tierras a cambio de pan. Así el Faraón será dueño de nosotros y de nuestras tierras. Danos solamente semilla para que podamos sobrevivir. De lo contrario, nosotros moriremos, y el suelo se convertirá en un desierto».
20 De esa manera, José adquirió para el Faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios, acosados por el hambre, vendieron cada uno su campo. La tierra pasó a ser propiedad del Faraón,
21 y el pueblo quedó sometido a servidumbre de un extremo al otro del territorio egipcio.
22 Los únicos terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes, porque a ellos el Faraón le había asignado una ración fija de alimentos; como vivían de la ración que les daba el Faraón, no tuvieron que vender sus tierras.
23 Entonces José dijo al pueblo: «Ahora ustedes y sus tierras pertenecen al Faraón, porque yo los he comprado. Aquí tienen semilla para sembrar esas tierras.
24 Pero cuando llegue la cosecha, ustedes deberán entregar al Faraón una quinta parte de los productos, y conservarán las cuatro partes restantes para sembrar la tierra, para alimentarse ustedes y sus familias, y para dar de comer a los niños».
25 Ellos exclamaron: «Tú nos salvaste la vida. Te agradecemos que nos hayas puesto al servicio del Faraón».
26 Entonces José promulgó una ley agraria en Egipto –que todavía hoy está en vigencia– por la cual una quinta parte de las cosechas corresponde al Faraón. Sólo las tierras de los sacerdotes no pasaron a ser propiedad del Faraón.

Meditación:

La habilidad administrativa de José

José fue hábil en administrar, en ocuparse de su trabajo; y tú tienes, puedes hacer igual, sin doblegar a nadie, sin dejar de ser justo, como hizo José. Evidentemente José trabajaba para el Faraón e hizo lo justo, lo correcto, dio comida a cambio de lo que le daban para pagarla. Sobrevivieron muchos al hambre, gracias a saber administrar José. Tú tienes que administrar tu vida, y tu vida es más que una casa, un coche, tu vida es el pan de cada día, tanto el pan para tu alimento físico, como el pan para tu alimento espiritual; ¡que no te falte!, administra bien, y sé justo como lo fue José, y Dios te bendecirá a ti también.

P. Jesús

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113 Biblia y meditación

La Biblia
La última voluntad de Jacob
Génesis 47, 27-31

27 Los israelitas se establecieron en Egipto, en la región de Gosen, y allí adquirieron propiedades, tuvieron muchos hijos y llegaron a ser muy numerosos.
28 Jacob vivió diecisiete años en Egipto, y en total vivió ciento cuarenta y siete años.
29 Cuando estaba a punto de morir, llamó a su hijo José y le dijo: «Si realmente me tienes afecto, coloca tu mano debajo de mi muslo, como prueba de tu constante lealtad hacia mí, y no me entierres en Egipto.
30 Cuando vaya a descansar junto con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en su sepulcro». José respondió: «Haré lo que dices».
31 Pero su padre insistió: «Júramelo». El se lo juró, e Israel se reclinó sobre la cabecera de su lecho.

Meditación:

La última voluntad de Jacob

Los hijos buenos honran a sus padres buenos; los hijos malos aborrecen a sus padres buenos y a sus padres malos.

Jacob tubo hijos e hijas, buenos y malos, pero confió su último deseo a su hijo bueno, José. 
Te deseo que seas un hijo bueno, y tengas hijos buenos, porque la fe es la que da la bondad; fe en Dios, fe en que hay un Dios en el Cielo que ama a los hombres y quiere cerca de Él, a los de buena voluntad.

Nada está perdido mientras tengas vida, porque José estuvo 20 años sufriendo, y luego recuperó su dignidad y a su familia; supo perdonar, supo amar y se dejó amar a su vez, también por quién no le amó.

¿Ya dejas tú que te ame quien no te amó? Medita esto hoy, porque Jacob amó a todos sus hijos buenos y malos; y Dios, a todos los hijos de Jacob, los consoló de sus pecados, porque Dios consuela siempre, siempre que hay arrepentimiento sincero, siempre que hay fe en que Dios ama y perdona.

Dios ama y perdona.

P. Jesús

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114 Biblia y meditación

La Biblia
La bendición de Efraím y Manasés
Génesis 48, 1-22

1 Después de estos acontecimientos, José recibió esta noticia: «Tu padre está enfermo». Entonces llevó a sus dos hijos, Manasés y Efraím,
2 y se hizo anunciar a su padre: «Tu hijo José ha venido a verte». Israel, haciendo un esfuerzo, se sentó en su lecho,
3 y dijo a José: «El Dios Todopoderoso se me apareció, en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo,
4 diciendo: «Yo te haré fecundo y numeroso, haré nacer de ti una asamblea de pueblos, y daré esta tierra a tu descendencia después de ti, en posesión perpetua».
5 Ahora bien, los dos hijos que tuviste en Egipto antes que yo viniera a reunirme contigo, serán mis hijos. Efraím y Manasés serán míos, como lo son Rubén y Simeón.
6 Los que nacieron después de ellos, en cambio, serán tuyos, y serán llamados con el nombre de sus hermanos para recibir su herencia.
7 Yo quiero que así sea, porque a mi regreso de Padán, mientras íbamos por la tierra de Canaán, a poca distancia de Efratá, se me murió tu madre Raquel, y yo la sepulté allí, junto al camino de Efratá, es decir, de Belén».
8 Al ver a los hijos de José, Israel preguntó: «Y estos, ¿quiénes son?».
9 «Son mis hijos, los que Dios me dio aquí», respondió José a su padre. Este añadió: «Acércamelos, para que yo los bendiga».
10 José los puso junto a Israel, que ya no veía, porque sus ojos se habían debilitado a causa de su edad avanzada, y él los besó y los abrazó.
11 Luego Israel dijo a José: «Yo pensaba que nunca más volvería a ver tu rostro, y ahora Dios me permite ver también tu descendencia».
12 José los retiró de las rodillas de Israel y se inclinó profundamente;
13 después los tomó a los dos, a Efraím con su mano derecha, para que estuviera a la izquierda de Israel, y a Manasés con su mano izquierda, para que estuviera a la derecha de Israel, y se los presentó.
14 Pero Israel, entrecruzando sus manos, puso la derecha sobre la cabeza de Efraím, que era el menor, y la izquierda sobre la cabeza de Manasés, aunque este era el primogénito,
15 y los bendijo, diciendo: «El Dios en cuya presencia caminaron mis padres, Abraham e Isaac, el Dios que fue mi pastor, desde mi nacimiento hasta el día de hoy,
16 el ángel que me rescató de todo mal, bendiga a estos jóvenes, para que en ellos sobreviva mi nombre y el de mis padres, Abraham e Isaac, y lleguen a ser una gran multitud sobre la tierra».
17 Cuando José advirtió que su padre tenía puesta la mano derecha sobre la cabeza de Efraím, no le pareció bien. Entonces tomó la mano de su padre para pasarla de la cabeza de Efraím a la de Manasés,
18 y dijo a su padre: «Así no, padre, porque el primogénito es el otro; coloca tu mano derecha sobre su cabeza».
19 Pero su padre se resistió con estas palabras: «Ya lo sé, hijo mío, ya lo sé. También de él nacerá un pueblo, y también él será grande. Pero su hermano menor lo aventajará, y de él descenderán naciones enteras».
20 Y aquel día pronunció sobre ellos esta bendición: «Por ti Israel pronunciará esta bendición: ¡Que Dios te haga como Efraím y Manasés!». Y puso a Efraím delante de Manasés.
21 Finalmente, Israel dijo a José: «Yo estoy a punto de morir, pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus padres.
22 Yo, por mi parte, te doy una franja de tierra más que a tus hermanos, la que arrebaté a los amorreos con mi espada y con mi arco».

Meditación:

La bendición de Efraím y Manasés

Dios tiene sus planes, Dios actúa a pesar de los pensamientos de tantos. Israel acabó su vida en Egipto, allí donde su hijo José llegó después de recibir el mal de sus hermanos. José llegó allí y tuvo éxito en todo, aun cuando sufrió mucho también, sin padre, sin hermanos, sabiendo que ellos, sus hermanos, le habían traicionado por envidia. José nunca fue envidioso, por esto llegó tan alto, porque cumplía con su deber, y no como muchos, que hacen cosas grandes por envidia, por ser más que otros.

Israel, antes de morir, bendice a los hijos de José, pero no sigue con la ley natural, de que el primogénito era el que estaba a su derecha, sino que haciendo caso a Dios, al menor de los hijos de José, le hizo el primero, porque así son las cosas a veces, que la ley natural no va acorde con la realidad; ¿cuántos hijos mayores maltratan a sus padres, y en cambio los menores los cuidan y los bendicen en su ancianidad?

La vida hay que vivirla día a día, porque Dios da sorpresas, y del dolor de José, comieron todos y tantos. Si tú sufres, acepta que no lo comprendes, pero aceptando tu dolor, sé bueno, cumple con tu deber, como hizo José, y verás cómo nada ha sido en vano. Los planes de Dios asombran siempre.

P. Jesús

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115 Biblia y meditación

La Biblia
El testamento de Jacob
Génesis 49, 1-28

1 Jacob llamó a sus hijos y les habló en estos términos: «Reúnanse, para que yo les anuncie lo que les va a suceder en el futuro:
2 Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob, oigan a Israel, su padre.
3 ¡Tú, Rubén, mi primogénito, mi fuerza y el primer fruto de mi vigor, el primero en dignidad, y el primero en poder!
4 Desbordado como las aguas, ya no tendrás la primacía, porque subiste al lecho de tu padre, y, al subir, lo profanaste.
5 Simeón y Leví son hermanos, sus cuchillos son instrumentos de violencia.
6 Que yo no entre en sus reuniones, ni me una a su asamblea, porque en su ira mataron hombres y mutilaron toros por capricho.
7 Maldita sea su ira tan violenta y su furor tan feroz. Yo los repartiré en el país de Jacob y los dispersaré en Israel.
8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tomarás a tus enemigos por la nuca y los hijos de tu padre se postrarán ante ti.
9 Judá es un cachorro de león, –¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!– Se recuesta, se tiende como un león, como una leona: ¿quién lo hará levantar?
10 El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia.
11 El ata su asno a una vid, su asno de pura raza a la cepa más escogida; lava su ropa en el vino y su manto en la sangre de las uvas.
12 Sus ojos están oscurecidos por el vino, y sus dientes blanqueados por la leche.
13 Zabulón habitará en la ribera del mar, que servirá de puerto a las naves, y sus fronteras llegarán hasta Sidón.
14 Isacar en un asno vigoroso, recostado entre sus alforjas.
15 Al ver que el lugar de reposo es bueno y el país muy agradable, doblega sus espaldas a la carga y se somete a un trabajo servil
16 Dan juzgará a su pueblo como una de las tribus de Israel
17 El es una serpiente junto al camino, una víbora junto al sendero, que muerde los talones del caballo, y así el jinete cae de espaldas.
18 ¡Señor, yo espero tu salvación!
19 Bandas de salteadores asaltarán a Gad, pero él, a su vez, los asaltará por detrás.
20 Aser tendrá comidas deliciosas y ofrecerá manjares de reyes.
21 Neftalí es una cierva suelta, que da hermosos cervatillos.
22 José es un potro salvaje, un potro salvaje junto a una fuente, un asno salvaje sobre una ladera.
23 Los arqueros lo hostigaron le arrojaron flechas, lo acosaron.
24 Pero los arcos permanecieron rígidos y se aflojaron los brazos de los arqueros por el poder del Fuerte de Jacob, por el nombre del Pastor, la Roca de Israel;
25 por el Dios de tu padre, que te socorre, por el Dios Todopoderoso, que te da sus bendiciones: bendiciones desde lo alto del cielo, bendiciones del océano que se extiende por debajo, bendiciones de los pechos y del seno materno,
26 bendiciones de las espigas y las flores, bendiciones de las montañas seculares, delicias de las colinas eternas. ¡Que desciendan sobre la cabeza de José, sobre la frente del consagrado entre sus hermanos!
27 Benjamín es un lobo rapaz: por la mañana devora la presa, y a la tarde divide los despojos».
28 Todas estas eran las tribus de Israel –doce en total– y esto es lo que su padre dijo de ellas cuando las bendijo, dándole a cada una su bendición.

Meditación:

El testamento de Jacob

Jacob, nuestro Israel, vio a cada uno de sus hijos, tal y como era; los amaba a todos, pero fue justo con todos, por las obras de cada uno. ¿Cuántos padres, al primogénito, al heredero, le han perdonado, le perdonan todo, haciendo mal a los otros hijos, por esta injusticia de no ver los hechos de cada uno? Padre, aprende de Jacob, y tus hijos buenos te bendecirán, porque los malos, los hijos malos, nunca bendicen.

P. Jesús

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