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Despedida

Despedida del P. Jesús

Amigo, hermano en Cristo, bienvenido a la dicha de saberte Amado por Dios.

Han pasado tus Vacaciones, ya has comprobado lo feliz que se es unido al Amor, a Dios, ¿ves como te dije la verdad? Sé que estás contento-a, que eres feliz por todo lo que has renunciado por demostrarle a Dios la reciprocidad de tu amor por Él, por Jesús, y Dios está contento, ¡ya lo creo que lo está! Porque para eso vino al mundo, para que supieras cómo te Ama, para que supieras cómo hacerlo para recibir su amor. Ya lo sabes, son los mandamientos, y en ellos encontrarás ya para siempre tu refugio; son las palabras del Amigo, de Dios mismo, Amigo tuyo, que en los momentos críticos de tu vida, cuando no sepas que hacer, cuando hayas cometido algún error, u otros, en sus errores y pecados, te hayan dañado, ¡serán tu luz! Ya nunca más estarás en tinieblas, ya nunca más sentirás la soledad, porque cuando uno sabe lo que tiene que hacer, cuando uno sabe lo que se espera de él, de ti, entonces no te sientes solo, sola, porque tienes una ruta y un camino, que Dios camina contigo y la Virgen María también, en la alegría de renunciar al pecado para vivir la Gracia de Dios, la de confesarte, cuantas veces haga falta, todas las que necesites; y tantas veces como necesites Amor, vas a Comulgar, recibes el Cuerpo y Alma de Cristo, y por 10 -15 minutos, Dios te da todo su amor, físico y espiritual, ¡créetelo!, porque es cierto, porque es de fe; tu fe. y la de otra persona, que por muy bien intencionada, quiera ayudarte. Y recuerda que tu alegría proviene de tu relación con Dios, de tu unión con Dios, porque Dios da lo demás por añadidura.

Déjame decirte que estoy muy contento de ti, que te quiero mucho y que seguiré ya para siempre rezando por ti. ¡Nos veremos, por la Gracia de Dios, en el Reino de los Cielos! ¡Te esperaré toda la vida! y si al llegar al final de la tuya te sientes viejo-a y cansado-a y solo-a, recuerda que este sacerdote no ha dejado ni un solo día de pensar en ti, de rezar por ti y de esperar, ya sea en la tierra como en el Cielo, poder abrazarte; y si no tienes a nadie más, si no te queda nadie más que te quiera, acepta mi cariño, el cariño y la estimación de un sacerdote por Amor a Dios. Piensa que luego vendrán las Vacaciones perpetuas.

 Con afecto sincero.

P. Jesús
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