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“¿QUIÉN ERA ESE TAL LUTERO, QUE HAY PUESTO EN EL FLORERO?”

“¿QUIÉN ERA ESE TAL LUTERO, QUE HAY PUESTO EN EL FLORERO?”

Este fraile cancionero puso en baile al mundo entero, y pasó de alma devota, a pretender dar la nota.

Entre herejes el primero, un portentoso trolero que se metió hasta en la sopa.

Proclamando sus protestas, cometió gansada tal, que clavó lista en las puertas de la misma catedral.

Este augusto visionario, negó a la Madre de Dios, que Él nos dio en el Calvario.

Tras profunda reflexión, llegó a la gran conclusión —un invento genial— el de superar el Mal, con sólo fe virtual, por la “gracia” personal.

Hablamos del heresiarca de un cristianismo a la carta, de un solemne majadero que se llamaba Lutero, todo un rey del equilibrio entre chuscada y ludibrio.

Le divirtió “reformar”, a fin de marcarse un tanto, sin importarle pecar contra el Espíritu Santo.

Habiendo ya desertado de la Iglesia militante, su herejía sectaria le convirtió en protestante.

Atrevido, el muy tunante, arrojole al Papa el guante, y tuvo el Papa León —con muchísima razón— que darle la excomunión. Ya después de retratarse, se negó a retractarse,  no se dio por enterado y montó un desaguisado.

Ya no quiero glosar más al que se creyó muy listo, actuando de ministro, ministro de Satanás.

Y pensar que a estas alturas, vayan a rememorar, los desvíos y andaduras de quien fue loco de atar.  Qué bochorno, qué rubor, se le cita sin pudor y se nombra muchas veces, como si este traidor fuese un gran benefactor.

Harto estoy de oír memeces, que son santos y no herejes, quienes por Dios y su amor, dan a la Iglesia esplendor.

No hay que ser acomplejados ni vivir aconejados, ni menos chuparse el dedo, los que rezamos el Credo.

¿Qué van a conmemorar? ¿Celebrar aniversario de un movimiento sectario? ¡Vaya evento, qué esperpento! Que se lo hagan mirar, porque de seguir así, le habrán de “beatificar”.

¡Menos conmemoración, rezad por su conversión! Aprovechad la ocasión; sólo la oración transforma, la tan manida “reforma”.

Quisiera saber la gente, si en el año dos mil veinte, habrá conmemoración de la suya excomunión.

La Reforma celebramos, cuando el Rosario rezamos, de Luz el tercer misterio; Jesús, con su Magisterio, anunció el Reino de Dios; la Buena Nueva se Oyó, y la antigua Ley, Reformó.

La única Iglesia de Cristo, no necesita reforma; no envejece, es evidente, porque el Espíritu de Dios omnipotente, la vivifica y la renueva constantemente, luminosamente.

Es inútil dialogar, con quien del burro no quiere bajar, y es peligroso acercar a quien puede contagiar.

Con respecto a los herejes, mejor cuanto más te alejes. Menos confraternizar, porque es bueno recordar, que debemos apartar toda ocasión de pecar.

Vivir más la caridad y orar sin desfallecer, es lo mejor que hay que hacer por todo descarriado, y no circular por el carril de al lado, que no es gesto de hermandad sino de gran ingenuidad; sería un falso ecumenismo, o sea, un tonto buenismo, que nos llevaría al abismo.

La solución es rezar; Dios los hará regresar a su Santa Madre Iglesia, que les espera abrazar.

QUÉ TE PARECE: La herejía es como una energía renovable, que alimenta gratuitamente el diablo.

La herejía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, si se le llama reforma...