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Poesías - 2. página

Poesía de Patricia Bellido Durán

Dios se alegra

 

DIOS SE ALEGRA

La alegría que tiene Dios
al perdonarte en la confesión,
su inmenso gozo
al entregarse a ti en la comunión,
no es sólo alegría del Cielo,
sino también de tu corazón,
porque se recubrió con su Gracia,
su Santa Gracia de amor.

Y es que Dios te quiere para Él,
Dios está feliz de haberte creado,
y un Ángel Guardián haberte dado,
…a su propia Madre contigo comparte,
generoso como Dios no hallarás
a nadie en ninguna parte.

Él te escucha, Él te mira,
Él te ama pase lo que pase,
y se regocija cuando aceptas su amor.
Él es tu Protector,
tu Padre, tu Redentor.

Él, en extremo amor,
vino a encarnarse,
para morir por ti,
y el mundo así puede enterarse,
que de su amor dio
multitud de pruebas;
las hizo para que tú creas,
y en su amor la salvación veas.

Síguele, hermano mío,
si no la vida no tiene sentido.

Síguele y serás feliz,
si haces feliz a Dios.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

La confesión nos renueva

 

LA CONFESIÓN NOS RENUEVA

Resbalando entre arpegios de poemas,
las primeras notas solares
despiertan el nuevo día,
con dorados cantos musicales.

Y al son de esta melodía,
de la Gracia Santificante,
se estremece de alegría,
mi corazón palpitante.

Mientras sopla, amante, el viento,
del Divino Espíritu Santo,
encendiendo de luz el firmamento.

Así amanece,
en mi alma,
la vida de la gracia.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

Sólo Él la rescató

 

SÓLO ÉL LA RESCATÓ

Del tallo de la vida,
desprendióse una flor,
y la luz y la fe
que en ella hervía
se tornó en temblor.
Pobre flor desprendida,
pobre flor malherida…

Pugnó luego por salir
de sus fibras el oxígeno.
Mas el corazón suyo
del abismo, el seno alcanzó,
¡cuán oscuro y solitario estaba!
Retrocedió entonces
la tierra fértil que
la acurrucaba,
el viento de plata y bronce…
y el perfume que la abrazaba.

Sola está la flor,
sola se quedó.
Y reza a Dios por la noche,
para que en ella
de su amor no carezca.
Antes bien, cual eco…
se extienda y crezca,
…se extienda y crezca.

Sollozaba…
El murmullo del gélido viento
quebró su llanto.
Alzó la barbilla,
posó la mirada en el infinito…,
y de la retina de sus pupilas
vertiéronse lágrimas
que caían, caían
sin darse cuenta la flor,
estremecidas en inocencia,
al divisar a lo lejos
la venida del Redentor…

La besó en la frente,
la besó en la mirada.
Tomándola en su regazo,
permanecía callada…
Admirada y compungida,
destellaba en su sonrisa
el esplendor de su alma,
que danzaba
al batir de alas
de su corazón,
que aleteaba,
cánticos de alegría,
de alegría y gracias
a Jesús Nuestro Señor.

Porque sólo Él la rescató.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

Gracias ¡Oh, mi Dios!

 

GRACIAS ¡OH, MI DIOS!

Lo deseé,
y enardecí mi deseo
para que se cobijase dentro, muy adentro…,
en el corazón;
y al abrirse pétalo a pétalo en mi interior,
bebía yo de mi deseo, de sentir a Dios.

Dejé de buscar fuera,
lo que tenía germinando dentro.

Hoy… soy libre,
y, frágil, respiro tranquilamente,
bajo tu cuidado, Jesús, Amor.

Mi voluntad es tuya, Dios,
y por eso soy libre,
porque ya… todo cuanto pase
no me «incumbe»,
eres Tú el Gobernador del Mundo,
y eres Tú el que quiere o permite;
yo, a acatar, y a besar tus pies,
porque eres Tú quien sabes y conoces.

Que no me importe nada más que tu amor,
que sea mi lucha por alcanzar la santidad.

Te quiero cerca, te anhelo cerca,
me entristece pensar que pueda sentirte lejos… buscándote,
y me es fácil ser buena a tu lado,
porque yo obedezco a mi Maestro,
a mi Creador, a mi Señor,
a mi Rey, a Ti ¡Oh, mi Amor!

Que no se imponga más alto deseo en mí,
que el de servirte.
Ayúdame Jesús! ¡Ayúdame Dios!
Guárdame, guárdame,
que no me atraiga el mundo,
que sólo necesite de ti.
Tú eres mi máxima y completa necesidad.
¡Oh Señor… que no necesite del mundo!,
cuyo príncipe es el Demonio.

Te adoro con mi corazón felizmente ardiente,
te sirvo con mi palpitar postrado ante Ti.
Te anhelo, te canto, te escribo, te sueño, te ruego…
Te espero en mi corazón…,
ya estás dentro.
Gracias ¡Oh, mi Dios!

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

Sondea mi alma

 

SONDEA MI ALMA

Quería abrir una brecha
en las entrañas de la tierra,
y enterrar ahí mi temor.

Pero hallé en Dios cobijo,
Él es mi Pastor.
Así que si el miedo me derrumba,
en ti, Jesús, me apoyaré.
Y si las tinieblas me encogen,
sujétame Dios Santo, te lo pido.
Y si mi esperanza se desespera,
bésame en mis adentros, Jesús.
Y si grito y llamo
y sólo el Cielo me oye,
susúrrame tu amor.

Sondea mi alma, que necesita
de la paz de tu calma.
Sostén mi entendimiento,
aplaca mis estremecimientos.
Levanta mi corazón,
para ti, como el sol.

Que el crepúsculo de mi temor,
se torne ya en día nuevo
de amaneceres de esperanzas.
Y, mirando al que traspasaron,
 a Ti, Jesús, te cantaré,
y será mi vida tu canto
con desplegables acordes de amor.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright