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61 Biblia y meditación

La Biblia
El enriquecimiento de Jacob
Génesis 30, 25-43

Capítulo 30

25 Después que Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán: «Déjame volver a mi casa y a mi país.
26 Dame a mis mujeres, por las que te he servido, y a mis hijos, para que pueda irme. Porque tú sabes muy bien cuánto trabajé por ti».
27 Pero Labán le respondió: «Si quieres hacerme un favor, quédate conmigo. Yo he llegado a saber, por medio de la adivinación, que el Señor me bendijo gracias a ti.
28 Por eso, siguió diciendo, fíjame tú mismo el salario que debo pagarte».
29 Entonces Jacob añadió: «Tú sabes bien cómo te he servido, y cómo prosperó tu hacienda gracias a mis cuidados.
30 Lo poco que tenías antes que yo llegara se ha acrecentado enormemente, ya que el Señor te bendijo gracias a mí. Pero ya es hora de que también haga algo por mi propia casa».
31 «¿Qué debo darte en pago?», preguntó Labán. Y Jacob respondió: «No tendrás que pagarme nada. Si haces lo que te voy a proponer, yo volveré a apacentar tu rebaño y a ocuparme de él.
32 Revisa hoy mismo todo tu rebaño, y aparta de él todas las ovejas negras y todas las cabras moteadas o manchadas. Ese será mi salario.
33 Y más adelante, cuando tú mismo vengas a verificar mis ganancias, mi honradez responderá por mí; si llego a tener en mi poder alguna cabra que no sea manchada o moteada, o alguna oveja que no sea negra, eso será un robo que yo he cometido».
34 «Está bien, dijo Labán, que sea como tú dices».
35 Pero aquel mismo día, Labán separó los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas –todo lo que tenía una mancha blanca– y todos los corderos negros, y los confió al cuidado de sus hijos.
36 Después interpuso entre él y Jacob una distancia de tres días de camino. Mientras tanto, Jacob apacentaba el resto del rebaño de Labán.
37 Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, y trazó en ellas unas franjas blancas, dejando al descubierto la parte blanca de las ramas.
38 Luego puso frente a los animales, en los bebederos o recipientes de agua donde iba a beber el rebaño, las ramas que había descortezado. Y cuando los animales iban a beber, entraban en celo.
39 De esta manera, se unían delante de las ramas y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas.
40 Además, Jacob separó a los carneros y los puso frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. Así pudo formar sus propios rebaños, que mantuvo separados de los rebaños de Labán.
41 Y cuando los animales que entraban en celo eran robustos, Jacob ponía las ramas en los bebederos, bien a la vista de los animales, para que se unieran delante de las ramas;
42 pero cuando los animales eran débiles, no las ponía. Así los animales robustos eran para Jacob, y los débiles para Labán.
43 De esta manera Jacob se hizo extremadamente rico, y llegó a tener una gran cantidad de ganado, de esclavos, esclavas, camellos y asnos.

Meditación:

El enriquecimiento de Jacob

A Jacob le bastaba su fe en Dios, su unión con Él, y era bendecido enormemente, porque Dios premia la fe y la fidelidad a Él.

El suegro de Jacob, Labán, éste no tenía a Dios como Dios, sino que usaba de la adivinación para saber, y por ella supo de que por el Dios de Jacob era bendecido. Y en vez de adoptarlo como a su Dios y pudiendo así recibir de Él lo mismo que recibía Jacob, no hubiera tenido necesidad de este yerno, sino que su casa hubiera sido grande por sí misma. Pero el hombre necio no sabe pensar por si mismo y cree todo lo que le dicen los adivinos, sabiendo todos que por mucho que digan los adivinos, si uno de fe cree en Dios y reza, y pide, se cambia el rumbo de su vida, porque Dios tiene Misericordia de los que Ama y le aman, y por este mismo amor le son fieles.

La mejor manera de vivir bien, es unido a Dios, fiel a Dios y separado de los que no conocen, no aman y sirven a Dios; separados, no por no servirles, sino por no ser servidos por ellos. Ellos, cuando te sirven, sirven a sus dioses, y si no es Dios, ¿qué otro Dios hay?, ninguno. Por lo cual no son servidos por nadie, la vida los arrastra de aquí a allá, sin dirección; en cambio, la persona de fe, el católico, tiene una sóla dirección: imitar a Jesús.

P. Jesús

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