Saltar al contenido

La vida de la gracia, da sentido sobrenatural a tu vida

    LA VIDA DE LA GRACIA, DA SENTIDO SOBRENATURAL A TU VIDA

     Tu existencia, tu día a día cotidiano, tiene un sentido sobrenatural desde el momento en que vives la vida de la gracia, (por el bautismo y los sacramentos, que te mantienen en gracia santificante).

     Estás unido a Dios, estando Dios dentro de ti, piénsalo…; la infinita Bondad de Dios dentro de ti, la Inteligencia Divina dentro de ti, ¿qué no podrás hacer en ese estado? Dios es infinitamente más inteligente que el Demonio; Dios es la perfección sublime sin fin, y ¡está dentro de ti! (si vives en gracia).

     ¿Qué cosa buena no podrás hacer con la ayuda de Dios que está dentro de ti?

     Eres Templo de Dios, por estar Dios dentro de ti. Cuida lo que eres y cuida tu Templo, para que en él viva Dios siempre; que ésta sea tu primordial y más importante ocupación, porque es lo que da sentido a tu vida.

     ¿Cómo lo haces?; haciendo examen de conciencia y confesando bien los pecados que te arrebatan la vida de la gracia, ante un sacerdote católico, recibiendo a Dios en Persona, al comulgar, estudiándote y dando tu mejor esfuerzo para perfeccionarte en cumplir la voluntad de Dios en cada momento, en cada adversidad, en cada situación de nervios, confusión o desaliento.

     Pudiendo enfrentar cada prueba, con la ayuda de Dios Todopoderoso viviendo realmente dentro de ti, ¿vas a dejar que el dolor ocupe en tu corazón el lugar de Dios? ¡No lo permitas!

     Para ser libre tienes que despojarte de lo que ocupa en tu corazón el lugar de Dios, y poner a Dios allí.

     Arranca el orgullo, el rencor; perdona y pide perdón, ¡libérate!

     La «lógica» de perdonar, no reside en perdonar sólo cuando te piden perdón de corazón, ¡muchos ni siquiera te pedirán perdón!, otros te pedirán perdón sólo para calmar el ambiente, pero seguirán pensando igual. Entonces, ¿no vas a perdonar hasta que -en cada ofensa- se presente la «lógica de corresponder», de dar de corazón lo que te piden de corazón?; si es eso lo que esperas, nunca serás libre, no tendrás paz; ¡a ti lo que te interesa es que Dios viva dentro de ti!, y no puede, si el rencor y el orgullo ocupan su lugar en tu corazón, no vives en gracia de Dios, y te pierdes las maravillas, la ayuda, los consuelos y las energías que te da Dios Omnipotente; ¡te lo pierdes porque quieres! Sí, porque si tú quisieras, si prefirieses a Dios, entonces perdonarías de corazón; ¿que no le ves la lógica a perdonar a quien te ha ofendido así? ¡Es que la lógica de tu vida, es la lógica de tu vida sobrenatural!, o sea, ¡perdonar a los demás por puro amor a Dios! Porque Dios quiere que perdonemos y amemos al prójimo, y nos apartemos de quien nos hace apartar de Dios, y nos protejamos de quien nos quiere dañar.

     Muchos saben lo que es vivir en gracia de Dios, lo que es la vida de la gracia, un regalo sobrenatural de Dios, pero no lo valoran bien o piensan que es únicamente una «vida» para el domingo nada más; ¡no es así! La vida de la gracia es mucho más, es lo que da sentido y motivo a la manera en que debes enfrentar cada problema en tu vida, sea grande o pequeño. Porque tú enfrentas las circunstancias con el alma activada, que participa de la esencia de Dios, y sólo en este ejercicio de vivir la vida de la gracia, sólo allí, encuentras la «lógica» de cada uno de tus actos de perdonar, de ayudar, de sacrificarte, de vivir con alegría, de amar plenamente, porque Dios rige tu vida.

     Por ejemplo, si vives a conciencia la vida de la gracia, sabes que eres tan amado por Dios, que Él tiene su voluntad puesta en ti, su vida -dada en la Cruz-, puesta en ti, el sitio en el Cielo que ha preparado para ti, y que cargando tu cruz con Jesús, ya no es tan pesada, ¡todo son ayudas y regalos!; ¿cómo entonces vivirás triste o de mal humor?, ¿es que no vives con el alma activada a la vida de la gracia?

     Vive feliz, siendo libre. Vive libre teniendo a Dios dentro. Únete a Dios aceptando su inmenso amor, amándole y haciendo lo que a Él le agrada.  

 

Patricia Bellido Durán

© copyright