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71 Biblia y meditación

La Biblia
El rapto y la violación de Dina
Génesis 34, 1-24

Capítulo 34

1 Dina, la hija que Lía había dado a Jacob, salió una vez a mirar a las mujeres del país.
2 Cuando la vio Siquem –que era hijo de Jamor, el jivita, príncipe de aquella región– se la llevó y abusó de ella.
3 Pero después se sintió atraído por la muchacha y se enamoró de ella, de manera que trató de ganarse su afecto.
4 Además, dijo a su padre Jamor: «Consígueme a esa muchacha para que sea mi esposa».
5 Jacob, por su parte, se enteró de que Siquem había violado a su hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo, cuidando el ganado, no dijo nada hasta su regreso.
6 Entonces Jamor, el padre de Siquem, fue a encontrarse con Jacob para conversar con él.
7 En ese momento, volvieron del campo los hijos de Jacob, y cuanto tuvieron noticia de lo ocurrido, se disgustaron profundamente y se enfurecieron, porque al abusar de la hija de Jacob, Siquem había cometido una infamia contra Israel, y eso no se debe hacer.
8 Pero Jamor les habló en estos términos: «Mi hijo Siquem está realmente enamorado de esta muchacha. Permítanle casarse con ella.
9 Conviértanse en parientes nuestros: ustedes nos darán a sus hijas, y obtendrán en cambio las nuestras.
10 Así podrán vivir entre nosotros y tendrán el país a su disposición para instalarse en él, para recorrerlo libremente y adquirir propiedades».
11 Después Siquem dijo al padre y a los hermanos de la muchacha: «Si me hacen este favor, yo les daré lo que me pidan.
12 Aunque me exijan a cambio de ella un precio muy elevado, les pagaré lo que ustedes digan. Pero dejen que me case con la muchacha».
13 Sin embargo, como su hermana había sido ultrajada, los hijos de Jacob resolvieron engañar a Siquem y a su padre Jamor,
14 diciéndoles: «No podemos hacer semejante cosa, porque sería para nosotros una vergüenza entregar nuestra hermana a un incircunciso.
15 Aceptaremos solamente con esta condición: que ustedes se hagan iguales a nosotros, circuncidando a todos sus varones.
16 Entonces podremos darles a nuestras hijas y casarnos con las de ustedes, vivir entre ustedes y formar un solo pueblo.
17 Si no llegan a un acuerdo con nosotros en lo que se refiere a la circuncisión, tomaremos a nuestra hermana y nos iremos».
18 La propuesta pareció razonable a Jamor y a su hijo Siquem,
19 y el joven no dudó un instante en satisfacer esa demanda, tanto era el cariño que sentía por la hija de Jacob. Además, él era el más respetado entre los miembros de su familia.
20 Entonces Jamor y su hijo Siquem se presentaron en la puerta de la ciudad, y hablaron a todos sus conciudadanos en los siguientes términos:
21 «Estos hombres son nuestros amigos. Dejen que se instalen en el país y que puedan recorrerlo libremente; aquí hay bastante espacio para ellos. Nosotros nos casaremos con sus hijas, y les daremos en cambio a las nuestras.
22 Pero esta gente accederá a permanecer con nosotros y a formar un solo pueblo, únicamente con esa condición: que todos nuestros varones se hagan circuncidar, igual que ellos.
23 ¿Acaso no van a ser nuestros su ganado, sus posesiones y todos sus animales? Pongámonos de acuerdo con ellos, y que se queden con nosotros».
24 Todos los que se reunían en la puerta de la ciudad accedieron a la propuesta de Jamor y de su hijo Siquem, y todos se hicieron circuncidar.

Meditación:

El rapto y la violación de Dina

¿Cómo puede haber nacido el amor del pecado?;  ¿Cómo pudo Siquem sentir afecto por Dina, la hija de Jacob y Lía, si la violó? Porque la virtud y la pureza estaban en Dina, y ésta no sucumbió a los afectos de la pasión en la violación, porque fue una violación sin violencia, es decir, Siquem se la llevó y fornicó con ella sin su permiso, pero a la vez sin violencia, porque las mujeres de aquel tiempo estaban acostumbradas a entregarse sin amor, ya que los matrimonios eran impuestos por los padres, por motivos de religión o de dinero; el amor era algo extraño en los novios, antes de casarse; muchos se amaban después de casados, algunos nunca llegaban a sentir amor el uno por el otro, pero Siquem sintió amor por Dina porque tenía fe en un Dios, como su madre Lía, que en todo aceptó e hizo suyas las creencias de su marido; y para conseguir el amor de su esposo Jacob lo observaba, tenía en cuenta sus palabras y obras, y lo transmitía a sus hijos; igual que hacen las madres hoy en día, como siempre, que la mujer, para alegrar el corazón del hombre que realmente aman, lo imitan y propagan su fe, porque la mujer es así en su natural, el de encadenar al hombre a ella, usando la imitación a lo que él es; por eso, si las mujeres son como son hoy en día, es porque los hombres las quieren así; la mayoría de ellos las quieren socias para aportar dinero y hacer un trabajo, y además darle algún hijo, para que sea dicho que son capaces de procrear, eso lo digo por los que no tienen fe.

Dina, imitando a su madre, que sabía Lía que no era la esposa amada de Jacob, sino que su amada esposa era Raquel, no esperaba que el hombre que la desposara la amase, porque su madre no era amada con el amor con que debe ser amada una esposa verdadera, por eso su violación no fue una entrega forzada sino que se dejó fornicar, porque donde no hay amor, hay fornicación, ya que la validez del sacramento matrimonial está en el amor verdadero, libre, lícito, fiel y abierto a la vida; sinó no hay matrimonio santo, el vínculo no existe, porque como Dios quiere ser amado libremente, los esposos deben amarse libremente, fielmente y para siempre, sinó es fornicación.

Dina fue amada por Siquem, porque ella no se le entregó ni participó del acto sexual, sino que, como una esclava, dejó que por la fuerza de no ser libre, él la poseyera, y en esta posesión él la deseó, porque estaba seguro de que cualquier mujer que lo conocía, como el hijo Jamor, el príncipe de aquella región, todas quisieran acostarse con él. Ella no quiso ni participó de la unión carnal, y eso le gustó a Siquem, y su naturaleza egoísta le hizo creerse feliz con ella si la tuviera por propia voluntad, por eso la deseó por esposa y pidió a su padre Jamor que hablara con Jacob para que se la concediera. La naturaleza humana no quiere pecar, y para ello se inventa historias de amor para no llamar pasión al goce carnal de la fornicación.

P. Jesús

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