La Biblia 6 José tenía plenos poderes sobre el país y distribuía raciones a toda la población. Sus hermanos se presentaron ante él y se postraron con el rostro en tierra. |
Meditación:
El primer encuentro de José con sus hermanos Se denominaban a sí mismos, los hermanos de José, como personas honradas, y habiendo hecho con su hermano José lo que le hicieron, todo y así, en voz alta ante el poderoso José, decían que eran honrados. ¿Es que no tenían conciencia de su grave pecado?… ¿y tú, puede que a ti te pase igual, que no tengas conciencia del daño hecho a tu hermano?… ¿Hizo bien José en tratarlos como espías?… ¿Tenía que haberse mostrado humilde y darles todo lo que pedían por el hecho de haberles perdonado?… José, al cabo de tres días de estar bajo custodia, les habla y les pide, por ser un hombre temeroso de Dios, que certifiquen que no mienten; quiere obras de su verdad, obras que respalden sus palabras de honradez, que pronunciaron ante el que maltrataron, ¡su propio hermano José!, que les pidió ayuda y clemencia, estando en el pozo donde le pusieron sus hermanos años atrás, cuando él confiaba plenamente en ellos, tanto, que incluso les contaba sus sueños; y ellos, furiosos por los sueños de José, su hermano, y por el trato que le daba su padre, le dañaron despiadadamente, injustamente, dándole la hiel que contenía su corazón cobarde e infiel, aunque eran parte del pueblo de Dios, elegido para ser de la estirpe de Cristo, ¡el Rey de los Judíos, el Dios de todos! Los asustó José, exigiéndoles la verdad y diciéndoles que, de decirla, no morirían. ¡Cuánto poder tenía ahora José!, ese mismo José, abandonado, humillado, solo, y falto de todo afecto humano. Ahora él podía hacer venganza y la ley estaría siempre de acuerdo con él, porque él representaba la ley egipcia, tenía poder para hacer y deshacer; era el Gran José, mientras sus hermanos hablaban de él como un hombre muerto. Se dieron cuenta sus hermanos que venía sobre ellos la hora terrena de la justicia, porque todo se paga también en esta vida; la historia de los hombres lo testifica; da valor a esta creencia de que quien siembra, recoge su siembra; tarde o pronto, la vida pasa cuentas de los hechos y, a veces, también de las palabras que han dañado al inocente que es temeroso de Dios. Leemos: “José se alejó de ellos para llorar”. ¿Aún le quedaban lágrimas a José, después de más de veinte años sufriendo y llorando?, ¡clamando al Cielo por la paz de su corazón en duelo! Las lágrimas de los buenos, como José, siempre viven, porque la misericordia tiene su faceta espiritual, que protege al corazón de embrutecerse y lo mantiene envuelto en lágrimas para que no se endurezca y llegue a ser más perverso que. los que pervirtiendo la fe, hicieron mal y lo malo al bueno que hace el bien. Si tú, como José, tienes unos hermanos así de malos, ¡que hay!, aún hoy hay, y te han dañado, ¡benditas sean tus lágrimas, que por ellas, jamás serás como ellos!, ¡JAMÁS! P. Jesús © copyright |