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JUNIO ES EL MES DEL AMOR

JUNIO ES EL MES DEL AMOR

El otro día, conecté el transistor… y qué horror, sonaba la canción: “Nadie te quiere ya, (bis), ¿qué vas a hacer, adónde irás?…”

No lancé el aparatejo por la ventana, por ser una falta de pobreza, por no darle a alguien en la cabeza, y porque no tengo ventana a mano, tengo un balcón.

¡Qué mentira en la canción, si Dios te quiere un montón!, y eso “mola mogollón”, como diría la afición, en su vulgar dicción.

El Amor se desdobla hasta el infinito y nos ama a cada cual, como al hijo chiquitito.

El pasado viernes, 8 de Junio, celebró la Iglesia una fiesta en honor al Amor, Dios, simbolizado en el divino Corazón de Jesús.

Ya es tradición, en este mes, cultivar la devoción al Sagrado Corazón, signo del infinito Amor (Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo).

De su Inmaculado, Ardiente y Sangrante Corazón, traspasado por el soldado, brotó su preciosa Sangre redentora, y agua purificadora; y aunque se llegó a parar, no ha dejado de amar.

Qué belleza espiritual emana esta devoción a su Sagrado Corazón. El corazón es paradigma de amor —“Te doy mi corazón”, “Te amo con todo mi corazón”, etc., se dicen los enamorados.

Jesús nos ama con todo su Corazón, con un amor tan grande, que dio la vida por sus amigos, nosotros, que muchas veces no damos higos.

De su Corazón amabilísimo, brotan su bondad y misericordia, y su Palabra afectuosa, recogida en los evangelios. Pero el auténtico amor, busca el bien del amado, y no es acaramelado, pegajoso, engañoso. Él es la VERDAD, y su amor es exigente. No tiene manga ancha, quiere nuestra felicidad eterna, de puerta estrecha.

Jesús nos llama amigos, “si hacéis lo que os mando”. Nos llama hermano, hermana, “si hacemos la voluntad de Dios”.

Dios nos ama tanto, que ama nuestra libertad, y quiere que libremente le sigamos, le obedezcamos, le entreguemos nuestro corazón. No “empuja” a nadie nunca. “Quien quiera seguirme, tome su cruz y me siga”.

No empuja a nadie a entrar en el Cielo, aunque lo desea ardientemente, como tampoco echa a nadie al Infierno; nos echamos libremente, tozudamente, con nuestro “NO es NO”, con nuestra vida impenitente.

Tanto nos ama el Corazón divino de Jesús, que es inmensamente misericordioso. Nos dejó, entre otros, el Sacramento de la Misericordia, para que, si rompemos la amistad, la recuperemos cuando nos confesemos.

Si vives en su Gracia, estás en su “Círculo de Amistades” (la Comunión de los Santos).

Si Dios es tu Amigo, llámale por su Nombre, Jesús. Los amigos se hablan, hacen confidencias, se dicen “nos vemos”… pues haz oración: Cuéntale tus cosas, pídele consejo, pídele ayuda, pídele milagros —tu mejor Amigo los hace, si tienes fe— y dale gracias; también la oración es para pedirle perdón y así preparar la confesión.

En el Evangelio, Jesús nos aconseja, nos muestra su misericordia y nos hace confidencias: “Si quieres ser perfecto…” le dice al joven ricachón. “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón…” “Venid a mí todos los que andáis cansados y agobiados…” “Hijo, ahí tienes a tu Madre”. “Yo tampoco te condeno, vete y no peques más”. “¿Qué quieres que te haga?”. “Mi paz os dejo…”

—Ten una vida mejor, siendo amigo del Señor.

—Haz lo que quiere el Amor, es tu Dios y Salvador.

—Ponte en manos de Dios, abandónate en sus amorosos brazos paternales, y brotará de tu corazón un amor a raudales.

—Desempolva tu corazón, sácalo del congelador; conéctale un marcapasos —el amor— para seguir los pasos del Señor.

—Es fenomenal, no hay nada igual como amar a nuestro Padre Celestial.

—Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío, me alegra descansar en ti.

QUÉ TE PARECE:

Dios nos invita amigablemente a ir al Cielo; los gastos del viaje están pagados. Sólo nos falta coger el billete en la pila del Bautismo. No te preocupes si lo pierdes, porque cada sacerdote católico tiene un grueso talonario en el confesonario.