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ABUNDA LA MORAL NATURALOIDE

ABUNDA LA MORAL NATURALOIDE

No se puede poner puertas al campo, ni al mar fronteras, pero a veces, parece que no te enteras, porque impides la entrada al Cielo. De ello te quiero hablar, por si te quieres enterar.

Dijo Dios: “No es bueno que el hombre esté solo”. Entonces, creó a la mujer, que es igual hoy que ayer, porque Dios, en su infinita Providencia, previó que su unión tuviera consecuencia y descendencia, y ambos ejercitaran el amor y la paciencia, la fidelidad y la fecundidad (“creced y multiplicaos”), ah, y la patria y potestad. Dios hizo que el fruto de la fecundidad, evitara al hombre la triste soledad.

Toda la vida que existe en la Tierra es admirable, y fiel reflejo de su fecunda Paternidad, infinita y amorosamente responsable.

La madre Natura, aparentemente dura, es pura y llena de ternura (basta ver cómo los animales cuidan a sus cachorros y polluelos, y cómo los padres se desviven por sus bebés). Tanto plantas como animales, cumplen “fielmente” con su instinto de fecundidad, con gran naturalidad. Sólo el hombre puede hundirse en la infecundidad por deslealtad, infidelidad, impiedad, comodidad, idiocia, vanidad, y falta de fe y de caridad.

Además, Dios creó al hombre para trabajar, y al pez para nadar, y al pájaro para volar… pero resulta que hay mucho pájaro suelto, de altos vuelos, que no trabaja “nada”, está muy “pez”, y practica la “natología” (una especie de patología que propugna la natación, sin mojarse y revestidos de soberbia, ah, y sin desplumarse (sin despeinarse).

El matrimonio es como un contrato “de trabajo”, en equipo de tres (Dios más dos) y su mejor “producción” está basada en la procreación, o sea, en la “fabricación” de almas para el Cielo. (¡Tranquilo, que aún queda bastante leña!)

El amor de los esposos, abre las puertas a la Vida (con Mayúscula). Los casados tenemos las llaves…, y, ¡”ya-ves”!

“El amor da a luz la vida…” (Papa Francisco). No quieres procrear, porque es muy corto tu amar, y así no vas a iluminar. Si quieres ser luz del mundo, tu amor ha de ser fecundo.

El matrimonio y su fecundidad, son patrimonio de la humanidad. Matrimonio sin procreación, digno es de compasión, porque una vida es un tesoro, un bien más alto que el oro, amor en estado puro.

Tener un hijo es un privilegio, y evitarlo, un sacrilegio.

Tener hijos por amor, de lo bueno, lo mejor. Tener hijos “por error”, de lo malo, lo peor. La ambigüedad en asuntos de paternidad, es una forma de maldad. Quieren quitar hierro al egoísmo, con un engendro llamado eufemismo, y, por ej., llaman “responsable” a lo que es execrable.

El principal enemigo de la humanidad (inductor del pecado y, en consecuencia, de todas nuestras “des-gracias” y catástrofes “naturales”), si no lo sabías, es el “gran cornúpeta”, Satanás, más malo que Barrabás, y que odia al hombre porque le recuerda a Dios, a quien odia, y que envidia nuestra felicidad, especialmente la eterna, porque no es tonto y sabe valorar la eternidad.

Su logística satánica, la ejerce sin rodeos, y va directo a evitar el nacimiento de cualquier hijo de Dios, pero si no lo consigue, intenta endosarle un “marcapasos” y un G.P.S., trucados, para desviarnos del Camino y conducirnos a su infernal tugurio.

Tenemos la gracia de Dios y nuestro ángel de la guarda, que nos orientan y protegen muy eficazmente de sus fechorías.

Un detalle, como todo mentiroso siempre anda con rodeos, en sus mapas no aparecen Cruces, sino rotondas.

El mundo necesita matrimonios santos (que vivan fielmente su matrimonio), casados que vivan como casados; necesita, urgentemente, la desbanalización de la procreación.

Son mucho los que abominan del aborto, pero abortan los planes de Dios respecto a la vida de sus hijos. ¿Qué te ha hecho tu hijo, para que le impidas vivir, amar a Dios, sentirse amado por Dios, y ser feliz eternamente? ¡Haz todo lo posible, por no hacerle la vida imposible!

Claro que siempre hay quien se comporta como animal de granja, que no se entera, que tiene al diablo como a psicosexólogo de cabecera.

¿Sabes qué es un cuasidelito? No es algo para echar al café, es: “Acción dañosa para otro, ejecutada sin ánimo de hacer mal”. O sea, como una especie de Cuasimodo.

El amor bien entendido, acaba en recién nacido.

¡Si lo sabe todo el mundo, que el amor siempre es fecundo!

Confía en la Providencia, y aumenta tu descendencia; olvida tanta “prudencia”, y atiende a tu conciencia.

(FIN DE LA PRIMERA PARTE. Continuará).

QUÉ TE PARECE:

Si estáis casados y queréis hacer felices a los demás, empezad por darles la vida.