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DEBES GANARTE EL CIELO

DEBES GANARTE EL CIELO…

Porque eso de que la sola fe salva, es un camelo. Es algo certero, que Allí no hay coladero, aunque lo diga Lutero.

No vayas por la vida “de turista”, no pierdas el cielo de vista. Hace tiempo, había un joven que tiraba pedradas a la Luna, intentando vanamente alcanzarla… pero un buen día ganó el concurso de lanzamiento de piedras. Tú apunta alto, ten una vida de altura, sobrenatural.

El Cielo, tu parcela que Jesús te rescató, es la más indescriptible maravilla de todo el Amor de Dios que “Ni ojo vio, ni oído oyó…”, ni la madre que nos parió, nunca imaginó.

La “visión beatífica” (todas las locuras del corazón, satisfechas) es vivir eternamente en el Corazón de Dios. Descubre el Cielo, míralo, agradécelo, conócelo, deséalo y “conquístalo”.

 En el Cielo hay lugar para todos los que hacen obras de fe, pero allí no caben los egoístas. Mira el Cielo, emprende el vuelo.

Proponte, de ahora en adelante, vivir en gracia santificante. Déjate amar por el Espíritu Santo, Dios, que te ama tanto. La voz de la conciencia es la voz del Buen Pastor. No seas inconsciente, (imprudente) sacando de tu conciencia lo que vaya contra ella, haciéndote creer que no eres consciente, que “no te enteras”. Piensa que cuando ponemos el corazón en el dinero, el sexo, la pitanza… el virus del mal avanza.

Piensa que algo falla en ti, si no te sientes amado por Dios, que tienes a tu puerta a Jesús resucitado, y no te has enterado. ¡Que no te enteras!, si cambias el Camino por esas malas carreteras, porque sólo el Camino nos lleva a nuestro Destino.

Jesús es la alegría de la Vida; tienes paz cuando Él está cerca de ti, y tienes alegría cuando Dios vive en ti. No hay mejor compañía que la de Dios-Eucaristía. Busca tu consolación en la Confesión, y tu alegría en la Comunión.

¿QUÉ TE PARECE?

Vive e implanta la moda que Dios quiere, la moda de vivir en Gracia (no me refiero a ese barrio de Barcelona).

Mal andas y mal puedes acabar, si no quieres evangelizar.

La felicidad de Jesús es ver feliz a su bendita Madre, que es también Madre nuestra; hagámosla feliz cada día, diciéndole: te amo Madre mía, mi corazón en ti confía.


Javier Bellido

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