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Construir

Construir

La historia de la vida ha llegado en un punto en el que abunda el deseo de destrucción de la persona, por parte de quien se cree fuerte y poderoso. Primero bombardean la mente dando información errónea y falsa, y si la persona no tiene un criterio formado y basado en la fe católica, difícilmente evitará que destruyan su propia identidad, haciéndole olvidar que es Hijo-a e Dios, y que como tal se merece un respeto.

Es deber de cada uno el irnos construyendo, edificando en nosotros una personalidad sana, pura, honrada, trabajadora, virtuosa y enamorada de Dios.

Muchas veces el fallo está en querer “apoyarse” en otra-s persona-s, pero es en Dios en quien hay que apoyarse, sabiendo que las personas somos todas imperfectas, y que por ello debemos ayudarnos a ser santos, con la paciencia que nace de la caridad de saber que somos seres imperfectos que buscamos alcanzar la perfección en, por y con Dios. Pero es en Dios donde debemos apoyarnos, es en el amor de Dios donde el alma encuentra la fuerza para seguir adelante con la fe.

Poner a Dios en primer lugar dentro de tu corazón es lo mejor que puedes hacer para tu bien y el bien ajeno, es más: es el secreto de la felicidad. Ya que tu alma viene de Dios y sólo cuando está en Dios sacia esta sed de felicidad que siente.

No dejes que te destruyan, al contrario, construye tú, empezando por ti, reza mucho y mortifícate haciendo bien las cosas de cada día. Después seguirás construyendo con tu ejemplo viviente.

Tal como dice San Agustín “Ama y haz lo que quieras”, el amor construye y dignifica.

Ama a Dios, déjate amar por Él, y sabrás  amar a los demás.

Montserrat Bellido Durán

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