Saltar al contenido

Te quiero, Alma

 

Te quiero, alma

Sí, a ti te quiero,

estés donde estés,

seas quien seas.

Sí, a ti te quiero,

tengas la edad que tengas

vivas donde vivas.

 

Tú, querida Alma,

eres hija de Dios Padre,

heredera del Reino Celestial.

Tú no eres un cualquiera, tú ¡no tienes igual!

 

A ti te quiero, hermano en Cristo;

te quiero y me complazco en decírtelo;

a ti te quiero, aunque la distancia nos separe.

Te quiero, y no dejaré de hacerlo.

 

Te quiero, Alma,

aunque no te conozca.

Te quiero, Alma,

aunque nunca sepa tu nombre.

Te quiero, Alma,

y me emociona decírtelo.

 

Quiero que lo sepas,

que sepas que te quiero,

que rezo por ti,

para que vayas al cielo.

 

Quiero que lo sepas,

que sepas que pienso en ti,

que le pido a Dios que te guarde de la perversión,

y te ayude a salir de cualquier situación.

 

Mi amor es muy pequeñito,

comparado con el inmenso y precioso Amor,

que Dios siente por ti;

Él te ama mucho, muchíiiisimo más que yo,

pero yo también te quiero; te quiero tanto, Alma.

 

Yo te quiero,

al igual que te quiere Jesús, Dios,

al igual que te quiere la Virgen María,

como te quiere tu angelito de la guarda,

como te quieren todos los santos…

¡Tanta gente te quiere!, ¡Tantos te queremos!

 

¿Te preguntas por qué te quiero?;

simplemente, te quiero por ser hijo de Dios;

te quiero, por petición del Todopoderoso.

Él quiere, pide, nos pidió que amásemos a los demás, a ti.

 

Te quiero a través del amor que Dios me da.

Al notar su inmenso amor, me dan ganas de querer, de quererte,

porque uno de los más bellos regalos de Dios es el amor;

Él me regala amor, y este amor lo comparto con todos,

sí, también contigo.

 

Te quiero, Alma,

de verdad, con toda sinceridad.

No llores, ¡alégrate!

Te quiero, Alma,

Simplemente, te quiero,

te quiero junto al Amor de Dios.

¡Ánimo, Alma, te quiero!, ¡te queremos!

 

Alba Bellido Durán
© copyright