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Génesis - 22. página

LA BIBLIA MEDITADA por el P. Jesús

106 Biblia y meditación

La Biblia
El desenlace de la historia de José
Génesis 45, 1-28

1 José ya no podía contener su emoción en presencia de la gente que lo asistía, y exclamó: «Hagan salir de aquí a toda la gente». Así, nadie permaneció con él mientras se daba a conocer a sus hermanos.
2 Sin embargo, los sollozos eran tan fuertes que los oyeron los egipcios, y la noticia llegó hasta el palacio del Faraón.
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Es verdad que mi padre vive todavía?». Pero ellos no pudieron responderle, porque al verlo se habían quedado pasmados.
4 Entonces José volvió a decir a sus hermanos: «Acérquense un poco más». Y cuando ellos se acercaron, añadió: «Sí, yo soy José, el hermano de ustedes, el mismo que vendieron a los egipcios.
5 Ahora no se aflijan ni sientan remordimiento por haberme vendido. En realidad, ha sido Dios el que me envió aquí delante de ustedes para preservarles la vida.
6 Porque ya hace dos años que hay hambre en esta región, y en los próximos cinco años tampoco se recogerán cosechas de los cultivos.
7 Por eso Dios hizo que yo los precediera para dejarles un resto en la tierra y salvarles la vida, librándolos de una manera extraordinaria.
8 Ha sido Dios, y no ustedes, el que me envió aquí y me constituyó padre del Faraón, señor de todo su palacio y gobernador de Egipto.
9 Vuelvan cuanto antes a la casa de mi padre y díganle: «Así habla tu hijo José: Dios me ha constituido señor de todo Egipto. Ven ahora mismo a reunirte conmigo.
10 Tú vivirás en la región de Gosen, y estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos, tus ovejas y tus vacas, y con todo lo que te pertenece.
11 Yo proveeré a tu subsistencia, porque el hambre durará todavía cinco años. De esa manera, ni tú ni tu familia ni nada de lo que te pertenece, pasarán necesidad».
12 Ustedes son testigos, como lo es también mi hermano Benjamín, de que soy yo mismo el que les dice esto.
13 Informen a mi padre del alto cargo que ocupo en Egipto y de todo lo que han visto. Y tráiganlo aquí lo antes posible».
14 Luego estrechó entre sus brazos a su hermano Benjamín y se puso a llorar. También Benjamín lloró abrazado a él.
15 Después besó a todos sus hermanos y lloró mientras los abrazaba. Sólo entonces, sus hermanos atinaron a hablar con él.
16 Cuando en el palacio del Faraón se difundió la noticia de que habían llegado los hermanos de José, el Faraón y sus servidores vieron esto con buenos ojos.
17 El Faraón dijo a José: «Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vayan en seguida a la tierra de Canaán,
18 para traer aquí a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y ustedes vivirán de la fertilidad del suelo.
19 Además, ordénales que lleven a Egipto algunos carros para sus niños y sus mujeres, y para trasladar a su padre.
20 Diles que no se preocupen por las cosas que dejan, porque lo mejor de todo el territorio de Egipto será para ustedes».
21 Así lo hicieron los hijos de Israel. De acuerdo con la orden del Faraón, José les dio unos carros y les entregó provisiones para el camino.
22 Además, dio a cada uno de ellos un vestido nuevo, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y varios vestidos nuevos.
23 También envió a su padre diez asnos cargados con los mejores productos de Egipto, y diez asnas cargadas de cereales, de pan y de víveres para el viaje.
24 Y cuando despidió a sus hermanos antes que partieran, les recomendó: «Vayan tranquilos».
25 Ellos salieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, donde se encontraba su padre Jacob.
26 Cuando le anunciaron que José estaba vivo y era el gobernador de todo Egipto, Jacob no se conmovió, porque no les podía creer.
27 Entonces le repitieron todo lo que les había dicho José y, al ver los carros que le había enviado para transportarlo, su espíritu revivió.
28 Israel exclamó: «Ya es suficiente. ¡Mi hijo José vive todavía! Tengo que ir a verlo antes de morir».

Meditación:

El desenlace de la historia de José

No hay que tener miedo a partir cuando pasas hambre y Dios tiene preparado para ti un lugar seguro, donde el pan y el amor existen para ti. Pero mira bien, no te equivoques de lugar y vayas a la perdición en vez de a la bendición. El lugar tiene que ser santo, virtuoso y lleno de la presencia de Dios. Si no es así, te equivocarás nuevamente y sufrirás mucho más. Atiende a la santidad, más que al deseo de los ojos. La santidad es sacrificio, es humildad; la belleza carnal está llena de lujuria, y Satanás engaña los sentidos. Si te equivocas al elegir, sufrirás mucho más que no has sufrido hasta hoy, y será peor tu vida que si un escorpión te hubiera mordido; porque el veneno de los sin fe, justifica una doctrina que no existe, que no es fiel, que te dará hambre y sed, y ¡morirás!

Decide la libertad de la humildad. Únete a la dicha de vivir en paz, con santidad y dando buen ejemplo. Si allí adonde decides ir, no vas a dar buen ejemplo, ¡no vayas!, porque los escorpiones anidarán entre tus mantas y sus picaduras te harán retorcer de dolor.

El padre de José, dudó, y tú debes dudar y estudiar la situación y las pruebas. No busques prosperar, ¡deja la ambición!, busca la paz y la humildad de corazón. No confíes en promesas vanas, confía en la belleza del alma; allí donde tu alma tenga alegría, la dicha de la fe, allí es tu lugar, y allí Dios te hará prosperar, pero no te vendas por las palabras dulces, sino come sano y disfruta de la Eucaristía. Si no puedes comer el Pan de Cristo, ¡no vayas! Amén.

La señal es el Pan, es poder comer el Cuerpo de Cristo. Si no, te morirás de hambre y todo se perderá, ¡tú también!

Sé juicioso, sé santo y no te dejes comprar por nadie, ni por la falsa amistad, ni por las habladurías, sino que sé sensato y mira, te lo digo: ¡no peques más! Rectifica, ve a confesarte y aprende a vivir en la Gracia de la fe. La vida es Gracia.

En tiempos de crisis, la de hoy, como la que pasó Jacob, busca tú, siempre, la palabra de Dios. No sea que te arrepientas luego, porque ¡llorarás hasta llegar al Cielo! Pudiendo reír y disfrutar de la vida, no quieras llorar. Paz.

P. Jesús

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107 Biblia y meditación

La Biblia
Jacob y su familia en Egipto
Génesis 46, 1-7

1 Israel partió llevándose todos sus bienes. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
2 Dios dijo a Israel en una visión nocturna: «¡Jacob, Jacob!». El respondió: «Aquí estoy».
3 Dios continuó: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de bajar a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación.
4 Yo bajaré contigo a Egipto, y después yo mismo te haré volver; y las manos de José cerrarán tus ojos».
5 Cuando Jacob salió de Berseba, los hijos de Israel hicieron subir a su padre, junto con sus hijos y sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para trasladarlos.
6 Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia
7 –sus hijos y sus nietos, sus hijas y sus nietas– porque él había llevado consigo a todos sus descendientes.

Meditación:

Jacob y su familia en Egipto

Dios decide y quiere a su pueblo unido y fiel, por esto Jacob y TODA su familia fueron a Egipto, a Egipto, como San José, la Virgen María y Jesús, Dios, que pasaron por Egipto. ¿Qué pasa con Egipto para los elegidos de Dios? Es el lugar de espera, como el Purgatorio, donde pasa el tiempo mientras Dios arregla las cosas para su Pueblo, para su Iglesia.

Los emigrantes saben de lo que hablo, conocen lo que es sufrir en el silencio de tener el corazón en un puño, mientras los recuerdos añoran los tiempos de juventud en el país de origen donde los persiguen, quizás personas, quizás el hambre, quizás su conciencia.

Acepta el Egipto y ve allí con todas tus posesiones y toda tu descendencia, como hizo Jacob, hasta que pasaron los tiempos de hambre y regresaron.

En el camino a tu Egipto, pasa por la oración, y Dios vendrá contigo, amigo.

P. Jesús

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108 Biblia y meditación

La Biblia
La familia de Jacob
Génesis 46, 8-27

8 Los nombres de los hijos de Israel –o sea, Jacob y sus hijos– que emigraron a Egipto son los siguientes: Rubén el primogénito de Jacob,
9 y los hijos de Rubén: Henoc, Palú, Jesrón y Carmí.
10 Los hijos de Simeón: Iemuel, Iamín, Ohad, Iaquín, Sójar y Saúl, el hijo de la cananea.
11 Los hijos de Leví: Gersón, Quehat y Merarí.
12 Los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Peres y Zéraj. Er y Onán ya habían muerto en Canaán, y los hijos de Peres fueron Jesrón y Jamul.
13 Los hijos de Isacar: Tolá, Puvá, Iasub y Simrón.
14 Los hijos de Zabulón: Séred, Elón y Iajlel.
15 Estos son los hijos que Lía había dado a Jacob en Padán Aram, además de su hija Dina. Entre hombres y mujeres sumaban un total de treinta y tres personas.
16 Los hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí.
17 Los hijos de Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá, y también Séraj, hermana de aquellos. Los hijos de Beriá: Jéber y Malquiel.
18 Estos son los hijos de Zilpá, la esclava que Labán había dado a su hija Lía. De ella le nacieron a Jacob estas dieciséis personas.
19 Los hijos de Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín.
20 En Egipto, José fue padre de Manasés y Efraím, los hijos que le dio Asnat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On.
21 Los hijos de Benjamín: Belá, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ejí, Ros, Mupím, Jupím y Ard.
22 Estos son los hijos de Raquel, que le nacieron a Jacob. En total, catorce personas.
23 El hijo de Dan: Jusím.
24 Los hijos de Neftalí: Iajsel, Guní, Iéser y Silém.
25 Estos son los descendientes de Bilhá, la esclava que Labán había dado a su hija Raquel. De ella le nacieron a Jacob estas siete personas.
26 Toda la familia de Jacob que emigró a Egipto –sus propios descendientes, sin contar a las mujeres de sus hijos– sumaban un total de sesenta y seis personas,
27 incluyendo a José y a los dos hijos que este tuvo en Egipto, toda la familia de Jacob, cuando emigró a Egipto, sumaba un total de setenta personas.

Meditación:

La familia de Jacob

Unida la familia de Jacob, pasaron sus pruebas y tuvieron sus problemas de convivencia, pero Jacob siempre se apoyaba en el Señor, buscando su compañía en oración; y cuando un padre, un esposo, hace esto, vemos como, a pesar de los problemas familiares y sociales, sigue adelante, porque está protegido por la mano de Dios que le inspira, le guarda y le ayuda a continuar con la historia de la salvación del hombre, planeando la venida de Dios, de Dios Hijo.

Dios protege la fe del patriarca Jacob, mucha paciencia practicó en su vida, y su generación aún hoy sigue poblando la tierra.

La costumbre de aquellos tiempos, de tener más de una esposa, de engendrar hijos de la esclava de la esposa, es esa, una costumbre, posiblemente, de supervivencia porque antes, la familia se necesitaba para sobrevivir en esta tierra. Ahora también se necesita de la familia para sobrevivir en este mundo. Mirad cuántos viven mal por no tener familia a la que acudir cuando vienen los problemas, las pruebas o la enfermedad.

Jesús, Dios, quiere la perfección individual; y la perfección es abstenerse de la fornicación, es tener una sola mujer y procrear hijos por amor, porque Dios, Jesús, trajo al mundo, demostró al mundo, cuánto ama Dios a cada uno.

P. Jesús

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109 Biblia y meditación

La Biblia
El encuentro de Jacob con José
Génesis 46, 28-34

28 Israel hizo que Judá se le adelantara y fuera a ver a José, para anunciarle su llegada a Gosen. Cuando llegaron a la región de Gosen,
29 José hizo enganchar su carruaje y subió hasta allí para encontrarse con su padre Israel. Apenas este apareció ante él, José lo estrechó entre sus brazos, y lloró un largo rato, abrazado a su padre.
30 Entonces Israel dijo a José: «Ahora sí que puedo morir, porque he vuelto a ver tu rostro y que vives todavía».
31 Después José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: «Yo iré a informar al Faraón y le diré: «Mis hermanos y la familia de mi padre, que antes estaban en Canaán, han venido a reunirse conmigo.
32 Ellos son pastores, y ya hace mucho tiempo que se dedican a cuidar el ganado. Ahora han traído sus ovejas, sus vacas y todo lo que poseen».
33 Por eso, cuando el Faraón los llame y les pregunte de qué se ocupan,
34 ustedes responderán: «Tus servidores, desde su juventud hasta ahora, se han dedicado a cuidar el ganado, lo mismo que sus antepasados». Así ustedes podrán establecerse en la región de Gosen, porque los egipcios sienten abominación por todos los pastores».

Meditación:

El encuentro de Jacob con José

Lágrimas de amor, en el encuentro entre José y su padre Jacob, Israel.

Dios cambia el nombre de sus elegidos, les da un nombre nuevo para llevar a cabo su misión.

Jacob tenía por misión reunir nuevamente, una vez más, como tantas leemos en la Sagrada Biblia, a su Pueblo, el pueblo con el que mantenía su Alianza; ellos cumplirían los mandamientos, teniéndolo a Él, como al único Dios, y Dios los protegería y les daría una tierra buena donde vivir en paz.

Los egipcios, dice la Biblia en el pasaje que estamos meditando, que tenían abominación por todos los pastores; ¿no ocurre hoy lo mismo, que el mundanismo repele a los sacerdotes, a los pastores que cuidan del rebaño de Dios? Sí, ocurre así, pero también ocurre que, por afecto a algún José, fiel con su trabajo social al faraón, que por él, el Faraón acepta y hace aceptar a los familiares de José, pastores.

Dios hace lo que quiere en la historia de los suyos, espera años, acepta los tiempos de infortunio de los suyos y los llena de paciencia, y su misericordia les da; después de ser probados, de haber sido tentados y expuestos a la crítica, a la burla, llega su tiempo, el tiempo de Dios de aclarar las cosas, de seguir con su Plan, ¡la salvación de su Pueblo!

Es bella toda la historia Bíblica; cuando se conoce a Dios, todo se comprende, porque lo que pretende siempre Dios, es que su Pueblo no muera, que viva, y que viva para siempre.

¡Estamos en ello!, ¿verdad católicos?

P. Jesús

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110 Biblia y meditación

La Biblia
La entrevista de los hijos de Jacob con el Faraón
Génesis 47, 1-6b

1 Luego José fue a informar al Faraón, diciendo: «Mi padre y mis hermanos vinieron de Canaán con sus ovejas, sus vacas y todo lo que poseen, y ahora están en la región de Gosen».
2 Además, él se había hecho acompañar por algunos de sus hermanos y se los presentó al Faraón.
3 Este les preguntó: «Y ustedes, ¿de qué se ocupan?». «Somos pastores, como también lo fueron nuestros antepasados», respondieron ellos.
4 Y añadieron: «Hemos venido a residir en este país, porque en Canaán no hay pastos para nuestros rebaños, ya que el país está asolado por el hambre. Por eso te rogamos que nos dejes permanecer en la región de Gosen».
5a El Faraón dijo a José:
6b «Pueden establecerse en la región de Gosen. Y si te consta que entre ellos hay gente capaz, encomiéndales el cuidado de mis propios rebaños».

Meditación:

La entrevista de los hijos de Jacob con el Faraón

Cuando vayas a hablar con un superior, ten claro lo que quieres de él, no le hagas perder tiempo, teniendo que pensar él por ti. Los hermanos de José tenían claro lo que querían del Faraón, incluso sabían el lugar elegido a donde querían ir a vivir y trabajar.  José los aleccionó antes, y por esto, al ser claros en su petición, el Faraón, que tenía todo el poder, aceptó su deseo, y no sólo esto, sino que viendo su claridad de propósito, comentó la posibilidad de que pudieran cuidar los rebaños del rey.

Cuando hablas con Dios, es como el que habla con un amigo, y escucha todas tus palabras, tu retórica, tus deseos e historias, porque Dios te ama de verdad, y aunque lo sabe todo, su paciencia y amor son infinitos, y por esto, tú puedes desahogarte con Él, con Dios Uno y Trino; incluso puedes pedirle consejo, y verás que llegará esta ayuda, por un pensamiento tuyo inesperado, por una conversación que tengas con otro-s, o que oigas, algo que leas, o por los hechos de la divina providencia; pero es que Dios es alguien más que un faraón o alguien importante, Dios es tu Padre, te creó por amor y amándote, y un superior a ti, es un semejante que, por sus condiciones actuales, tiene un poder del que tú careces, pero Dios es distinto a los mortales, Dios es Dios y es el creador de todo lo que ves y de lo que no ves. Cuando hablas con Él, con Dios, no es una entrevista lo que sostienes con Él, sino que es verdaderamente un diálogo entre Padre e hijo. Habla a Dios con fe, con adoración y respeto, con confianza y sabiendo que Él todo te lo puede dar, porque vas de parte de Jesús, su Hijo, Dios mismo, que es esta fe la que te hace acercarte a Él, y sabes que no le eres indiferente, sino que te dio la vida y, por Jesucristo, la vida Eterna.

Póstrate ante Dios por respeto, por adoración, pero que tu corazón esté confiado en tus palabras con Él, Dios de Amor, ¡tu Padre, Creador y Salvador!

Ten fe, y verás que tendrás una nueva tierra donde pastar tus ilusiones, y habrá paz.

Dios te ama, y te ama de verdad; lo sé. ¿Lo sabes tú también?

P. Jesús

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