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Puntos meditados - 6. página

CATECISMO MEDITADO por el P. Jesús

I. La revelación de Dios – 50

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
– 
CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS

50 Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.

Meditación:

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS

La razón natural, en un mundo desnaturalizado, no se da tan a menudo como tendría que ser normal y, aunque el hombre puede por su esencia natural de ser hombre, y hombre a la imagen de Dios, llegar por la razón natural al conocimiento de Dios, pocos lo consiguen; por eso Dios se revela al hombre y le cuenta y le dice de sus planes: Cristo.

El mundo es mundo, y el hombre es hombre, porque Dios quiso amar al hombre y hacerse Hombre y, siendo hombre, señalar, marcar la alianza divina con los hombres. ¿Por qué? Porque Dios ama al hombre y, todo lo de Dios, va de amor al hombre por Amor a Si mismo, que se hizo Hombre siendo Dios, Uno y Trino.

P. Jesús

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I. Dios revela su designio amoroso – 51

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS 

I. Dios revela su designio amoroso 

51 «Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina» (DV 2).

Meditación:

I. Dios revela su designio amoroso 

Amar a Dios. Ese deseo de amor que nos roe las entrañas, ese deseo de ser amados que todos necesitamos, vino Dios Nuestro Señor Jesucristo a llenarlo con su Sangre derramada por cada uno de nosotros.

Sabíamos que vendría Jesús, aunque su nombre nos era vedado en la razón de esperarlo como hombre, pero sí que todos esperábamos a Dios, porque Él mismo, El Verbo, por las palabras del Espíritu Santo y su Gracia en acción, han llenado siempre la vida del hombre de su propia Revelación. Muchos han oído la voz del Padre y del Hijo, también la voz de María, la Madre de Dios, ha sido escuchada, y alabado es, ha sido y será Dios, por revelarnos Su Amor.

Porque Dios decidió revelarse al hombre, el hombre conoció a Dios, lo esperó en los tiempos y lo sigue esperando para llenarse con su Amor, sus ganas de ser amado, de amar y servir, porque Dios Espíritu Santo, se muestra, y al mostrarse empuja al alma, que es de Dios, a hacer obras de amor a sus hermanos los hombres, para que el amor que Dios le inspira y le dá, lo lleva a lo que muchos podrían llamar “temeridad” de amar más allá de las fuerzas del mismo hombre, porque amando con Dios, ese Dios que nos visita, después que el Verbo habló las promesas del Padre que fueron cumplidas en Cristo y por Cristo, el Amor de Dios Espíritu Santo mueve las aguas que dan la vida espiritual y que son el amor en acción, la acción de la Santísima Trinidad, un sólo Dios de Amor, Paz, y alegría interior. Si el hombre siente gozo en su interior, a pesar de sufrir en el mundo y por el mundo, ese hombre vive la revelación del mismo Dios que le inspira en su alma la dicha del goce del Amor de Dios y de amar a Dios.

P. Jesús

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I. Dios revela su designio amoroso – 52

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS 

I. Dios revela su designio amoroso 

52 Dios, que «habita una luz inaccesible» (1 Tm 6,16) quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos (cf. Ef 1,4-5). Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.

Meditación:

I. Dios revela su designio amoroso 

Dios va  a la ayuda del hombre, todo lo hace por y para que el hombre vea esa Luz que es Dios, esa esperanza que es Dios y conozca el Amor, que es Dios.

Dios se revela al hombre para que el hombre sea capaz de amarlo, ya que por sus propias fuerzas, si Dios no se revelase al hombre, el hombre no conocería el Amor, y el Amor es la esencia de Dios, el Amor es el universo de Dios, el Amor es el Reino de Dios.

Y, para que el hombre reciba este amor de Dios y Dios, debe Dios revelarse al hombre, debe Dios mostrar su amor al hombre, debe Dios amar al hombre amado de Dios.

La luz de Dios no es otra cosa que este amor de Dios que necesita el hombre para ser hombre verdadero, para ser ese primer hombre que Dios creó en Adán, ese hombre perfecto, por conocer, por tratar, por relacionarse con Dios.

Ya que Dios se relacionaba con Adán y era esa la luz que Adán veía en si mismo, la luz del amor de Dios, la luz de ser alguien importante para Dios, para que Dios le amara de tal manera que fuera su luz, la luz del hombre, el amor del hombre, la plenitud del hombre del amor de Dios para con el hombre. Y el hombre sólo puede saberlo por revelación de Dios, porque el amor debe el hombre sentirlo, y el hombre siente el amor cuando sabe de la existencia de Dios, cuando sabe que Dios se hizo hombre para rescatarlo del pecado que separa al hombre de Dios.

Amar a Dios es reconocer a Dios hecho hombre en Jesús. Nadie puede amar a Dios si no sabe que Dios le ama, de qué manera le ama, hasta entregar su vida por ese amor, para recuperar la relación, el romance, entre criatura y Creador.

Sólo la revelación de Dios puede dar luz al hombre y alumbrar su camino de santidad; sólo cuando el hombre se sabe amado por Dios, puede el hombre ver la luz.

P. Jesús

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I. Dios revela su designio amoroso – 53

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CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS 

I. Dios revela su designio amoroso 

53 El designio divino de la revelación se realiza a la vez «mediante acciones y palabras», íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una «pedagogía divina» particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo

 S. Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagogía divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre: «El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre» (haer. 3,20,2; cf. por ejemplo 17,1; 4,12,4; 21,3).

Meditación:

I. Dios revela su designio amoroso 

El amor es el amor, y el amor son palabras y hechos que concuerdan en el sí mismo del amor, como Dios, Uno y Trino, que es Amor y Ama, todo a la vez.

El amor son palabras y Amar es dar Amor.

Dios enseña al hombre, seduce al hombre, enamora al hombre con su Amor.

Primero fue el Verbo y luego, sin dejar de ser el Verbo y siendo el Verbo hecho carne, es y fue Jesucristo, el Amor mismo de Dios al hombre.

La palabra de Dios dada en Revelación a los Profetas, les anunciaba la venida del Amor, del Reino de Dios, donde hay lo perfecto, y lo perfecto es amar y dar amor; en la palabra y la acción está el amor verdadero: Jesucristo, Dios y Hombre verdadero; Palabra y Amor en acción por la acción de la Palabra y las Obras del mismo Dios en Jesús el Nazareno, hijo de María Virgen.

Dios Ama al hombre y se le revela despacito, hasta rendir al hombre a sus amoríos. El Amor Verdadero, entra despacio en el hombre, porque el hombre vive en la dimensión del tiempo, y necesita de tiempo el amor, porque el Amor no son sólo palabras sino sus hechos, y para cerciorarse de los hechos, es necesario que éstos estén hechos, y esas obras de amor estén en la dimensión del tiempo, cubriendo las circunstancias y hablando de amor con palabras y obras; esa es la realidad en la humanidad: la necesidad de palabras y obras de amor, y amar, para conocer el Amor.

P. Jesús

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I. Desde el origen, Dios se da a conocer – 54

 PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
– PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
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CAPITULO SEGUNDO, DIOS AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

Artículo 1 LA REVELACIÓN DE DIOS 

II. Las etapas de la revelación

I. Desde el origen, Dios se da a conocer 

54 «Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio» (DV 3). Los invitó a una comunión íntima con él revistiéndolos de una gracia y de una justicia resplandecientes.

Meditación:

I. Desde el origen, Dios se da a conocer

Dios siempre te invita, jamás te obliga a aceptar su amor; mas una vez amándolo por creer en Él, en el Dios Creador que es y el Dios Salvador y Redentor que es, siendo también Dios de Amor, el hombre obedece a Dios, porque creer en Dios es amarlo, y el amor lleva al deseo de unión siempre, unión espiritual y unión física. El hombre se une a Dios por la Eucaristía, físicamente y espiritualmente, y por los demás sacramentos, espiritualmente; vemos entonces que el amor une, y se celebra el sentimiento con esa unión libre y voluntaria de las dos partes. Cuando uno peca, no es el castigo de quedarse sin Dios, es otra cosa, es que ambas naturalezas, la de Dios y la del hombre pecador, no pueden unirse, no viven en la misma esencia; por eso el pecado  separa al hombre de Dios, y Dios, aunque sigue amando al hombre pecador con toda su esencia de ser Amor Verdadero y Eterno, por más que Él quiere, no puede unirse al hombre pecador hasta que el hombre pecador no va en busca de Dios, mediante la oración, el arrepentimiento y el uso del sacramento del perdón, de la penitencia, el de la confesión ante un sacerdote católico.

Dios invita y está en los sacramentos, allí donde se pueden unir realmente Dios y el hombre por los sacramentos, por la oración también, que prepara al hombre, por el diálogo con Dios, a la Gracia que Dios concede a los que le buscan con sinceridad.

Dios está, está vivo y vive, y vivió siempre; y el Verbo, Jesús, vivió siempre, aún cuando lo mataron; mataron al Hijo de Dios, al Verbo encarnado, el Viernes Santo del año 33 de nuestra era.

Está escrito en los libros de historia, que Jesús de Nazaret fue crucificado a la petición de muerte por los judíos a los romanos, en tiempos de Nerón y de Poncio Pilato y de Pedro, el primer Papa de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana; cuando soltaron a Barrabás, mataron a Jesús de Nazaret, poniendo la inscripción de la causa de su muerte: Rey de los Judíos. Lee la historia de los hombres y verás que Dios hace historia, es historia, vive y sin morir, porque resucitó al tercer día; sigue vivo y vive en la Santa Eucaristía, porque Dios invita al hombre a conocerlo a tratarlo a amarlo. Esa es la vocación de Dios, porque sí: amar al hombre, a ti.

P. Jesús

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