La Biblia Capítulo 30 25 Después que Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán: «Déjame volver a mi casa y a mi país. |
Meditación:
El enriquecimiento de Jacob A Jacob le bastaba su fe en Dios, su unión con Él, y era bendecido enormemente, porque Dios premia la fe y la fidelidad a Él. El suegro de Jacob, Labán, éste no tenía a Dios como Dios, sino que usaba de la adivinación para saber, y por ella supo de que por el Dios de Jacob era bendecido. Y en vez de adoptarlo como a su Dios y pudiendo así recibir de Él lo mismo que recibía Jacob, no hubiera tenido necesidad de este yerno, sino que su casa hubiera sido grande por sí misma. Pero el hombre necio no sabe pensar por si mismo y cree todo lo que le dicen los adivinos, sabiendo todos que por mucho que digan los adivinos, si uno de fe cree en Dios y reza, y pide, se cambia el rumbo de su vida, porque Dios tiene Misericordia de los que Ama y le aman, y por este mismo amor le son fieles. La mejor manera de vivir bien, es unido a Dios, fiel a Dios y separado de los que no conocen, no aman y sirven a Dios; separados, no por no servirles, sino por no ser servidos por ellos. Ellos, cuando te sirven, sirven a sus dioses, y si no es Dios, ¿qué otro Dios hay?, ninguno. Por lo cual no son servidos por nadie, la vida los arrastra de aquí a allá, sin dirección; en cambio, la persona de fe, el católico, tiene una sóla dirección: imitar a Jesús. P. Jesús © copyright |