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Artículos - 11. página

Artículos – Sabías que…

«UN ACTO PENITENCIAL, NO ESTÁ NADA MAL…»

«UN ACTO PENITENCIAL, NO ESTÁ NADA MAL…»

… Pero nunca perdona un pecado mortal. El sacramento de la misericordia, es otra historia.

Me dicen que algunos clérigos, con el imperante buenismo galopante, en alguna homilía almibarada —ni chicha ni limonada— equiparan el efecto del acto penitencial, al de la confesión sacramental.

El buenismo es necedad y una forma de maldad. El camino del buenismo —“to er mundo e güeno”— que olvida el catecismo, lleva directo al abismo.

El rezo del Padrenuestro y los actos penitenciales de la santa misa, sean cantados o bailados, sólo perdonan los pecados veniales, pero nos predisponen a la confesión sacramental personal, que perdona los pecados graves o mortales, así como los capitales, de los capitalistas, ciudadanos y pueblerinos.

La penitencia es virtud y es sacramento. La virtud de la penitencia, o penitencia interior del alma, es aquella por la que nos convertimos de veras a Dios, y hace que aborrezcamos los pecados cometidos, y decidamos confesarlos a Dios, en la persona de un sacerdote católico.

Dice Jesús: “Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente” (Luc. XIII, 3). Y San Pío V: “Nadie puede obtener sin penitencia, el perdón de sus pecados”.

Creer que un simple acto penitencial en la misa dominical, perdona el pecado mortal, es algo así como creer que una cucharada de sales minerales o frutales, cura las úlceras estomacales.

La confesión sacramental es fenomenal (invento divino) y salubérrima, algo así como un poderoso antivírico y multivitamínico que, por virtud del sacramento, devuelve la salud al momento… y sale uno tan contento. Este sacramento, que mucho molesta al diablo y quiere banalizar, obra maravillas en el alma: nos restituye al estado de gracia de Dios (digamos, su amistad), recibimos el consuelo del Espíritu Santo y recuperamos la alegría perdida, nos certifica la veracidad del perdón, nos fortalece ante las tentaciones, nos asemeja a Jesucristo (que padeció y fue tentado), fastidia mucho a Satanás… y de rebote, ayuda al confesor. Sabido es por comprobación, que quien imparte el perdón, también mejora “un montón”, porque El Gran Consolador, le guía con mucho amor.

Los dones de Dios no tienen precio, por eso son gratis; para irte a confesar, nada tienes que pagar.

Que no te vengan con esas, no hay perdón si no confiesas.

¿Cómo estás tan loco, que te confiesas tan poco? No seas tan remolón, y corre a la confesión.

En el gran teatro de la vida, quien pierde la confesión, llega tarde a la función.

Y ya para terminar, algo que hay que recordar: “Quien no se confiesa, no quiere confesar” (Papa Francisco).

QUÉ TE PARECE: Dios es ultramisericordioso, pero hay que pedirle misericordia, como el hijo pródigo, de tú a Tú, en el confesonario, donde el buen sacerdote debe esperarte..

HAY QUE VACAR SIN EXAGERAR

HAY QUE VACAR SIN EXAGERAR

Hay quien parece matraca, de tanto ir repitiendo, que vacar viene de vaca, y pasa los días tumbado, como una vaca en el prado, y en la hierba paciendo.

Asimilar es posible, y en cierto modo plausible, y con música de jazz, pasar de vaca apacible, a pasar días de paz.

Los ecologistas “vacunos”, tienen en parte razón, que “Vacuna” o “Vacana” era la divinidad romana que presidía el reposo de los campesinos.

Ya vacunados, hablemos de cómo tener unas vacaciones en paz. Todos tenemos una natural vocación por la vacación, vocación a la felicidad, a las eternas Vacaciones celestiales en la Casa del Padre. Vacación es distracción, sin dejar la religión, aunque a los días vacantes, tengas mucha devoción.

Vacar para descansar y reposar, que no es holgazanear, que vacancia no es sinónimo de vagancia. Vacar no es gandulear, ni hacer el ganso sin descanso.

Como no debemos exagerar, las “vacaciones” hay que acortar, y no hay mejor solución, que hablar de “vacación”. Por supuesto que comento la vacación  de un católico como tú, paciente lector. En primer lugar, detesto la palabreja “desconectar” —dejémosla para los enchufados— porque huele a eufemismo picaresco televisivo. Pero sumergidos en el “trágala” mediático, acepto “desconectar” de la vida laboral, o habitual, para “conectar” con el Padre celestial, muy manifiestamente presente en la Naturaleza que nos trae “de cabeza”.

Quede claro que esa “desconexión” en vacación, es pura utopía para los sacerdotes y padres de familia responsables (consecuentes con su vocación) que, a lo sumo, pueden mediodescansar a ratos.

Días para descansar sí, pero sin dejar de luchar a favor del bien y de la vida. En días sin ocupación, practica más la oración, y “no tires la toalla” ni en el campo ni en  la playa. En estos días sin prisas, no te olvides de las Misas. Si practicas natación, no cojas insolación. En días de vacación, es excelente ocasión, de una buena confesión.

“Vacaciones” (se me escapó) con amor y buen humor (que relativiza los pequeños problemas, incidentes e inconvenientes). Días de reposo, en paz, porque ya sabrás, que sin paz no descansarás. Si quieres paz interior, apaga el televisor. Pide a tu Madre, María, te dé más paz y alegría. ¡Pax!

QUÉ TE PARECE: El ocio es un mal negocio.

SIEMPRE TODO ES MEJOR, DE PRIMERA MANO

SIEMPRE TODO ES MEJOR, DE PRIMERA MANO

Recibe a Jesús, en la boca, de manos del sacerdote. ¿Qué necesidad hay de manosearle con tus manos? Recíbele en la boca, como un niño recibe el alimento materno.

Al niño, Jesús le abraza y le bendice. ¡Qué necesaria es la infancia espiritual!

La “elefancia” (vejez) espiritual, para ir al cielo, es fatal. “En verdad os digo, quien no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Mar. 10,15).

Imagino la escena de la última cena: “Tomad y comed…” dijo Jesús, mientras repartía su Cuerpo. No dijo “Coged y comed…”

Según el diccionario español clásico, las principales acepciones de “TOMAD” son: “Recibid”, “Aceptad”, etc; y “COGED” se interpreta por “Agarrad”, “Asid”, etc.

Cuando nos hacen un regalo, valoramos mucho los detalles de cariño, como es el que nos lo entreguen personalmente (“toma”), y no que lo dejen sobre un mueble y digan “cógelo”.

No olvidemos que al comulgar, recibimos a Dios, en Jesús, porque “… y el que me recibe a Mí, recibe Al que me envió” (Mat, 10, 40).

¿Cómo tenemos la cara dura de recitar “¡Señor, no soy digno de que entres en mi casa…!”, y a continuación, hacerle entrar de un agarrón?

Y ahora, para los amigos de la innovación, algo de Magisterio y Tradición: Enseña el Concilio de Trento, no abolido, pero sí relegado al olvido, que “En la recepción sacramental de la Eucaristía, SIEMPRE en la Iglesia fue costumbre que los laicos reciban la Comunión de manos de los sacerdotes, y que los sacerdotes celebrantes la reciban por sí mismos; esta costumbre que procede de los apóstoles (ex traditione apostolica), debe ser conservada con todo derecho y razón (jure ac merito)”. Más abajo continúa el Concilio: “… y por consiguiente, si el laico coge de las manos del sacerdote la Hostia para introducirla en su propia boca, SE DA LA COMUNIÓN A SÍ MISMO, cosa que reprueba el Concilio”. (O sea, que ya no es “TOMAD”, sino “COGED”; y aun suponiendo que Jesús diera a entender “COGED”, lo dijo a sus doce apóstoles, no a todo el Pueblo de Dios).

Me encanta hacerme pesado, si es para recordar a los amnésicos, que Jesús es Dios, y que seguirá siéndolo eternamente.

Aclarada la “cuestión” principal, y nuestra razón de ser y de vivir, aún tengo mucho que decir. Los empecinados en desacralizar la Eucaristía —que intentan vanamente destruir la Iglesia de Cristo— al imponer (que no proponer) la comunión en la mano, suprimen el uso de la bandeja, y le sirven en bandeja al diablo, la ocasión para la profanación del Sagrado Cuerpo del Señor.

Los satánicos, que haberlos, “haylos”, y muchos, y tienen mucha más fe que ellos, se frotan las manos y “van a comulgar” (después…, mejor desagraviar); los fragmentos que caen al suelo, son pisoteados, etc. No saben lo que hacen, curas y obispos, claro.

Si el amor bien entendido, empieza por uno mismo, muchos deberían auto-evangelizarse y repasar el primer mandamiento.  

Para los amigos de las tradiciones populares, recojo algunas tradiciones multiseculares y “recomendaciones” conciliares.

“ES DE FE que bajo cada una de las partes de cada especie, se contiene Jesucristo TODO ENTERO” (“Totum Cristum”) (D. 885).

Ya en el siglo II, decía Tertuliano: “Tomamos el Cuerpo del Señor, no de las manos de otros, sino de los que Presiden (sacerdotes)… y sufrimos ansiedad si cae al suelo algo de nuestro cáliz o también de nuestro Pan”. Pocos años después, escribió Orígenes: “Cuando recibís el Cuerpo del Señor, lo guardáis con toda cautela y veneración para que no se caiga ni un poco de Él, ni desaparezca algo del Don Sagrado, pues os creéis reos si se pierde algo por negligencia”. Y San Cirilo (313): “Si alguno te diese limaduras de oro ¿no las guardarías con toda diligencia? ¿No procurarás, pues, con mucha más diligencia que no se te caiga una migaja de lo que es más precioso que el oro y que las piedras preciosas?”

Recuerdo que dijo el Pontífice Pablo VI: “A través de alguna grieta, ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”. Ha llovido mucho desde entonces, pero el humo no cesa y es cada vez más tóxico.

Para un católico medianamente instruido, no es necesario enumerar ni nombrar las sectas de las que se vale Satanás para producir la humareda eclesial, que con su CO2 forma parte del calentamiento cerebral… Pero tranquilo, que se inicia una primavera para la Iglesia, y el CO2 hace crecer las plantas.

QUÉ TE PARECE: Sólo el que comulga en Gracia de Dios, recibe a Jesús sacramentado, porque Dios huye del pecado y desaparece; si comulgas en pecado mortal, lo haces fatal, porque sólo comes pan y cometes sacrilegio. ¡Muévete con Gracia por la vida!

“EN ROMA Y EN EL VATICANO, NO HAY COMUNIÓN EN LA MANO”

“EN ROMA Y EN EL VATICANO, NO HAY COMUNIÓN EN LA MANO”

Hay muchos que por traición, se quieren cargar la tradición, que es multisecular, de bien saber comulgar… sí —no pongas cara de foca— de rodillas y en la boca. Según Benedicto XVI, “es un signo particularmente expresivo de adoración, completamente apropiado, en razón de la verdadera, real y substancial presencia de Nuestro Señor Jesucristo, bajo las especies consagradas”.

La  distribución de la “Comunión en la mano” fue una cesión, una excepción anormal, a la ley universal, obtenida fraudulentamente y con sacacorchos, por algún que otro cardenal.

Recibir a Jesús, Dios, en actitud de adoración, es un tesoro de fe y amor. Si durante siglos se ha recibido la sagrada comunión en la boca, por algo será, ya que nuestros antepasados, tantos y tantos, más que tontos, eran santos.

Interpelaron al Papa S. Pío X, algunos retrógrados modernistas, pidiéndole la Comunión de pie, alegando que los hebreos comieron de pie el cordero pascual, símbolo y promesa de la Eucaristía. El Papa respondió: “Los símbolos y promesas se esperan de pie, más la realidad se recibe con amor y de rodillas”.

No todo lo que viene de Roma, sale de las manos del Papa, y una señal evidente es que el Santo Padre no permite la “Comunión en la mano” en su diócesis de Roma, ni en toda Italia, aunque algunas conferencias episcopales se acojan a la libertad de la anormalidad, y así les va.

¡Qué coincidencia!, en las parroquias donde se normaliza el descalabro, nadie se arrodilla tampoco durante la Consagración, y nadie se acerca al confesonario —si es que lo hay, porque lo eliminaron junto con los reclinatorios—… y se sorprenden de la falta de vocaciones sacerdotales.

Algunos curas, y otros de más arriba, aún no se han enterado de que un joven seminarista llega al sacerdocio por amor a Jesucristo, y si le impedimos los actos y detalles de amor a la Eucaristía, no va al seminario ni su tía. Continuaré otro día. ¡Ah, me olvidaba! Que sepas que ningún cura “progre” puede negarte la Comunión de rodillas y en la boca, que es hacerlo como toca.

SABER BUSCAR

SABER BUSCAR

Saber buscar, es el secreto para triunfar, en todas las profesiones, en todas las  ocasiones y situaciones.

Todos queremos ser felices porque nuestra alma ansía la eterna felicidad, la “inmersión” en la Suma Felicidad, o el Sumo Bien, Dios, en Unidad trinitaria… pero nos puede pasar, que pasemos sin encontrar, que no podamos ser felices, teniendo la felicidad delante de nuestras narices.

¿No te pasó nunca, buscar las gafas, y resultar que las llevabas puestas; o buscar lejos algo, y tenerlo al lado?

El mercado nos vende agua “estancada”, embotellada; es más inteligente, ir a la fuente y beber agua corriente.

Dios es la Fuente de la Felicidad, “la fuente de agua viva, que salta hasta la vida eterna”.

Buscas a Dios por ahí, por allí, y está contigo, dentro de ti; siempre a tu lado, pero no te has enterado porque vives alelado.

Antes de inventar el buscapersonas, el teléfono u otra invención, fue inventada la oración, que es hablar con Dios, en conversación.

Así como una fuente hay que buscarla, sanearla y canalizarla, la oración hay que prepararla con la confesión penitente, para cambiar el agua putrefacta, en agua limpia y corriente, sin cloro, claro.

Debes ponerte “gafas de cerca” y “audífono” para entrar y frecuentar la onda de la Gracia, de la empatía divina.

Es más fácil, barato y fructífero, hablar con Dios, que por teléfono o por otros robatiempos internáuticos.

Se predica mucho el buscar a Dios en el hermano, bien, pero búscale primero en ti, que le tienes más a mano.