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Consulta 34

N. , 17 años , de España. 4/4/2010 

Querida señora Durán, me gustaría pedirle consejo y que me dé su opinión. Siempre he estado muy centrada en los estudios, pero últimamente la idea del noviazgo me da vueltas en la cabeza… ¿Cuál es la mejor edad para iniciar una relación? ¿Cómo saber quién es la persona adecuada, la que Dios nos tiene preparada? Y, ¿cómo saber si es ésta nuestra vocación?

Muchas gracias por su tiempo y dedicación y que Dios la bendiga a usted y su familia

Respuesta de: María Durán de Bellido . 4/10/2010 

Gracias por tus comentarios y por tus deseos de saber. Te hablaré con la experiencia de la vida y la fe en Dios el único que nos ama como somos y nos ayuda con su Gracia a ser santos, a ser perfectos.

Todos hemos nacido para conocer, amar y servir a Dios. Esta es la vida y el destino de cada persona. Y hay siempre también “el malo de la película”; esa película que es nuestra vida, y el malo de ella es Satanás, que no dejará jamás de perseguirnos para que no podamos ir al Cielo Eterno. Esa es la vida, de eso va la vida, de bien y mal, de lucha, derrotas y victorias. Los católicos tenemos la gran ventaja de tener a Dios mismo con cada uno de nosotros, por los sacramentos, por vivir en gracia de Dios, y teniendo a Dios, lo tenemos todo.

Tú puedes saber cual es tu vocación, por tus deseos. Medita que te gusta más, que te hará más feliz… Porque Dios quiere que seamos felices mientras sufrimos en este mundo, ya que el dolor, el sufrimiento, lo vamos a vivir. Todos sufrimos, pero los católicos, si vivimos en Gracia de Dios, nuestro sufrimiento se une a Cristo y sirve para algo, y Dios nos premia siempre por este Amor que nos hace unirnos a Él y serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, recibiendo bien o mal, y devolviendo siempre el bien, perdonando a todos y pidiendo perdón, porque por el pecado original, ni uno es perfecto.

La persona que tiene vocación al matrimonio, sabe que una relación debe llevar al matrimonio y es sólo con fines matrimoniales, aunque muy posiblemente no sea con la primera persona que se empieza una relación la que será nuestro cónyuge, pero no pasa nada si las cosas se hacen como Dios manda, es decir, nada de tratos íntimos y familiaridades que puedan llevarnos a perder la Gracia de Dios, porque sin su Gracia estamos solos, y yendo solos nos equivocamos y estamos desprotegidos totalmente ante las acechanzas del maligno, del mundo y de nosotros mismos.

Las relaciones, como son para llegar al matrimonio deben empezarse cuando podamos contraer matrimonio, así que, si estamos estudiando, si no hay trabajo, si no estamos bien físicamente no podemos dañarnos y dañar a otra persona con una ligereza de actos inmaduros.

El dinero es necesario.

La salud es necesaria.

La moral es necesaria.

Pues, hay que tener salud y por lo tanto, procurar por ella, tener buenos hábitos de higiene física y mental. Porque del matrimonio saldrán los hijos, la nueva generación, y debemos querer darles lo mejor, y lo mejor es darles un cuerpo sano. Como su cuerpo se forma del nuestro y de nuestro cónyuge, hay que buscar una persona sana, una persona que haya guardado su cuerpo de todo mal. Ese es el ideal, por eso, hay que cuidar de no tomar nada dañino, ni bebidas ni drogas, etc.

Hay que prepararse, instruirse, para tener un buen trabajo y poder ganar dinero y así darle a Dios la alegría de que mande en nuestra vida y tener todos los hijos que Dios quiera darnos. Las madres por el hecho de tener en su vientre a los hijos, debe ser cuidada, amada y cuidada por el hombre, que al cuidar de ella cuida de los hijos de los dos.

Sabiendo lo que es el matrimonio, que es un sacramento, y que con él Dios nos da su ayuda a los dos y a nuestros hijos, tenemos buenas expectativas de un futuro maravilloso, si vivimos, cada uno, en Gracia de Dios; porque sin Dios, por el pecado, Dios no está con nosotros y no estamos solos, si Dios no está, está el Maligno: o uno u otro, pero así es nuestro destino, el destino de toda persona; no puede ser neutral, o está con el bien o con el mal.

La persona adecuada, eso va según nuestros gustos, sí, porque debemos amar a nuestro cónyuge; el hombre ama a su mujer como Cristo ama a la Iglesia, y la mujer ama a su esposo como la Virgen María amó a Dios. Y ambos aman a Dios sobre todas las cosas y personas, sobre si mismos. Así es como funcionan bien las cosas.

Es importante que te guste físicamente la persona con quien vas a contraer matrimonio, porque los hijos se hacen mediante el acto sexual, y el matrimonio es para tener hijos. Si un matrimonio no es consumado, no ha tenido unión sexual, no es válido, porque el fin del matrimonio son los hijos y la ayuda mutua entre los esposos para que cada uno sea santo, y los hijos, todos los hijos, también. La familia unida en el Amor, ama y se ama, y una familia así, unida por los lazos del Amor con Dios, es una familia feliz, pase lo que pase y viva lo que viva.

Una persona debe vivir su vida de forma natural, relacionarse y ser como es, e intentando imitar a Jesús en todo. Ayudando a los demás, sirviendo al prójimo con su vida cotidiana, con el cumplimiento de su deber de estado, y en esta, su vida, viviéndola, encontrará gracias a la Divina Providencia, a su pareja, a su futuro cónyuge, aunque, como he dicho antes, posiblemente antes de la persona definitiva uno-a se tropiece con muchas personas equivocadas, por eso, hay que guardarse para esa persona tan importante en nuestra vida que será a la cual nos unamos por el santo sacramento matrimonial.

Hay que poner el corazón pero antes la razón. Hay demasiados matrimonios fracasados para queramos estar en la lista de espera de los perdedores. Si nos preparamos bien y elegimos bien, ganaremos, sino, el fracaso puede llenarnos de dolores innecesarios, de traumas y desequilibrios psicológicos que nos apartarán de esta vida feliz que Dios quiere darnos y que nos da si cumplimos con los Diez mandamientos de la Ley de Dios y los mandatos de la Santa Madre Iglesia Católica.

Un sacerdote, que también es un sacramento el que hace al sacerdote, se prepara para este ministerio, y debemos, los que tenemos vocación al matrimonio, que es también un sacramento, prepararnos individualmente durante toda nuestra vida para no fracasar, por lo menos por nuestra parte. Son importantes las virtudes y tener una vida de oración, querer perdonar y saber pedir perdón, ser una persona mortificada, ¡de aguante!, sacrificada, que no se queje ni critique y sea positiva, trabajadora, fiel y alegre, con la alegría y la dulzura (en la mujer) o la ternura, (en el hombre), para tener una vida coherente con la fe católica.

Hay que saber que las personas no cambian, por nosotros, de mal a bien, si que de bien a mejor, y todo por la Gracia de Dios, (También hay personas malas que por la Gracia de Dios se hacen buenas, pero no es JAMÁS, porque el cónyuge lo cambie. Debe cambiar antes de casarse o no casarse con una persona que no es la que queremos que sea. No nos engañemos) así que hay que olvidarse de esa mentira popular de que “luego lo cambiaré”; además no es justo ni es válido un matrimonio en el que la identidad de la persona cambie, uno es como es y siendo como es, el otro lo acepta. Así que hay que amar a esa persona con todo lo que es y esperar que nos amen con todo lo que somos y rezando uno por el otro y viviendo SIEMPRE, cada uno, en Gracia de Dios. Y para eso, ambos deben ser católicos, fieles católicos. Eso, a mi entender, es lo que se necesita para poder cumplir con la Misión que cada uno tiene en la vida y además ser feliz en el intento.

El hombre decide y pide, y la mujer acepta o no. Eso también lo digo por mi meditación y experiencia de la vida.

Si uno no encuentra la persona adecuada, hay lugares donde poder hallarla: en la parroquia, en asociaciones católicas, asistiendo a Misa, apuntándose en círculos de solteros católicos, etc. pero mucho ojo, porque muchos son los católicos bautizados y no tantos los que quieren, desean y viven para dejar que Dios los haga santos. Si tú quieres una persona especialmente buena, sé esa persona buena que quisieras hallar, porque normalmente los semejantes se agradan a primera vista; también los contrarios, por eso, mucho ojo, a todas esas personas que viven sin Dios y son agradables físicamente, que saben mucho de romances y poco de estudiar, trabajar, de ser honestos, formales y morales. Ten claro lo que quieres, y es fácil tenerlo claro, porque es lo mismo que debes ser, y siendo como quieres que el otro sea, sabrás reconocer lo que quieres.

Es una aventura maravillosa la del amor humano, la del sacramento matrimonial y os deseo a todos los que tengáis vocación a él, no que tengáis suerte, sino que os preparéis bien, porque la suerte, todos los grandes lo saben, se consigue con la preparación y la constancia, con no bajar la guardia, con no desesperarse y aceptar una victoria rápida, sino que hay que querer ganar la medalla, la copa de campeones: un matrimonio feliz y para siempre, un matrimonio bien avenido y unido hasta que la muerte los separe. Amén.

Espero que mis comentarios te hayan sido de ayuda, y te deseo mucha felicidad en tu vocación a la santidad, allí donde decidas, y llegues, porque a veces uno quiere pero si no encuentra la persona precisa mejor no casarse hasta hallarla y puede esperar años, pero es mejor esto que equivocarse. Y recuerda, mi joven amiga, es mejor esperar, incluso esperar mucho, a ir deprisa y malvivir, porque vivir con el “enemigo” en casa es terrible, horrible e innecesario. Mejor vivir soltero-a y ser respetado por uno mismo y los demás.

Te deseo una vida maravillosa junto a Jesús y María y un cónyuge santo e hijos santos. Todo es posible en Cristo.

Queda en paz.

 

Sección: Noviazgo