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Poesías - 5. página

Poesía de Patricia Bellido Durán

Me esperas

 

ME ESPERAS

Me esperas.
Y oigo, oigo la respiración serena
de tu cariñoso amor por mí;
palpitando, esperando…

…paciente.

Tú me esperas.

Aquí es de noche, pero no donde Tú estás.
Aquí me pasa el tiempo, pero no donde Tú estás.
Y sin embargo, estás también aquí,
esperando a que yo deje de esperar
y me decida a llamarte, a pedirte,
a contigo ponerme a hablar.

No voy a hacer a Jesús esperar más.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

Cómo hallar

 

CÓMO HALLAR

¿Cómo hallar, para sentir,
la verdadera felicidad?

Ella nace de Dios,
de con Él, fundirse.
De ser uno, habiendo dos,
y juntos, jamás rendirse.

En Él, nada se agota,
todo es maravilloso,
la alegría crece y flota,
y te llena de gran gozo.

Unirme más a Dios,
y con el fuego de su amor,
derretir en el alma
las ansias cansadas,
los pesares tenebrosos.

Y la brisa de la calma,
como cascada de bosques frondosos,
vendrá a verme con su luz,
para que mis ojos se encuentren
con tus ojos en la Cruz.

Te quiero, Jesús.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

Reza

 

REZA

Aunque te sientas incapaz,
reza.
Aunque te digan que de nada sirve rezar si pecas,
reza.
Aunque tengas aridez,
reza.
Aunque te falte devoción,
reza.
Aunque no tengas tiempo,
reza.

Y si necesitas paz, y luz,
reza.
Si deseas que Dios te conceda sabiduría,
reza.
Si buscas virtudes,
reza.
Si te critican y se burlan,
reza.

Porque para hablar con Dios,
se reza.
Para alimentar y avivar tu alma,
reza.
Para perseverar con fortaleza,
reza.
Para vencer al mal,
reza.
Para ser feliz,
reza.

Y encontrarás a Dios,
y recibirás sus gracias,
y mejorarás,
y la santidad te vendrá a buscar.

Porque el demonio teme la oración.
Porque dijo Dios: «Pedid y se os dará».
Porque Dios te ama, y esa es tu relación.

No descuides la oración,
no enmudezcas tu alma,
déjala hablar con su Creador.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

A Ti, Mamá

 

A TI, MAMÁ

A Ti Madre, quiero yo ayudar,
por tus intenciones Mamaíta, deseo rezar,
y para la salvación de las almas trabajar.

Para alegrar tu amorosa sonrisa
quiero mejorar.
Por tu felicidad, Virgen Santísima,
voy a procurar.

Y consolarte a Ti, dulce Virgen hermosa,
de las tristezas y dolores,
causadas a diario por tantos pecadores,
a la más humilde, a la más Santa de todas.

Excelsa Madre de Dios, de Dios encarnado,
corredentora con Él en la Salvación,
que en la Cruz, clavado,
concede Dios a todo católico bautizado,
¿qué, pues, no puede agradecerte
el pecador perdonado?

Descansa Madre tierna, descansa Tú, serena,
viendo las obras de mi amor…
Contemplando mis esfuerzos por ser mejor,
oyendo las súplicas de mi contrito agradecido corazón.

Mamá… que los lazos de tu amor,
sujeten bien fuerte,
mi alma para Dios,
mi mente para Vos.

¡Te quiero Mamita mía!
¡Gracias por ser Tú mi ayuda,
mi alegría, mi consuelo,
mi descanso!

 

Patricia Bellido Durán
© copyright

 

Según esa cantidad

 

SEGÚN ESA CANTIDAD

Por tu amor a Dios,
según esa cantidad,
ése es tu valor;
vales lo que vale tu corazón.

No por tu físico o inteligencia,
no por tu dinero,
o por el aprecio de la sociedad,
sino por tu amor a Dios,
ése es tu valor.

Y vales más,
cuánto más le amas,
y a disposición de este amor,
pones todo tu ser,
tus dones, tus capacidades.

Es por cuánto le amas,
por cuánto te esfuerzas,
en cuánto subyugas tu voluntad
para que Él sea tu prioridad.

Dios, su Amor por ti te demostró,
con toda su sangre y su dolor,
con su muerte y cruda pasión,
pagó por ti, ¡no digas que no!

¡Ama su Amor! ¡enciende tu corazón!,
y la felicidad disipará las tinieblas,
brillará para ti siempre el sol,
porque de este Amor la correspondencia,
es del sentido de tu vida su esencia.

Vive, ama, cuida y haz crecer
tu amor a Dios, tu querer,
vívelo en primera persona,
trae la plenitud de la infinidad de Dios
a tu alma,
derrumba el miedo, trae la calma,
agárrate a su Gracia omnipotente que te ama,
recíbelo en los sacramentos,
lánzate y abandónate a su bondad,
sólo Dios te va a confortar.

Lleva al Creador en tu interior,
en tus ojos, en tus deseos,
llévalo hasta en la punta de tus dedos,
y abraza a su Madre Santa,
María, la Inmaculada.

Y verás, vas a ver,
cómo le amas cada día más,
cómo te vas acercando,
¡acercando a la santidad!

Por tu amor a Dios,
según esa cantidad,
ése es tu valor;
vales lo que vale tu corazón.

 

Patricia Bellido Durán
© copyright