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106 Biblia y meditación

La Biblia
El desenlace de la historia de José
Génesis 45, 1-28

1 José ya no podía contener su emoción en presencia de la gente que lo asistía, y exclamó: «Hagan salir de aquí a toda la gente». Así, nadie permaneció con él mientras se daba a conocer a sus hermanos.
2 Sin embargo, los sollozos eran tan fuertes que los oyeron los egipcios, y la noticia llegó hasta el palacio del Faraón.
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Es verdad que mi padre vive todavía?». Pero ellos no pudieron responderle, porque al verlo se habían quedado pasmados.
4 Entonces José volvió a decir a sus hermanos: «Acérquense un poco más». Y cuando ellos se acercaron, añadió: «Sí, yo soy José, el hermano de ustedes, el mismo que vendieron a los egipcios.
5 Ahora no se aflijan ni sientan remordimiento por haberme vendido. En realidad, ha sido Dios el que me envió aquí delante de ustedes para preservarles la vida.
6 Porque ya hace dos años que hay hambre en esta región, y en los próximos cinco años tampoco se recogerán cosechas de los cultivos.
7 Por eso Dios hizo que yo los precediera para dejarles un resto en la tierra y salvarles la vida, librándolos de una manera extraordinaria.
8 Ha sido Dios, y no ustedes, el que me envió aquí y me constituyó padre del Faraón, señor de todo su palacio y gobernador de Egipto.
9 Vuelvan cuanto antes a la casa de mi padre y díganle: «Así habla tu hijo José: Dios me ha constituido señor de todo Egipto. Ven ahora mismo a reunirte conmigo.
10 Tú vivirás en la región de Gosen, y estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos, tus ovejas y tus vacas, y con todo lo que te pertenece.
11 Yo proveeré a tu subsistencia, porque el hambre durará todavía cinco años. De esa manera, ni tú ni tu familia ni nada de lo que te pertenece, pasarán necesidad».
12 Ustedes son testigos, como lo es también mi hermano Benjamín, de que soy yo mismo el que les dice esto.
13 Informen a mi padre del alto cargo que ocupo en Egipto y de todo lo que han visto. Y tráiganlo aquí lo antes posible».
14 Luego estrechó entre sus brazos a su hermano Benjamín y se puso a llorar. También Benjamín lloró abrazado a él.
15 Después besó a todos sus hermanos y lloró mientras los abrazaba. Sólo entonces, sus hermanos atinaron a hablar con él.
16 Cuando en el palacio del Faraón se difundió la noticia de que habían llegado los hermanos de José, el Faraón y sus servidores vieron esto con buenos ojos.
17 El Faraón dijo a José: «Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vayan en seguida a la tierra de Canaán,
18 para traer aquí a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y ustedes vivirán de la fertilidad del suelo.
19 Además, ordénales que lleven a Egipto algunos carros para sus niños y sus mujeres, y para trasladar a su padre.
20 Diles que no se preocupen por las cosas que dejan, porque lo mejor de todo el territorio de Egipto será para ustedes».
21 Así lo hicieron los hijos de Israel. De acuerdo con la orden del Faraón, José les dio unos carros y les entregó provisiones para el camino.
22 Además, dio a cada uno de ellos un vestido nuevo, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y varios vestidos nuevos.
23 También envió a su padre diez asnos cargados con los mejores productos de Egipto, y diez asnas cargadas de cereales, de pan y de víveres para el viaje.
24 Y cuando despidió a sus hermanos antes que partieran, les recomendó: «Vayan tranquilos».
25 Ellos salieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, donde se encontraba su padre Jacob.
26 Cuando le anunciaron que José estaba vivo y era el gobernador de todo Egipto, Jacob no se conmovió, porque no les podía creer.
27 Entonces le repitieron todo lo que les había dicho José y, al ver los carros que le había enviado para transportarlo, su espíritu revivió.
28 Israel exclamó: «Ya es suficiente. ¡Mi hijo José vive todavía! Tengo que ir a verlo antes de morir».

Meditación:

El desenlace de la historia de José

No hay que tener miedo a partir cuando pasas hambre y Dios tiene preparado para ti un lugar seguro, donde el pan y el amor existen para ti. Pero mira bien, no te equivoques de lugar y vayas a la perdición en vez de a la bendición. El lugar tiene que ser santo, virtuoso y lleno de la presencia de Dios. Si no es así, te equivocarás nuevamente y sufrirás mucho más. Atiende a la santidad, más que al deseo de los ojos. La santidad es sacrificio, es humildad; la belleza carnal está llena de lujuria, y Satanás engaña los sentidos. Si te equivocas al elegir, sufrirás mucho más que no has sufrido hasta hoy, y será peor tu vida que si un escorpión te hubiera mordido; porque el veneno de los sin fe, justifica una doctrina que no existe, que no es fiel, que te dará hambre y sed, y ¡morirás!

Decide la libertad de la humildad. Únete a la dicha de vivir en paz, con santidad y dando buen ejemplo. Si allí adonde decides ir, no vas a dar buen ejemplo, ¡no vayas!, porque los escorpiones anidarán entre tus mantas y sus picaduras te harán retorcer de dolor.

El padre de José, dudó, y tú debes dudar y estudiar la situación y las pruebas. No busques prosperar, ¡deja la ambición!, busca la paz y la humildad de corazón. No confíes en promesas vanas, confía en la belleza del alma; allí donde tu alma tenga alegría, la dicha de la fe, allí es tu lugar, y allí Dios te hará prosperar, pero no te vendas por las palabras dulces, sino come sano y disfruta de la Eucaristía. Si no puedes comer el Pan de Cristo, ¡no vayas! Amén.

La señal es el Pan, es poder comer el Cuerpo de Cristo. Si no, te morirás de hambre y todo se perderá, ¡tú también!

Sé juicioso, sé santo y no te dejes comprar por nadie, ni por la falsa amistad, ni por las habladurías, sino que sé sensato y mira, te lo digo: ¡no peques más! Rectifica, ve a confesarte y aprende a vivir en la Gracia de la fe. La vida es Gracia.

En tiempos de crisis, la de hoy, como la que pasó Jacob, busca tú, siempre, la palabra de Dios. No sea que te arrepientas luego, porque ¡llorarás hasta llegar al Cielo! Pudiendo reír y disfrutar de la vida, no quieras llorar. Paz.

P. Jesús

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