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¿Por qué motivo cumplir los 10 mandamientos de la ley de Dios?

¿POR QUÉ MOTIVO CUMPLIR LOS 10 MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS?

En el monte Horeb, entre las llamas de fuego, la voz de Dios dio a su pueblo -nosotros, los bautizados-, los diez mandamientos de su ley, porque «Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». (1 Tm 2, 3b-4)

¿Son los 10 mandamientos únicamente para leerlos, para memorizarlos? No: «estos son los mandamientos, leyes y normas que el Señor vuestro Dios, ordenó enseñaros

para que los pongáis por obra«. (Dt 6, 1a)

El primer mandamiento es «amarás a Dios sobre todas las cosas y personas»; ponerlo por obra, cumplirlo, conlleva también hacerlo todo y tratar a todos bien por amor a Dios, esto es, por caridad.

Y es que la salvación, sin el cumplimiento de los 10 mandamientos, sin estas obras de la fe, no es posible, ya que «la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta». (St, 17)

Pero, ¿no dice Jesús en varias ocasiones: «Tu fe te ha salvado»?

Jesús, a María Magdalena que se había convertido, cuando ella, en casa de Simón, besó los pies de Jesús llorando arrepentida y ungiéndolos con perfume, recibió de Jesús las palabras «Tu fe te ha salvado» (Lc 7, 50), pero éstas palabras fueron precedidas por la absolución de sus pecados, una vez que Jesús le había dicho que con sus obras había «mostrado mucho amor», es decir, María Magdalena obró, puso en práctica las obras de la fe para salvarse (cf. Lc 7, 44-50).

Jesús nos dice que lo que tenemos que hacer es poner por obra los 10 mandamientos.

Recordemos que Jesús, Dios Verbo, dijo: «¿Por qué me llamáis: «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?» (Lc 6, 46) y, ¿qué le dijo Jesús a María Magdalena que hiciera, tiempo atrás cuando la rescató de ser apedreada a muerte? (cf. Jn 8, 3-11), le dijo: «vete y a partir de ahora, no peques más» (Jn 8, 11b). Jesús le dijo que lo que tenía que hacer era no pecar más. Y desde esa exhortación, hasta que la volvió a ver en casa de Simón, y le dijo «Tu fe te ha salvado» (Lc 7, 50), ella demostró con obras el cumplimiento fiel a Dios.

Porque, ¿quién se salva por la sola fe?, cuando nos dijo Jesús sobre los que se salvan: «No todo el que dice: «¡Señor, Señor!», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos». (Mt 7, 21)

Al mendigo ciego, Bartimeo, le dijo también Jesús: «Tu fe te ha salvado» (cf. Mc 10, 46-52) porque debido a su fe, Bartimeo llevaba a cabo las obras de esta fe a través de su vida, de su historia, de su día a día. A María Magdalena le dijo primero que no pecara ya más, y una vez que ella, con su historia, había demostrado las obras de su fe, pudo luego oír de Jesús: «Tu fe te ha salvado».  

Piénsalo, ella, una vez rescatada del apedreo, podía haberse marchado teniendo fe en que Jesús era Dios, el Mesías, pero seguir pecando, puesto que «también los demonios lo creen, y se estremecen» (St 2, 19b), sin embrago ella cambió de vida, y no se puede cambiar de vida sin obrar, sin poner en práctica lo que se cree.

Imposible es vivir sin actuar, sin hacer, sin obrar.

¿Puede acaso uno ser bueno, sin hacer el bien?

Tus actos, que son de pensamiento, palabra, obra y omisión, llévalos a cabo por amor a Dios, poniendo por obra los 10 mandamientos, por tu fe en Dios. Él nos dijo: «El que oye y no pone en práctica se parece a un hombre que edificó su casa sobre la tierra sin cimientos; rompió contra ella el río y enseguida se derrumbó, y fue tremenda la ruina de aquella casa». (Lc 6, 49)

 

Pongamos en práctica la ley de Dios

La mujer que padecía flujo de sangre durante doce años, por su fe permanecía en obras confiada y fiel a Dios y su ley, y fue al encuentro de Jesús pensando: «con sólo tocar su manto me curaré», ¡qué gran fe! Ella puso por obra su fe de tocarle el manto y entonces «Jesús se volvió y mirándola le dijo:  «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado». Y desde ese mismo momento quedó curada la mujer» (cf. Mt 9, 19-22). Y de seguro la mujer siguió viviendo, obrando en su día a día con fe, y por fe, obedeciendo la ley de Dios.

Jesús pasó por el mundo cumpliendo a la perfección los 10 mandamientos, «haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo» (Hch 10, 38), haciendo obras de fe y amor a Dios, siendo Él mismo, Dios. Y por las obras de Jesús, muchos tenían fe, muchos creían.

Imitemos a Jesús, que obedeció su ley cabalmente, y tal como Él nos dijo: «Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos» (Mt 5, 16). Que Dios se complazca en nosotros, al ver nuestras obras de fe, fieles a sus mandamientos, por las que nos recompensará.

Porque nuestra fe se mantiene viva al ejercerla con las obras.

Y es que: «¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Acaso la fe podrá salvarle?». (St 2, 14)

Todos necesitamos de salvación, nadie está salvo por la sola fe sin obras, nadie está exento de esta necesidad de salvación. Hay que dar buenos frutos para no ser cortados, «por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 16a); hay que grabar en la mente las palabras de Dios: «Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada«. (Jn 15, 4b-5)

Cumplir los 10 mandamientos es hacer la voluntad de Dios, con su ayuda. Dios te ayuda a través de los sacramentos; permanecer en Dios, es permanecer en su gracia santificante, otra cosa es estar fuera del hábitat de Dios, fuera del alcance de su gracia. Permaneciendo en Dios, daremos fruto a través de las obras de la fe  por cumplir los 10 mandamientos de la ley de Dios; este cumplimiento a sus mandamientos, no sólo nos lleva a la vida Eterna con el Amor, sino que te hace intrínsecamente feliz; recuerda: «Pondrás por obra lo que es recto y lo que es bueno a los ojos del Señor, para que seas dichoso»(Dt 6, 18a). ¿Que es fácil? No, pero «esmérate en cumplir lo que te hará feliz» (Dt 6, 3a), y lo que te lleva a salvarte con la ayuda de Dios.

¿Quieres salvarte o perecer? Tú decides.

«Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mt 12, 50)

 

Los 10 mandamientos son:

1- Amarás a Dios, sobre todas las cosas y personas

2- No tomarás el Nombre de Dios en vano

3- Santificarás las fiestas

4- Honrarás a tu padre y a tu madre

5- No matarás

6- No cometerás actos impuros

7- No robarás

8- No dirás falso testimonio ni mentirás

9- No consentirás pensamientos ni deseos impuros

10-No desearás los bienes del prójimo

 (cf. Ex 20, 1-17 y Dt 5, 1-22 y Lc 10, 25-27 y Mc 12, 28-31)

 

Dios dice: «tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos». (Dt 5, 10)

Patricia Bellido Durán

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